En nuestra peruleira caza de anécdotas, que nos lleva a acechar a desprevenidos vecinos, asistimos en Adormideras a una lección que impartía una madre a su hijo mientras caminaban, siguiendo la tradición peripatética. “Todos tenemos un cerebro” explicaba la mujer, cuando un recuerdo, quizás de un programa del corazón o de una tertulia política, ensombreció su rostro y enmudeció su lengua. “Al menos, la mayoría”, acertó a seguir, temerosa de que el vástago considerara a ciertos congéneres seres pensantes. ¡Gran error! En el cerebro, con sus 100.000 millones de neuronas y sinapsis innúmeras, gobierna todo: también ofuscarnos, errar, ceder a impulsos cerriles. Para algunos, sobre todo eso.