Hace más de un año que se perdieron las conversaciones de barra. Los cafés por la mañana y las cañas de tarde mientras se intenta arreglar el mundo con un amigo o el camarero de siempre. Una imagen que volvió ayer, aunque con mascarillas y geles hidroalcohólicos de por medio. Un paso más en la desescalada de una hostelería dividida, pues no todos han tomado las medidas necesarias para subir de nivel y ocupar sus barras, es decir, contar con medidor de Co2, ofrecer a los empleados mascarillas FPP2, hacerles test de COVID y mantener la distancia de 1,5 metros entre clientes. “Son medidas de otra época, quizá del verano pasado. Totalmente ilógicas porque toda España está en proceso de desescalada”, critica el dueño de La Teresa, Diego Lis, que avisa que el sector está “súper quemado”.

Diego Lis, de La Teresa. CARLOS PARDELLAS

Estar en el nivel dos permite también aumentar aforos, con el 75% en interior y el 100% en terraza. Pero Pablo Acevedo, del Mesón Yéboles, todavía no lo ve claro, así que esperará a ver cómo evoluciona la situación. “Ahora mismo hay mucha incertidumbre, así que vamos a valorar si tomar más medidas o no. De momento, con distancia, no me compensa abrir la barra porque solo podrían sentarse tres personas y tengo un local grande con más mesas”, explica.

Manuel Carro, de Tasa A Troula. CARLOS PARDELLAS

En bares de tapas como La Bombilla o Vitak, donde era habitual ver a la gente agolpada en las barras, también han optado por seguir con el mismo protocolo que hasta ahora. “Nosotros seguiremos igual hasta que venga alguien de Sanidad a informarnos”, comenta Manuel Carro, desde la tasca A Troula, en la calle Barrera. Es de esos hosteleros que defienden, no obstante, el pasaporte sanitario. “Si me obligan a pedir el certificado de vacunación, yo encantado, me quedo más tranquilo”, analiza.

Pablo Acevedo, de Mesón Yéboles. CARLOS PARDELLAS

En la cervecería Sampaio de la calle Bailén sí colocaron taburetes ayer junto a la barra, pero la distancia que hay que mantener entre clientes hizo que las mesas sigan siendo la opción favorita de los clientes. Algunos, todavía despistados con la nueva normativa, preguntaban si podían o no situarse ahí. Quizá la costumbre ya les ha hecho obviar esas barras que hasta ahora estaban llenas de marcas para recordar la prohibición de usarlas.

“Llevamos un año y medio complicado y estas medidas son decepcionantes. Necesitamos ir hacia la normalidad. Nos tienen que dejar trabajar”, señala Diego Lis, que cree que con “limpieza y mascarilla” se podrían dar pasos adelante, sin necesidad de “pedir datos o medir el Co2”. Bares y restaurantes siguen teniendo que cerrar a la una de la madrugada. Además, los que se mantengan en nivel uno tienen aforos reducidos, del 50% en interior y del 75% en terraza.

La Xunta estudia pedir el pase COVID en el ocio nocturno

La Xunta estudia volver a pedir el certificado de vacunación COVID-19 tras el aval del Tribunal Supremo, pero no para exigirlo en bares y restaurantes, sino como requisito para entra entrar en locales de ocio nocturno. Un día después del fallo del Supremo, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, volvió a defender su uso “en los momentos de contagios superiores o en determinadas actividades para que se hagan sin límite y volver a la actividad económica”. El titular del Gobierno autonómico descartó recuperarlo ahora para entrar en bares y restaurantes, pues los casos de contagio han remitido y la vacunación ha avanzando de forma importante. Sin embargo, advirtió: “Aplicaremos la sentencia en el caso de que vuelvan a subir los índices de casos”. “Es la solución más necesaria, proporcionada y más idónea que las autoridades pueden implementar”, dijo.