“Nos dijeron que le habíamos salvado la vida”

Para Pablo Casal el día de ayer empezó como uno más de los que lleva en la portería del edificio 18-20 de Fernando Macías, aunque una llamada al telefonillo lo cambió todo. Era una vecina que le preguntaba si podía subir a su vivienda porque se estaba duchando, le había dado un tirón y no era capaz de cerrar el grifo. Como siempre que lo llaman, él acudió a ayudar a esta mujer y ya notó que no estaba como todos los días, que algo le pasaba, aunque aún no sabía bien qué era.

Le cerró el grifo, y la ayudó también a acostarse, ante su negativa a que llamase a una ambulancia o la llevase al médico. Pablo Casal le comentó a su compañera, Loli Ochaíta, que es la encargada de la seguridad de las dependencias de la Seguridad Social que hay en el inmueble, qué le había pasado y, con ella y con un vecino que es miembro de Protección Civil, decidieron que había que llamar al 061.

“Accedimos por el patio de la Seguridad Social con una escalera y la vimos en la cama como yo la había dejado, la llamamos por teléfono y por la ventana y no nos respondía, entonces, llamamos al 061 y ellos a la Policía y a los Bomberos, porque les dijimos que la puerta de la casa estaba cerrada”, relata Pablo Casal. Como solo había dado un portazo y nadie había pasado la llave, los Bomberos consiguieron facilitarle el paso a los sanitarios, que se encontraron a la vecina ya inconsciente en la cama.

“Nos dijeron que le habíamos salvado la vida, que si esperamos un poco más, no lo contaba”, relataba ayer Pablo, porque en una primera evaluación, los médicos habían visto que lo que le había pasado a esta vecina no era un tirón en la espalda ni una indisposición transitoria, sino que le había dado un ictus, por eso no era capaz de hablar bien ni de caminar.

“Es importante que llamen siempre a los servicios de emergencias en un caso como este, aunque la persona no quiera o esté confundida, porque se le puede salvar la vida”, relataba ayer Pablo, que considera “una suerte” que la vecina le llamase porque no era capaz de cerrar el grifo y que no se hubiese tumbado en la cama porque ellos no habrían sabido qué le pasaba, ya que vive sola.

“Llevo un día de locos. Tengo el portal aún sin fregar y todo sin hacer, pero lo importante es ella, que se recupere y que se ponga bien para que pueda volver a bañarse en Riazor, que va todos los días, porque es una mujer muy activa”, comentaba ayer Pablo, que hace tres años cambió su antiguo trabajo de repartidor por la portería de este edificio en Fernando Macías.

Asegura que, sobre todo al principio, sus amigos le hacían muchas bromas con Emilio, su homólogo en La que se avecina, pero que las lleva muy bien porque es un trabajo que le “encanta”.

Loli solo lleva unos meses trabajando en la comunidad, pero asegura que los vecinos tratan a Pablo Casal como si fuese “de la familia” y es que, aunque no esté escrito en ningún sitio, este profesional considera que parte de su trabajo es intentar que toda la comunidad esté bien, que los mayores salgan a la calle y que se sientan acompañados y que los niños tengan una infancia muy feliz, así que, eso es lo que él hace y, a veces, como ayer, también salvarle la vida a sus vecinos.