Aunque nací en el barrio vigués de O Calvario, viví desde pequeño en A Coruña, a donde mi familia se vino a vivir porque mi padre fue contratado como jefe de mecánicos en la fábrica de camisas Texman, situada en O Ventorrillo, cuando toda aquella zona estaba sin urbanizar. Nos instalamos en las conocidas como Torres de Mantiñán, en la ronda de Outeiro a la altura de la calle Barcelona, aunque más tarde nos trasladamos a la calle Colombia, donde aún siguen viviendo mi madre y mi hermana Mari Carmen.

Cuando me casé con María Benito —coruñesa de la calle Puerta de Aires con la que tengo un hijo llamado Daniel y que tiene una nieta, Nora— nos fuimos a vivir a la calle de la Estrella, donde estuvimos una década, tras lo que nos mudamos a la entonces plaza de Millán Astray, hoy de As Atochas.

El autor, en una imagen de su niñez.

El autor, en una imagen de su niñez. La Opinión

Cuando tenía dos años enfermé de poliomelitis, de la que hoy en día aún tengo secuelas, por lo que de pequeño me costó bastante estudiar y tuvieron que ayudarme mucho. A partir de los trece años empecé a valerme por mí mismo y comencé a estudiar en el Instituto Politécnico de A Sardiñeira, donde empecé Electrónica, aunque luego pasé a la Escuela de Formación Profesional Acelerada, donde terminé los estudios de oficial de Electromecánica.

Pero nunca llegué a ejercer esa profesión, ya que al terminar de estudiar me dediqué por completo a la música, que siempre me había gustado y que había aprendido a tocar de forma autodidacta. Empecé a trabajar en orquestas coruñesas como Microns y Sacramento, además de en grupos de folk. También toqué durante 17 años en el local Saloon, situado en los porches de la Marina y famoso por el indio de madera que tenía en la entrada, lo que me permitió conocer a artistas de todo tipo que actuaban en los teatros de la ciudad y venían allí antes y después de las funciones.

Antonio, en su infancia, tocando dos intrumentos.

Antonio, en su infancia, tocando dos intrumentos. La Opinión

Después de casarme entré en La Grande Obra de Atocha para dar clases de música, tras lo que luego fui conserje del colegio hasta mi jubilación. En la actualidad tengo un grupo musical llamado Antoloxía con el que hemos grabado dos discos patrocinados por la Xunta y la Diputación que son un homenaje al gran cantante Pucho Boedo y a la orquesta Los Tamara. También dirijo la sección musical del Orfeón Herculino y el cuarteto Los ratones, con el que hacemos sesiones vermú para los amigos y que está formado también por Marcos, Corral y Juan Guntín.

En mi juventud, con mis amigos Ripamonti y Julio Anta formé el Trío Vagalume, con el que hacíamos festivales en los colegios para recaudar fondos para asociaciones benéficas coruñesas. Ellos dos, además de Luis Ringo, Jay y Javier Chingla fueron los miembros de mi pandilla, quienes me ayudaron por las limitaciones que tenía a causa de mi enfermedad, por lo que siempre les estaré agradecido. Gracias a ellos pude disfrutar de las fiestas a las que íbamos tanto en la ciudad como en los alrededores, ya que con ellos no tenía ningún tipo de complejo. Recuerdo que en A Coruña íbamos a La Granja y al Xornes, mientras que fuera de la ciudad lo hacíamos a Os Condes, El Seijal y El Moderno.

Con el padre Rodrigo, de los Dominicos, participé durante cinco años en el festival Intercentros, que se desarrollaba en el Coliseum y también participé en una final del concurso Menudos cantantes, que organizaba el Ayuntamiento en carnavales.

Testimonio recogido por Luis Longueira