El Centro de Extensión Universitaria y Divulgación Ambiental de Galicia (Ceida) avanzó ayer los datos de su proyecto Aves Ártabras sobre la situación de estos animales, que concluye que el Golfo Ártabro se ha convertido “en un bastión” para algunas especies que por primera vez anidan para reproducir en la costa gallega.

Cuervos marinos. | // LA OPINIÓN

Estos estudios del Ceida incluyen censos para conocer la situación y tamaño de las poblaciones reproductoras, así como un seguimiento mediante anillamiento científico, la instalación de GPS o el estudio de depredadores, informan fuentes de este centro de investigación. Entre otros datos destacados, figura el descubrimiento por primera vez en el Golfo Ártabro de una pareja de ostreros en la costa de Ares. Esta ave, considerada vulnerable en el Catálogo Gallego de Especies Amenazadas, se puede ver con frecuencia en las rías gallegas, donde pasa el invierno un importante número de aves de las poblaciones europeas, si bien esta especie escasea como reproductora en Galicia.

Prácticamente ausente en la Península Ibérica durante el verano, en la actualidad anida en una pequeña población del Delta del Ebro y en una serie de pequeños islotes de la Marina lucense, Ría de Arousa y Cantábrico.

Otros datos de este proyecto del Ceida hacen referencia a la pardela cenicienta, una especie amenazada, presente únicamente en islas de la Macaronesia y que recientemente colonizó los archipiélagos de Cíes, Sisargas y Coelleira.

Estas aves emplean durante el verano “la totalidad de la costa gallega para su alimentación; además, se detectaron viajes espectaculares de mas de una semana de duración y millares de kilómetros recurridos por el océano Atlántico. Nunca hasta ahora se habían conocido con tanto detalle los viajes de las pardelas de estas islas ni sus datos poblacionales”, sostiene el técnico Sergio París.

El cormorán cristado o moñudo es otra especie considerada legalmente como vulnerable que ha encontrado en la Costa Ártabra un escenario idílico para su reproducción, donde se han censado un total de 296 parejas que, según su tendencia poblacional, cumple criterios para ser considerada en peligro de extinción en Galicia.

Esta cifra, detalla el Ceida, supone el 15 % de la población de la especie en la Península Ibérica, lo que la convierte en el principal valor ornitológico de este territorio, un “bastión” para la conservación de la especie.

En cuanto a otras especies, este centro alerta de la preocupante situación de la gaviota patiamarela en la costa occidental de A Coruña, con un descenso del 70 % en la última década; en las Sisargas llegaron a alcanzarse las 13.000 parejas en los años noventa, frente a las menos de 3.000 de la actualidad.