Este sábado está previsto que llegue al Puerto coruñés el primer crucero desde que el Gobierno prohibió que este tipo de buques turísticos arribasen en los muelles españoles, el 13 de marzo del año pasado. De acuerdo con Luis del Moral, director general de la consignataria coruñesa Rubine e Hijos, el sector prevé que hasta final de año, y si no hay un nuevo empeoramiento de la situación sanitaria, atraquen un total de 40 buques, el doble de los que calculaba la Autoridad Portuaria el mes pasado. Pondrán fin a un annus horribilis de dieciocho meses que ha puesto al sector contra las cuerdas.

Las cifras están muy lejos de las que se manejaron en otros tiempos. En 2019 atracaron en los muelles coruñeses más de 100 barcos con 160.000 pasajeros, y se suponía que al año siguiente llegarían 124. Algunas estimaciones daban cifras próximas a los 200.000 cruceristas. Sin embargo, antes de que empezase el estado de alarma solo habían empezado cuatro. La prohibición ligada a esta situación excepcional duró hasta el 21 de junio de 2020, pero seis días después el Gobierno volvió a prohibir su entrada, que no se permitió hasta el 7 de junio de este año. Algunos puertos españoles ya han recibido buques de pasajeros (y al menos en un caso, en Valencia, con casos de COVID).

En este contexto “cuarenta creo que es un gran éxito” señala Luis del Moral, aunque advierte que “hay que ser cautos, no sabemos si va a funcionar ni si va a haber otra ola en la que nos vuelvan a encerrar”. Para el director general de Rubine e Hijos “hay que ir día a día, y poco a poco: todo lo que venga es fenomenal”.

La ausencia de pasajeros ha perjudicado al sector hostelero y comercial de A Coruña, pues, recuerda Luis del Moral, “hay estudios que dicen que cada crucerista deja 100 euros en la ciudad, mientras que otros reducen la cifra a 30 o 60”. El anterior presidente de la Autoridad Portuaria, Enrique Losada, afirmaba en 2019 que estos visitantes dejaban unos 15 millones al año. Pero el impacto será menor este año, además de la reducción en el número de buques, porque los barcos navegan con cifras menores de pasajeros a las que se registraban antes de la pandemia, dado que un porcentaje de la ocupación del barco “tiene que estar libre”.

Pero si el efecto es negativo para el comercio y la hostelería de la ciudad, impacta directamente contra la línea de flotación de las consignatarias, que se dedican a gestionar los trámites, repuestos y servicios que requieren los barcos que llegan a puerto. Su situación, explica Moral, está “muy mal”. En el caso de Rubine e Hijos, “hemos aguantado porque llevamos muchos años en el sector [la empresa se fundó en 1876], pero asumiendo pérdidas. Intentamos ir conservando el personal que está con nosotros, pues el éxito de la empresa está en su personal, pero es una situación muy difícil”. Si antes solo trabajaban con cruceros, durante estos meses han realizado gestiones para algún barco de carga. “Si no, de qué vivimos” reflexiona el director general.

Parte del problema es que no se han podido beneficiar, como otros sectores económicos, de líneas de subvención en tiempos de pandemia. “Como estamos dentro de la logística y de el transporte, y siguieron viniendo barcos de carga, no ha habido ayudas para los que estamos en el sector. Cero” protesta Moral.

SIN TRABAJO PERO GASTANDO TASA

Otra de las principales quejas del consignatario proviene de la tasa de actividad de la terminal de pasajeros (el Muelle de Trasatlánticos). Se cobra a las empresas que operan en este, y en 2020, en atención a las dificultades ocasionadas por el coronavirus, la Autoridad Portuaria aplicó una bonificación del 60% para compensar el parón del COVID, una ayuda relativa si se compara con “facturación cero” explica Moral.

En cambio, este año, aunque “seguimos cerrados” no se ha establecido ninguna rebaja y “estamos pagando un 100% de la tasa de actividad”. El consignatario califica esta situación de “tomadura de pelo”, si bien culpa de ella al Gobierno central, ya que la decisión viene de Puertos del Estado y no de la Autoridad Portuaria coruñesa. Este año el Muelle de Trasatlánticos ha estado habitualmente vacío, con la excepción de algún buque como el velero de investigación y pasajeros Statsraad Lehmkuhl, participante habitual de la Tall Ships Race y que atracó a finales del mes pasado, o dos buques militares que llegaron en julio.

Por otra parte, la forma de trabajar de las empresas consignatarias está “cambiando constantemente, y con los cruceros va a seguir cambiando más” explica Moral, en gran medida debido a que todo se tiene que hacer de manera telemática. “Hay cosas que antes llevabas a la Diputación, papeles del barco” pone como ejemplo el consignatario “que ahora hay que escanear y pasar a sede electrónica. Tienes que tener mecanismos y herramientas para hacer estos temas”. En general, los cambios debidos al COVID han hecho que sea “mucho más lento todo” explica Moral, y si “antes te llegaba con una hora ahora tardas tres, y si tienes que hacerlo tarde te quedas toda la noche sin dormir por atender a un barco”.

Una comisión del Puerto vigilará las garantías sanitarias

La Autoridad Portuaria declaró ya en mayo de este año que estaba “preparado para volver a recibir escalas de cruceros” en cuanto se anunciase su vuelta, y, según declararon fuentes de la institución a este diario, durante el parón por el coronavirus se mantuvieron contactos con “navieras, operadores y organismos internacionales” para que los muelles de la ciudad mantuviesen las visitas de buques. Ese mes, el Puerto creó una comisión de coordinación para mantener las garantías sanitarias cuando se retome el tráfico. En ella participan Sanidad Exterior (competencia del Estado), la Consellería de Sanidade, la terminal de pasajeros, la Policía Nacional, la Guardia Civil, el Consorcio de Turismo y empresas privadas de consignatarios y navieras. La Autoridad Portuaria ha anunciado que llevará a cabo medidas para facilitar el distanciamiento mientras los cruceros estén en los muelles, así como para realizar los controles sanitarios necesarios para identificar casos de COVID. También habrá sistemas de información al pasaje, y se habilitarán espacios aislados dentro de las instalaciones portuarias para realizar controles e intervenciones. Por su parte, el Concello declaró en una respuesta escrita al Partido Popular que mantuvo contactos con compañías de cruceros como Royal Caribbean para conocer “de primera mano” los nuevos protocolos de seguridad.