¿Cuánta información producimos al usar nuestros teléfonos?

Hay que diferenciar entre dato, información y conocimiento, que es lo importante. El dato es un valor es: “La temperatura es de 42º.” Información añade un significado: “Si hay 42º hay fiebre”. El conocimiento es información útil: “Esa fiebre es peligrosa y es necesario rebajarla. Ahora hay muchísimos datos e informaciones, pero mucho menos conocimiento, e incluso cuando más haya de los anteriores, más difícil es encontrarles utilidad. Nuestros móviles están continuamente emitiendo datos e información: dónde nos encontramos, dónde nos paramos, a qué webs accedemos... El problema es cuando alguien los coge y los convierte en conocimiento, pues la utilidad que le sacan no siempre es a tu favor. A veces puede serlo, y facilitarte una búsqueda, pero pueden vendérselo a una compañía de seguros y subirte una póliza si saben que no te has vacunado o vas mucho a Urgencias.

Para detener esto estaría la ley...

La Unión Europea ha elaborado un borrador en el que va a tratar de regular la utilización de aplicaciones y programas que conviertan estos datos en conocimiento, a través de la inteligencia artificial. Pero todo está muy incompleto: la normativa vigente está sobrepasada por los acontecimientos. Y también hay que ver lo que va a pasar en el futuro con los ciborgs, espacios de convivencia de humanos con dispositivos de inteligencia artificial, o computadores a partir de moléculas biológicas. Esto está a la puerta, llamando.

Estamos muy expuestos a la tecnología, ¿tenemos suficiente consciencia de lo que se hace con ella?

Más de que consciencia social se puede hablar de inconsciencia social. No tenemos, ni de lejos, el conocimiento ni la formación adecuada para estar expuestos a las cosas a las que lo estamos en este momento. El control que pueden tener los propietarios de estos datos, información y conocimiento que generamos cada segundo sobre nosotros puede llegar a ser impresionante, y no somos en absoluto conscientes de la situación que estamos viviendo. Lo somos algo más de antes, pero muy lejos de lo que deberíamos serlo.

¿Falta divulgación?

Tendrían que darse muchísimos pasos de concienciación, pero los que hacen la legislación son los políticos, y les interesa tener un control social para, en el mejor de los casos, ofrecer aquello que la sociedad va a valorar bien. Y en lo negativo, cualquier perversidad que se nos ocurra.

En China, Gobierno y empresas pueden tratar datos de ciudadanos sin mucho control...

No sin mucho: sin ninguno. Lo veo como algo a lo que se puede llegar y a lo que nunca se debería llegar. Nosotros somos los propietarios de nuestras informaciones, datos y conocimiento. Pero en cualquier régimen que no sea muy democrático, como en China, este tipo de cosas importan más bien poco. Consiguen controlar absolutamente a la sociedad y perpetuarse en el poder.

¿Cuál es la parte positiva de esta cantidad inusitada de datos y capacidad sin precedentes para usarlos?

La sociedad del conocimiento va a favorecernos en todos los ámbitos: la salud, el ocio, el ámbito social... Sirve para la medicina de precisión, para administrar a todas las personas las intervenciones que les valen específicamente. Sirven para la prevención, el diagnóstico, el control y mantenimiento de la salud... Gracias a estas tecnologías ha sido factible superar algunos problemas insalvables, lo hemos visto con la pandemia. Pero todo tiene su cara y su cruz.

¿Los más jóvenes están sobreexpuestos a Internet y al móvil?

Desde luego que sí. Los chavales están llegando a ámbitos con datos e informaciones que no son capaces de procesar para tener un conocimiento adecuado, por su edad. La facilidad con la que se llega a este tipo de cosas es enorme. No hay más que asomarse por la dark web y ves brutalidades que están al acceso de los chavales; saben acceder a eso mejor que nosotros (ríe).

Y está lo que vuelcan ellos.

Un niño sin formación adecuada vuelca a Internet aquello que le divierte, parece simpático... Pero puede estar dando unos datos e informaciones de él mismo y su familia que pueden ser muy perjudiciales. Van a cometer muchos errores. Algunos es normal que se cometan, entran dentro del propio proceso de aprendizaje, pero hay que intentar formarles sobre estas herramientas y, los primeros años es precisa una supervisión.