En un tiempo no muy muy lejano, los coruñeses encontraban en la calle Real el paraíso de cualquier niño: tiendas de juguetes, con artilugios de todo tipo para disfrutar, compartir y, por qué no, presumir ante los amigos. El Brillante, Bazar Freijido, La Gran Bretaña, Moya, Madame X, Bazar del Siglo XIX o el Bazar de Pepe ya solo sobreviven en la memoria de muchos. Lo mismo pasará con Catina. Esa tienda del número 68 de la calle Real en la que se pueden encontrar no solo juguetes, también puzles, imanes, artículos de artesanía, ropa y peluches. Recuerdos para los que vienen de visita, pero también un refugio para los de siempre. Hace unos días, en el escaparate, junto a todo lo que vende, han aparecido los carteles de liquidación por cierre.

Se abre así un nuevo capítulo, y triste, en la historia de los establecimientos míticos de la ciudad. Muchos coruñeses se han detenido en este local para ver las últimas novedades o entrar, desesperados, en busca del juguete más deseado de la Navidad. En Carnaval, las pelucas y antifaces suelen conquistar el escaparate. Un negocio mágico que siempre ha ido al compás de las fiestas de la ciudad y deseos de sus clientes. Ahora los juguetes del Catina buscan un nuevo hogar. Les quedan pocos meses para hacerlo, pues el dueño del establecimiento familiar, que cogió las riendas hace más de 45 años, prevé cerrar definitivamente en abril. Por delante quedan sus últimos Reyes Magos y también el Carnaval. Una despedida por todo lo alto. Una última etapa que se recordará como ahora se viaja en el tiempo a 2005 para rememorar el último juguete vendido en el Bazar Freijido después de 83 años de actividad o se piensa en el Bazar de Pepe, inaugurado en 1929 en el número 80 de la calle Real, cada vez que uno pasa por delante de la Farmacia Villar, que ahora ocupa ese bajo.

Esta vía comercial, una de las más importantes de la ciudad, se despedirá en 2022 de las jugueterías tradicionales. Solo queda el Porvenlandia de la calle de la Estrella. Mientras que la calle Real concentra la magia en franquicias como Din y Don o Eureka Kids. Los tiempos cambian, pero los recuerdos permanecen.