La energía de las pisadas puede emplearse para generar frío o calor. Con eso en mente, cuatro investigadores del grupo Quimolmat-Materiales del Centro de Investigaciones Científicas Avanzadas (CICA) de la Universidade da Coruña han desarrollado una de las primeras básculas barocalóricas del mundo. “Nuestra investigación se centra en desarrollar nuevos materiales sólidos que sirvan como refrigerante, para sustituir a los gases”, informa Juan Manuel Bermúdez, uno de los miembros del grupo, formado también por Javier García, Ignacio Delgado y Jorge Salgado.

Esos gases, que ahora se utilizan para, por ejemplo, enfriar neveras, tienen los días contados, de ahí la importancia de buscar alternativas respetuosas con el medio ambiente. “Hay un acuerdo internacional para prohibir o reemplazar la mayoría de gases refrigerantes. El objetivo es eliminar, hasta 2030, el uso del 80% de esos gases”, explica. Los materiales sólidos que estudia e investiga este equipo podrían ser los sustitutos. “Hemos ido un paso más allá y diseñamos un primer dispositivo para utilizar estos materiales”, añade. El trabajo ha sido publicado en la revista Materials.

Se trata de una báscula que aprovecha la energía generada por la presión de las pisadas al caminar para transformarla en frío o calor, y así utilizarla como sistema de bajo coste de refrigeración o calefacción. “Igual que una báscula tiene un sensor para calcular cuánto pesamos, en este caso contiene el material sólido y así, cuando nos ponemos encima, se comprime y se genera ese efecto de refrigeración”, detalla Bermúdez. Su funcionamiento puede probarse en un prototipo instalado en la exposición Galicia Futura del museo Gaiás de Santiago, que permanecerá abierta al público hasta el 9 de enero.

Este grupo de investigación del CICA, cuyos miembros tienen menos de 35 años, se propone más retos. “Esto es una prueba piloto. El próximo paso es extraer el poder de calefacción o refrigeración y dirigirlo hacia donde queremos emplearlo”, desvela, y expone algunos ejemplos: “Unas zapatillas deportivas que transmitan el frío a los pies o el suelo de un edificio que pueda generar frío para trasladar a todas las plantas y ahorrar en aire acondicionado”.

Son alternativas que “urgen”, según Bermúdez, y que no dañan el medio ambiente, como sí lo hacen muchos gases que se utilizan actualmente. Todavía es pronto para hablar de esto como una realidad, pero los investigadores opinan que “abre las puertas a futuras tecnologías más avanzadas”. “Estos dispositivos podrían ser útiles también para prendas de ropa auto-refrigeradas en profesiones que sufren de estrés térmico, como atletas, bomberos, mineros, soldadores, albañiles e incluso personal sanitario”, señala.

Tras la publicación en la revista científica Materials, el objetivo de estos cuatro investigadores es “hacer una escala a lo grande para insertar este dispositivo o bien adaptarlo a espacios muy pequeños, como la suela de un zapato”, cuenta.

El CICA, centro al que pertenecen García, Delgado, Salgado y Bermúdez, nació en 2015 con la misión de reunir grupos de investigación punteros en química y biología estructurados en tres áreas: Biomedicina, Nanociencia y Materiales Avanzados y Alimentación, Contaminación y Salud.