La astrofísica gallega Begoña Vila explicará hoy en la Domus (19.30 horas) el proyecto en el que ha estado trabajando en la NASA, el telescopio espacial James Webb, con el que conocer la infancia del Universo y ver qué planetas son candidatos para la vida. Entrará en órbita a finales de año, a 1,5 millones de kilómetros y a una temperatura de -230ºC.

Un telescopio para mirar hacia atrás en el tiempo, ¿cómo se explica eso?

Uno de los objetivos del James Webb es observar las primeras estrellas y galaxias que se formaron en el Universo después del Big Bang. La longitud de onda que va a observar este telescopio espacial, que vamos a lanzar a finales de este año, es en el infrarrojo, como el calor. Es el sucesor del Hubble, que da vueltas a la Tierra y mira al Universo en las ondas visibles, como nuestros ojos. El James Webb mira en otra longitud de onda, que es el infrarrojo, y que nos permite mirar hacia atrás en el tiempo. Las primeras estrellas y galaxias que se formaron emitieron luz, que ha estado viajando por el Universo desde hace 13,5 mil millones de años. Como el Universo se está expandiendo, esa luz se estira. Si lo pensamos como una longitud de onda, esta se hace más larga, es decir, que se mueve hacia el infrarrojo. Si quieres detectar la luz de esos objetos primordiales tienes que hacer una foto en el infrarrojo, si la haces en el visible ves cosas más cercanas. Hay teorías de formación estelar y de evolución de estrellas hasta llegar al Sol y los planetas en los que estamos, pero el James Webb nos va a permitir ver esos datos desde el nacimiento y cómo evolucionaron hasta donde estamos ahora.

Es muy complejo, más que su predecesor. ¿Cuál es el porcentaje de éxito?

Sí, es un telescopio complejo. Va a dar cosas muy nuevas a los científicos porque no hemos visto nunca el Universo con estos ojos. Tiene un parasol que es tan grande como un campo de tenis y un espejo de un diámetro de seis metros y medio. Ninguna de esas cosas entran en un cohete de tamaño normal. Hay que doblarlas y lo desplegamos una vez estemos en órbita. Eso no se ha hecho nunca antes. Cuando demostremos que se puede hacer, va a abrir una nueva forma de observar cosas en el espacio. Hemos hecho muchas pruebas y somos bastante optimistas. También tenemos planes B. Cada vez que haces algo por primera vez, tienes ese riesgo.

¿Cuál es su vida útil?

Más o menos, doce años. Lo que lo va a limitar es que va a estar muy lejos de la Tierra, a 1,5 millones de kilómetros, es decir, cuatro veces la distancia de la luna. Es una zona especial del espacio. Cuando tienes tres objetos en el espacio, en este caso el Sol, la Tierra y el telescopio, se cancelan los efectos de la gravedad de uno a otro y es una zona del espacio estable. Cuando pones un objeto allí tiene ciertas propiedades que nos interesan para James Webb. Pero aunque la órbita es estable se desvía un poquito. Tenemos que hacer ajustes cada cierto tiempo y para esos ajustes necesitamos combustible. Lo que lo va a limitar va a ser que llegado un momento el combustible se va a agotar. Y una vez que se agote, se podrá seguir observando pero va a empezar a moverse fuera de la órbita y se irá al espacio. En el Hubble, que está alrededor de la Tierra, se han podido hacer misiones de astronautas para arreglarlo y cambiar instrumentos, pero al James Webb no podemos ir.

Pregunta obligatoria: ¿Hay vida en otros planetas?

Pues otro de los objetivos de James Webb es avanzar esa búsqueda de la vida. Mirar en el infrarrojo nos ayuda. Es una pregunta súper importante para la humanidad. Otros satélites se han dedicado a buscar planetas alrededor de otras estrellas y se han encontrado. Tenemos cientos de candidatos. Pero el James Webb intenta dar un paso más y ver la atmósfera de esos planetas candidatos para saber si tienen los materiales que asociamos con la vida: agua, carbono, metano o nitrógeno. El telescopio nos va a decir qué porcentaje de estos planetas tendría posibilidad de tener vida como la nuestra. En la Tierra, aunque se dan todas las condiciones, desde que se formó hasta que llegamos los humanos pasó mucho tiempo. Quiero pensar que sí, que hay vida en otros planetas. La Tierra es especial y los humanos también. Hay que cuidar del planeta y de nosotros, pero en este Universo tan basto que tenemos quiero pensar que ha surgido vida en otras partes.

¿Cómo es formar parte de este proyecto?

Me encanta mi trabajo y me considero una afortunada. Es un proyecto muy grande, una colaboración internacional. Tuve la suerte de empezar trabajando en Canadá y después ya en la NASA. Para mí, es un honor. Hay gente muy buena con muchos conocimientos. Cada día aprendo algo nuevo. La parte que a mí me encanta, siendo española, es esa contribución internacional. Es una cosa buena de la ciencia, que todos trabajamos para un mismo logro.

Hay debate sobre qué es más importante, si explorar el fondo marino o el espacio. ¿Son excluyentes?

Hay que investigar en ambos lados. Claramente la Tierra es importante. También el mar y el medio ambiente. Es fundamental y no lo hemos tratado muy bien. Hay que hacer las cosas un poco mejor. También creo que los seres humanos hemos sido y seguimos siendo exploradores, por lo que investigar el espacio es parte de la naturaleza humana, para buscar respuestas y conocer cómo hemos llegado aquí o si estamos solos. Se pueden hacer las dos cosas y creo que hay que hacerlas. Nos completan como seres humanos. Además, hay muchos materiales que se hacen para el espacio que se usan también para la Tierra. No es excluyente. Todo representa cómo somos los humanos: complejos y con ansia de conocimiento.