Víctor F. Clares fundó en 2017 el grupo Ladilla Rusa con su amiga de la infancia Tania Lozano, y desde entonces han combinado música y humor en su disco Estado del Malestar (2018) y en varios singles. Hoy actúan en Inn Club a las 23.00 horas (las puertas abren a las 22.00 horas).

En su último single, Todos los días lo mismo, hablan de estar en un trabajo alienante, luego emborracharse y buscar excusas ante el jefe para no ir a trabajar. ¿Autobiografía?

(Ríe) Lo hemos hecho pocas veces, pero lo hemos hecho. Tania y yo tuvimos que aceptar muchos trabajos muy precarios mientras estudiábamos Periodismo, donde se nos trataba especialmente mal y las condiciones eran bastante deleznables. Pero en general somos buena gente y seria, aunque de vez en cuando hay que armarla un poco.

¿Hay un cierto componente de denuncia, desde el humor?

Totalmente. En estos momentos en los que se habla tanto de la salud mental, hay gente que no puede dejar de trabajar cuando tiene ansiedad y depresión. Queríamos tener un recuerdo para los currelas, una palabra que hay que reivindicar.

Hacen parodias a Marta Ferrusola, al rey emérito...

Nuestro objetivo principal es hacerlo pasar bien. No nos interesa tanto la crítica, aunque en alguna canción está de manera implícita o explícita. Otras son simplemente diversión, y yo creo que divertirse también es una acto político, una manera de estar en la vida. No hace falta estar todo el rato pensando en los problemas. Nos gusta fantasear y dejar volar a la imaginación; si puede haber una crítica de fondo, pues bien.

Además de currela, también reivindican la palabra charnego.

Somos de familias andaluzas que fueron a Cataluña, y pertenecemos a la periferia de Barcelona, de gente inmigrante. Nuestra cultura es la catalana, pero escuchábamos músicas que no se escuchaban tanto en los medios de allí, como Tijeritas, Los Chichos y la tecno-rumba. Somos muy abiertos de mente y hemos consumido cultura de todo tipo.

¿Cuál fue la primera vez que hicieron una canción de broma?

Las primeras se las escribíamos a nuestros profesores, amigos, familiares... Cada vez que ocurría una anécdota ridícula arrancábamos con un estribillo improvisado. Muchas todavía las seguimos cantando en lo privado. Tania y yo siempre nos hemos comunicado mucho a través del humor, y tenemos una complicidad que la gente ha percibido.

¿Y por qué dieron el salto a subir una de estas canciones a la Red?

Fue un poco una inconsciencia, no lo planeamos. Fue un día de fiesta, teníamos un estribillo, terminamos la canción y dijimos: “Vamos a producirla bien y a sacarla”. Pero sin ningún tipo de pretensión de seguir con otras. Pero tuvo tanto éxito que nos animamos a hacer más, y ahora nos estamos dedicando ala música. Ha sido muy loco todo.

¿Y cómo nació el nombre?

Queríamos un nombre que fuera un juego de palabras, pues es lo que define nuestra música: las dobles lecturas, las sorpresas... Y con un espíritu punk. Puede parecer que nuestra música es un poco petarda, pero somos más punk que petardos. El nombre era ideal para englobarlo todo.

¿Cómo ha afectado el COVID a sus directos?

Antes invitábamos al público al escenario a hacer coreografías, bajábamos a cantar en medio del público y hacíamos una pasarela en la platea... Pero la gente que nos viene a ver tiene un espíritu muy gamberro, y lo hemos recibido aunque estuviesen sentados. Hemos cambiado cosas: por ejemplo, introducimos alguna performance, como una especie de misa antes de la canción Criando Malvas, pidiendo a la gente que encienda las linternas de los móviles. Se trata de intentar buscar otros golpes de impacto, adaptados a las nuevas necesidades.

¿Cuáles son los planes de futuro?

Estamos preparando un disco nuevo. Tenía que salir este otoño, pero hemos tenido muchos conciertos, y no los hemos podido rechazar porque necesitábamos recuperar todo lo que perdimos el año pasado. Al final saldrá en la primavera de 2022, si todo va bien.

¿Es verdad que Isabel Coixet les propuso dirigirles un vídeo musical?

(Ríe) Sí, sí. Nos escribió una vez, y pensábamos que era una broma, pero no, era en serio. Un día nos conocimos en persona y nos lo volvió a recordar. Queda pendiente, y seguramente algún día pasará.