“Después de cerca de veinte meses cerrados, una empresa como la nuestra, ya has perdido el hábito de toda la mecánica de trabajo. Es como empezar de nuevo”, reflexiona el fundador de Garufa Club, Pepe Doré. Asegura que afronta “con la máxima ilusión y con una incertidumbre muy grande” la vuelta a la actividad, que será el próximo día 30, con un concierto de la banda coruñesa de swing y dixieland Los Hot Chocolates.

No abrir no es una opción, pero levantar de nuevo la persiana tampoco es garantía de viabilidad con las condiciones actuales. “Ahora mismo abrir es una necesidad; se van a acabar los ERTE y seguir enfrentando los gastos normales de una empresa sin apertura significa el cierre”, asegura.

“A corto plazo, abrir significa endeudarse e intentar vislumbrar la luz al final del túnel. Lo preocupante es que comenzamos con muchas restricciones y nosotros, que solo tenemos interior, para cumplir las medidas que se barajan en la actualidad solo podríamos habilitar un 38% del aforo de la sala, lo que es siempre pérdida. Antes había conciertos en los que llenábamos y otros en los no, pero compensábamos unos con otros. Ahora, al 38%, siempre dará pérdidas”, señala. “Eso vale para aguantar unos meses, porque hay que abrir, pero es insostenible más tiempo”, advierte el empresario.

“Si las condiciones se dan y todo el mundo arrima el hombro, tiraremos hasta que se revierta esta situación, hasta que llegue la supuesta normalidad y, de ahí, tirar para adelante”, apunta. “No depende de nosotros. Estamos en manos del mercado [ríe], de las autoridades y de que el público responda con generosidad”, afirma.

Doré asegura que las ayudas han servido solo para paliar la caída y contener el descalabro. “Hemos tenido ayudas, pero representan aproximadamente el 40% de los gastos estructurales que hemos soportado estos casi dos años”, afirma. Y asume que “habrá que seguir negociando con los propietarios un alquiler adecuado a la situación”. “Si no hubiera sido así, ya hubiésemos cerrado hace un año con el alquiler que soportábamos”, explica.

“Si aguantamos —conjura—, en 2022 celebraremos nuestro 30 aniversario, desde la inauguración del Garufa de la Ciudad Vieja. Me remito siempre al primero porque es una andadura con continuidad, con la misma gestión y filosofía”, revisa, con la esperanza de poder llegar con la persiana levantada a la efeméride: en mayo.