El barítono coruñés Pedro Martínez Tapia es el director de la coral El Eco, y un veterano de la Temporada Lírica, de la que ha participado en una decena de ediciones. Mañana actuará a las 18.00 en Padre Rubinos para los usuarios del centro, dentro del programa de Lírica Inclusiva.

¿Cuál es la idea del recital?

Se planteó hacerlo en un lugar que a priori puede parecer ajeno a la actividad artística habitual, pero donde si cabe es más necesaria. Actuaré con el pianista Gabriel López, mi ángel de la guardia (ríe), que fue profesor mío y ahora mi amigo. Él tocará un par de cosas solo, y yo cantaré algo de ópera, de Rossini y Mozar,t como el aria de Leporello, de Don Giovanni, o la de Fígaro, de Las bodas de Fígaro, que son muy expresivas. También zarzuela, con obras como Calor de Nido, y musical americano: Los Miserables, The Sound of Music, Edelweiss. Tiramos de cosas conocidas, o, si no, de fácil escucha.

¿La ópera precisa de un sonido entrenado? ¿Es más difícil que llegue que otra música?

En absoluto, para nada. La ópera fue música popular, en algún momento, aunque eso se perdió. Es un arte universal, y debemos, con responsabilidad, como lo está haciendo Amigos de la Ópera, llevarlo a sitios como este: una institución con gente que probablemente no pudiera acercarse al teatro Colón. Es mucho más trascendente para ellos nuestra presencia ahí que lo que puede ser para la gente que va al Colón, que está más acostumbrada. Y no es necesario entrenar ningún oído: no hace falta más que interés, escuchar y dejarse llevar por las emociones. El saber es una cosa, pero el disfrutar no tiene nada que ver. Yo no sé de fútbol, pero salto con los goles del Deportivo.

¿Cree que las obras clásicas se deben adaptar a la actualidad?

Los sobretítulos son totalmente necesarios. Sobre la modernización de la ópera... Es que la ópera es moderna. Habla de problemas que tenemos hoy. Muchísimas tienen frases lapidarias que podríamos decir hoy. Se ofrecen recursos que antes no había: medios técnicos de luces, materiales, con los que se pueden hacer virguerías, y se hacen puestas en escena fabulosas. Hay que incorporar las cosas que puedan sumar. Las que no suman y solo crean polémica, o intentan llamar la atención, son superfluas, no tienen sitio. La ópera ya es suficientemente grande, como género, y ya lo tiene todo dentro, no hace falta aderezarla mucho.

Ha participado en muchas ocasiones en la Temporada Lírica. ¿Qué ha supuesto para usted?

La primera oportunidad importante la tuve aquí, y gracias a ello he cantado en más sitios. Esto parece natural, pero no pasa habitualmente. Sí ahora que hay crisis, pero en las vacas gordas solo A Coruña ponía en el ruedo a sus artistas de producción propia. Es mi décima temporada en Amigos de la Ópera: he hecho recitales solo, óperas, la zarzuela en el año pasado... En la asociación veo una gestión responsable de un presupuesto, que combina el artista consagrado con el que está empezando aquí. Esa es una fórmula mágica que ha dado muy buen resultado, y a nivel personal siempre digo que es una especie de máster. Las prácticas profesionales son difíciles en este gremio. Aquí he conocido a artistas de talla mundial, y verles trabajar de cerca, poder actuar con ellos, es una experiencia increíble.

Empezó a cantar en el Eco. ¿Cómo fue su llegada a la música?

Fue casualidad. En mi familia hay tradición de música, pero no profesional, y empecé muy tarde. Mi tío Fran tenía dos pianos, dejó de tener dos casas y me regaló el que me sobraba. Empecé a tocarlo, y en esa época empecé en la coral infantil de El Eco, en el conservatorio... Luego dejé el piano, por el bien de la humanidad, y me dediqué al canto, aunque no sé si hice mucho favor (ríe).