“¿Cuántas personas hay detrás de una flor?”. Eva Fariñas gerente de la Floristería Calo, se hace esta pregunta. Y ella misma aporta la respuesta. “Hay que plantarla, cuidarla, dejarla crecer 90 días, sulfatarla, mimarla, cortarla, trasladarla y conservarla. Y todo eso por 1,20 que cuesta un clavel ¿Es caro?”, insiste. El clavel que el año pasado se vendía por un euro ha subido su precio, al igual que otros tantas variedades que viajan en avión desde las latitudes más insospechadas.

Lo notan en las floristerías coruñesas, en las que viven el fin de semana con la bonanza que caracteriza a las vísperas de Difuntos. Una recuperación que llega tras el duro golpe del año pasado, cuando, debido al anuncio de inminentes restricciones de movilidad para ese mismo día, muchos clientes cancelaron sus encargos a última hora al no poder desplazarse a las localizaciones de sus cementerios. “Lo sufrimos todos los compañeros. La gente empezó a anular las cosas, que teníamos preparadas después de toda la noche trabajando. Cuando empezó el estado de alarma, al día siguiente, empezaron a sonar los teléfonos. Fue igual para todos, pero eso tampoco te consuela”, recuerda ahora la gerente de Floristería Calo.

Este año, el sector afronta la fecha con las agendas llenas de encargos y desbordados de trabajo, pero con mucha más tranquilidad ante la nula perspectiva de que tal panorama vuelva a repetirse. Lo que sí preocupa es el encarecimiento general del producto, que achacan a diversos motivos, y que obliga a que muchos tengan que reducir sus ganancias para no cargar al cliente final con el sobrecoste.

“La crisis mundial del transporte revierte en el precio del producto, que se incrementó mucho, al margen de que la flor en difuntos siempre sube un poco. Este año, dos días antes no sabíamos el precio de la rosa. Hay flores que vienen en avión, que es muchísimo más caro traer”, aventura Fariñas. Un incremento que percibió, también, María Teresa Vázquez, de la Floristería Marga, que se afana en preparar los encargos que los clientes pasarán a recoger en los próximos días., “Está siendo progresivo, como cae en fin de semana, la gente está viniendo más repartida. Hay recuperación, pero hay un problema severo de precios”, asegura.

Vázquez señala, como posibles motivos, la situación generada el año pasado, que el sector todavía arrastra. “El año pasado, los productores tuvieron que tirar mucha mercancía. Este año no sé si será que plantaron menos, o que se incrementó el precio de la luz y eso afectó en las cámaras. Influye el tema de los transportes. Hay desabastecimiento de las que vienen de Ecuador y de Colombia”, asegura.

Una inflación que ha rebotado, también, en otros productos ligados a la floristería, como las esponjas, pero que algunos negocios tratan de absorber para que no sea el cliente quien tenga que asumirlo. “La gente se está llevando cosas más económicas, y mucho de plástico. No puedes repercutir la subida en el producto final”, argumenta la florista.