La pretensión del Concello de adquirir el inmueble que ocupa el número 15 de la calle Payo Gómez y el 16 de la calle Teresa Herrera, donado en 1940 a la ciudad por el filántropo coruñés Manuel Piñeiro Pose, lleva consigo la posibilidad de que la administración local reclame las cantidades que desde 1985 hasta el presente no percibió y debían ser destinadas a fines benéficos, como señalaba el testamentario en su herencia. Los únicos ingresos procedentes del legado a favor de la Beneficencia de los que hay constancia son los que corresponden al periodo comprendido entre 1977 y 1984, ambos años incluidos, y desde 1985 no hay más, según recoge el expediente municipal de la herencia de Piñeiro Pose, firmado por el área de Rexeneración Urbana al final del mandato pasado.

El testamento del acaudalado vecino de la ciudad dispone que los seis albaceas nombrados para administrar la herencia dedicasen las rentas derivadas de una parte del céntrico edificio a cuidar su tumba y oficiar misas por su alma y la de su esposa y familiares cercanos, que el Ayuntamiento calcula en el 6,5% del total; el resto de los beneficios tendrían como destinatario el Hospital Municipal para llevar a cabo “fines benéficos”, especialmente mejorar su “tratamiento científico y la alimentación de los enfermos”.

El informe de mayo de 2019, poco antes de finalizar el mandato de Marea Atlántica, apunta que el Hospital Municipal desapareció en 1985, momento en el que dejó de obtener ingresos por parte de los gestores del inmueble. Los albaceas desconocen qué entidad o administración asumió sus funciones. Ese dinero que según la documentación dejó de percibir desde entonces el propio Ayuntamiento es el que ahora podría reclamar la administración local si completa el proceso de adquisición del edificio con su inscripción en el Registro. El destino que el Concello le daría a esas cantidades retenidas sería los fines benéficos establecidos por Piñeiro Pose.

La alcaldesa, Inés Rey, informó ayer de que el Ayuntamiento abonará 172.339 euros para heredar el edificio que el filántropo legó a la ciudad a cambio de que la administración local pagara las misas en su memoria y velara por su sepultura y las de sus familiares. En 1938 la cantidad establecida para este fin ascendía a 140.000 pesetas, cifra que hoy equivale a los 172.339 euros que ingresará el Concello. Una vez depositada esta cantidad en la cuenta habilitada en el juzgado de instrucción, el Concello procederá a inscribir a su nombre el inmueble de Teresa Herrera y Payo Gómez en el Registro de la Propiedad, según informa el Gobierno local.

Dado que ya no existe el Hospital Municipal y hubo irregularidades en la constitución de la Fundación Legado de Don Manuel Piñeiro Pose, a cuyo nombre figuran las casas del edificio —el Registro de Fundaciones no tiene conocimiento de la entidad—, el expediente municipal, apoyado en estas evidencias, propone que sean los servicios sociales del Ayuntamiento los que proporcionen “mayor garantía” para el cumplimiento de los fines benéficos dictados por el filántropo hace más de ochenta años.

Según el informe que investiga la donación, “no es de recibo” que en el Registro de la Propiedad permanezca a nombre de una persona fallecida en 1940 la titularidad de los bienes que legó en su testamento, ya que el mantenimiento de esta situación “es consecuencia del incumplimiento de la voluntad del testador” de dedicar las rentas al Hospital Municipal para fines benéficos.

A la adquisición de la propiedad del inmueble por parte del Concello se oponen los tres albaceas de la donación de Manuel Piñeiro Pose, que se basan en que la pretensión municipal, adelantada por LA OPINIÓN hace dos años, se apoya en un acuerdo plenario de 1940, en la dictadura, lo que los lleva a “cuestionar” tanto su “legitimidad como su legalidad”. También indican que el acaudalado vecino legó el edificio para ayudar al Hospital Municipal, y en la actualidad no está claro que el Ayuntamiento lo haya sustituido como legatario.

Piñeiro Pose dispuso en su testamento que las fincas del centro de la ciudad quedasen administradas por seis albaceas: el abad de la Colegiata, el presidente del Monte de Piedad, la madre superiora de las Hermanas de la Caridad (responsable del Hospital Municipal), el decano del Colegio de Notarios y los párrocos de Santa Lucía y San Nicolás. De estos, todos han renunciado al cargo o han desaparecido, excepto el abad y los sacerdotes, que son los que se oponen a la pretensión del Concello.

Inés Rey manda un mensaje de “tranquilidad” a los vecinos: “No se va a perjudicar a nadie”

La alcaldesa, Inés Rey, informó ayer tras la Junta de Gobierno Local, de que el edificio que ocupa las esquinas de las calles Payo Gómez y Teresa Herrera pasará a ser propiedad municipal porque “así lo estableció el filántropo Manuel Piñeiro Pose en su testamento”. En el edificio frente a la plaza de Pontevedra, en el que hay 30 viviendas, todavía hay residentes, por lo que la regidora quiso mandarles un “mensaje de tranquilidad”, como ella misma calificó. “No se va a perjudicar a nadie”, señaló, aunque desveló que la intención del Concello es que el inmueble “se pueda destinar a medio plazo a usos públicos”. No habló de fechas y tampoco de cómo se va a afrontar la situación de los vecinos, pero sí avanzó que “se va a analizar caso a caso, se respetarán los contratos firmados y los derechos de los inquilinos”. Así que, en principio, el desalojo no entra en los planes del Gobierno local, que incorporará este edificio a su patrimonio tras muchos intentos. “Tenemos constancia de gestiones municipales, como mínimo, desde 1999”, comentó Inés Rey, que aplaudió que se haya encontrado “la fórmula jurídica para hacerlo”. La alcaldesa insiste en que “hasta que no quede expedito y libre, no se van a tomar decisiones” y avisa que se trata de “una de las incorporaciones al patrimonio local más valiosas de los últimos tiempos”.