El catedrático de Psicología de la Universidade da Coruña (UDC) Miguel Clemente organizó en 1992 el primer máster de Psicología Jurídica, en la UNED. Ahora enseñará esta disciplina en el máster de Criminología de la Universidade, que empezará a impartirse el próximo curso. Será la primera enseñanza de posgrado criminológica que se imparte en el sistema educativo superior gallego. Puede consultarse más información sobre el máter en fundacion.udc.es/master-criminoloxia.

¿Qué competencias de Psicología Jurídica impartirán en el máster?

Los profesores impartimos todos partes de muchas materias, pero desde el área de Psicología damos fundamentalmente Psicología Jurídica, aplicada como herramienta auxiliar, fundamentalmente del sistema penal, para orientar a jueces, fiscales y otros agentes jurídicos. Un juez no es la persona que realizará una entrevista a menores para ver si existe credibilidad en un caso de abusos, pero debe tener conocimientos para saber interpretar los informes. Actuamos en muchos campos: uno es el de la imputabilidad. Hay que tener una capacidad de razonamiento para poder ser acusado de cometer un delito; una persona que no tenga capacidades mentales suficientes no es responsable.

¿Enseñan cómo evaluar la veracidad de los testigos?

Nosotros no evaluamos la veracidad de testimonio en adultos. ¿Por qué? Porque las técnicas no son suficientemente fiables. Existe una gran mentira, que nos muestran algunas series de televisión, acerca del polígrafo. No se debe utilizar porque tiene un 20% de fallos, un porcentaje altísimo cuando puede implicar cárcel para una persona. Hay técnicas más objetivas, pero requieren un aparataje excesivamente costoso, como el análisis del estrés de la voz. Las usan sobre todo los israelíes. Hay otras técnicas que se basan en la detección de las microemociones: es fácil aparentar tristeza, peros si grabamos a la persona y tenemos ciertos aparatos podemos determinar qué emoción realmente siente. Pero determinar la emoción real que siente una persona tampoco quiere decir que determinemos la veracidad de su testimonio.

¿Y fuera de los adultos?

Tenemos técnicas basadas en la comunicación verbal, en el lenguaje, con niños, a partir del punto en el que pueden expresarse. Nos indican si el testimonio de ese menor es veraz o no. Solo se emplean en los casos de abusos sexuales. Es una técnica muy delicada, pero muy útil. Muchísimas veces la única prueba que puede haber de que un niño está siendo abusado es su testimonio. Tenemos protocolos para determinar si está diciendo la verdad y, por tanto, si hay indicios claros del delito.

Quizás lo que diga alguna gente ante un niño que denuncia un abuso es que no se inventaría algo así.

No, no. Hay una corriente dentro del campo psico-jurídico que habla del Síndrome de Alienación Parental, que parte de lo contrario. Parte de la idea de que los niños mienten porque son manipulados por los adultos y que por lo tanto no deben ser creídos. Es bueno desmitificar eso y analizar si de verdad ese niño está mintiendo o no, si está siendo manipulado por un adulto o no. En muchos casos en los que hay conflictividad en una ex pareja, como después de un divorcio, muchos padres dicen que han sido acusados de abusar sexualmente del niño cuando les han tocado las visitas precisamente porque la madre ha convencido al menor de que lo diga para romper el régimen. Muchas veces no es así, evidentemente. ¡Primero porque no todas las madres se dedican a decirle a sus niños que mientan! Y segundo porque hay casos de niños que son abusados. Estas técnicas permiten determinar si de verdad ha existido abuso sexual por parte de un progenitor o no.

¿Hay alguna estadística o estudio que haya medido en qué porcentaje estas acusaciones están fundamentadas? Supongo que es difícil de medir porque que alguien no sea declarado culpable no quiere decir que no haya habido abusos.

Claro. Puede declararse culpable a una persona que es inocente y normalmente se archivan los casos sin que haya una declaración de inocencia. Puede quedar pendiente de abrirse si existieran de nuevo pruebas. Casi todos los casos de abusos sexuales a menores son archivados. Hubo un estudio en Estados Unidos en el que se demostró que hubo sentencias en las que los jueces otorgaron la guarda y custodia de los niños al padre, pensando que había una mala fe de la madre al denunciar. Le quitaron a ella la guarda y custodia, y tres años después se demostró que la madre había denunciado correctamente, que el niño había sido abusado y los jueces habían puesto al menor en manos del abusador. Lo cual no dice nada bueno acerca de no guiarse por procedimientos científicos en los juicios.

¿Para qué otras aplicaciones usan la psicología en el ámbito de la Justicia?

Hacemos muchísimas más cosas, el campo de acción de nuestra disciplina es muy amplio. Selección y formación de policías, entrenamiento de estos para que resistan situaciones de presión extrema o superar el estrés postraumático. También establecemos criterios para ayudar a determinar cuándo un interno debe tener un permiso de salida de prisión o no debe salir de esta porque es peligroso para la sociedad. La salida de un interno lo ayuda a rehabilitarse; no hay nada peor que no haber pisado la calle durante años. Pero cuando sale implica un riesgo social. Tenemos instrumentos para determinar si es adecuado que salga o no porque puede cometer un delito, agredir a alguien, etcétera.

¿Con qué criterios trabajan para los permisos de salida?

Salvo en Cataluña, que tiene autonomía penitenciaria, en el resto del Estado se emplea un instrumento que se creó a raíz de lo que ocurrió con las niñas de Alcasser. Lo pidió el Parlamento al por aquel entonces Ministerio de Justicia, que llevaba el tema penitenciario antes de que pasase al de Interior. Me encargaron crearlo y lo hice con mi equipo cuando estaba en la Universidad Complutense. Se llama Tabla de Variables de Riesgo (TVR). Permite cuantificar estadísticamente, midiendo una serie de variables, y poner en un indicador de cero a cien hasta qué punto un interno, cuando tiene las condiciones legales como para salir en la calle, implica bajo o alto riesgo social. O, si tiene alta posibilidad de rehabilitación o baja posibilidad de rehabilitación. Esa es un poco la contraposición: rehabilitación social versus peligro social.

Si ese TVR es conocido por los presos, ¿no es posible que lo estudien para manipularlo?

Hay algunas variables que son meramente objetivas, como el tiempo que lleva en prisión, el grado en el que está o el tipo de delito cometido, que evidentemente no se pueden falsificar. Y el resto de variables no proceden de un cuestionario que se aplique al interno, sino que lo deduce el equipo técnico de las prisiones, el equipo de tratamiento, a raíz del conocimiento del preso. No es un cuestionario que él rellene, sino que lo rellenan los profesionales.