“Es un testimonio que tiene gran interés desde el punto de vista histórico y literario”, comenta Jesús Blázquez, director de Ediciones 98, sobre El terror rojo y Una isla en el mar rojo, las dos obras de Wenceslao Fernández Flórez que acaba de publicar y que narran las vivencias del escritor durante su año escondido en Madrid tras el estallido de la Guerra Civil. Para Blázquez, el autor es “uno de los mejores escritores del siglo XX en castellano”, por lo que cree que en la primera de las obras, la única suya de carácter autobiográfico, hace “una crónica maravillosamente escrita de lo que aconteció en aquellos momentos”, mientras que la segunda es una novela en la que narró esos mismos hechos pero con algunos personajes de ficción.

El terror rojo fue publicada originalmente en portugués en 1938 y nunca fue traducida al español ni publicada en sus obras completas. Una isla en el mar rojo salió a la luz seis meses después, en 1939, y tuvo bastante difusión pero no se volvió a editar. “Salió totalmente traumatizado de la experiencia”, explica Blázquez sobre la odisea de Fernández Flórez en Madrid, donde se escondió en varios lugares y embajadas hasta que pudo escapar a Valencia y de allí a Francia. El título de la novela se debe a que en su escondite se sentía “como una isla en el mar de sangre creado por los miles de asesinatos que se produjeron en Madrid en esa época”.

En el prólogo advierte de que la escribió para alejar de su alma unos sucesos “con la esperanza absurda de que no retoñen en ella”, por lo que el editor sospecha que las dos fueron una “terapia” para él, ya que en su casa de Cecebre hay una habitación con una trampilla secreta para acceder a un desván en el que ocultarse en caso de ser perseguido.

“Como reportero quiso informar de lo que podía suponer un proceso revolucionario como el que ocurrió en Madrid en ese momento, tenía el deber moral de hacerlo”, opina Blázquez, quien recuerda que durante la guerra fueron asesinados 60 compañeros de Fernández Flórez en la redacción de Abc. “Fundamentalmente era un gran escritor que ejercía como periodista”, señala el responsable de Ediciones 98, ya que desde los 15 años trabajó en la prensa, primero en A Coruña y Ferrol y después, aún muy joven, como cronista parlamentario en Abc, donde sustituyó a Azorín. “Como reportero tuvo una experiencia única en la guerra que cultivó como periodista y escritor en estas dos obras”.