El lucense Mago Rafa presenta hoy a las 19.00 horas su espectáculo de ilusionismo A nova maxialidade, dirigido a público familiar, en el Fórum Metropolitano. La obra es parte el ciclo Forumáxico, organizado por el Ayuntamiento.

¿Qué inspira el espectáculo?

Lo creé en la pandemia, cuando estábamos encerrados y se oía hablar de la nueva normalidad. A nova maxialidade era reivindicar que la cultura se podía seguir haciendo de manera segura, y que en el espectáculo íbamos a mantener la idea de magia familiar y cercana pero sin que fuese tan cercana físicamente y con gel, mascarilla...

¿Cómo se estructura?

Son números coordinados, no hay una historia en sí. A mí me gusta mucho la magia participativa, y sigue siéndolo: son los espectadores los que marcan el ritmo. Para mí es fundamental que ellos participen. Hay cosas que van a pasar y que ya están previstas, aunque la gente no lo sabe: muchas veces los espectadores reaccionan de la misma manera.

¿Ese es uno de los componentes de la magia, la psicología?

Creo que el 90% de un efecto de magia es la psicología. Lo de menos es el juego en sí. Siempre decimos que el mismo juego, presentado por dos magos diferentes, es totalmente diferente.

Usted creó una escuela de magia en 2007. ¿Cómo intenta transmitir esta psicología a los alumnos?

Cuando empezamos con la escuela, dijimos que no íbamos a hacer una fábrica de artistas, porque es imposible. Sobre la magia hay mucha información, pero está desordenada, y lo que buscábamos era canalizarla y ordenarla. El que realmente esté interesado en aprender en magia va a aprender siguiendo un orden: capítulo uno, dos tres... Si te interesa aprender magia, llegas al tres. Si no, has aprendido algunos trucos. Mi vida mágica tuvo un cambio en la época de la escuela, o un poco antes. Hasta entonces me consideraba un mago más, pero a partir de ahí conocí al mago argentino René Lavand, que considero mi maestro, porque me lo enseñó todo y me hizo ver que la magia no era el juego, sino la conexión. Una vez que eras capaz de conectar con el espectador, podrías hacer lo que te diera la gana, va a funcionar. Es lo que intento transmitir cuando doy clases.

¿Cómo llega a la magia?

Me encantaba desde pequeñito. Me acuerdo de ver un espectáculo del mago Antón en mi barrio, en Lugo, Merlín e familia. La historia era que se había encontrado en los montes del Courel con el mago Merlín y le había cedido sus poderes. Llegado el momento, también tendría que ceder sus poderes a otra persona. Yo soñaba: “Ojalá me encuentre con Antón y me ceda a mí los poderes”. Esa fue la primera inyección. Más adelante conocí a un mago bosnio que vivía en Lugo, y me dijo, nos reunimos todos los lunes, vente y si te gusta vas a aprender. Allí estaban todos los magos, también Antón. Y desde aquellas hasta hoy.

Ahora los niños están muy expuestos al móvil, a otros estímulos... ¿Esto obliga a los magos a cambiar?

Todo va avanzando y se va modernizando, y las cosas van cambiando. Un aliciente que tuvimos los magos fue el programa El mago enmascarado, de Antena 3, que se dedicaba a destripar los juegos. Nos sirvió para renovar, quizás estábamos muy en nuestra zona de confort. La tecnología ayuda mucho, pero creo que hay que usarla lo justo. En cuanto alguien detecta que hay algo tecnológico, se pierde esa ilusión.

¿Cómo combina en los espectáculos a niños y adultos?

Va en la personalidad del mago. Yo actúo para niños y adultos exclusivamente, pero lo que me gusta realmente es actuar para los dos grupos, y mis espectáculos están enfocados a la familia. El juego le tiene que gustar al niño, pero hay que darle una historia para que el adulto también se sorprenda. Tienes que buscar a veces el doble lenguaje, a veces algo que parezca muy sencillo para que los niños alucinen y el padre diga “ah, qué fácil es”, y entonces darle por otro lado y que vea que no era así. Tengo varios juegos en el espectáculo que son así y me encanta. Les ves cómo les va cambiando la cara desde la sonrisa esta pícara de “ah, ya sabemos cómo va”, cómo lo hablan entre ellos... Es increíble en los niños, pero aún más en los adultos.