Los creadores de la revista Mongolia, Darío Adanti y Edu Galán, traen hoy a la sede de Afundación a las 20.30 horas su espectáculo Mongolia sobre hielo, en el que interpretan a dos empresarios de izquierdas que se ven obligados a financiar su revista con un circo sobre hielo ante la crisis del sector. En el show, reparten para todos: derechas, izquierdas, nacionalismos, neoliberalismo, con mucha sátira y humor adulto. Un espectáculo para todos los públicos. O para ninguno.

Empezaron con Mongolia sobre hielo en el año 2018. ¿Han tenido que adaptarlo al momento político en estos años tan convulsos?

Sí, de hecho nuestros espectáculos siempre van cambiando por eso, como somos revista satírica de actualidad política, puedes hacer algún sketch más atemporal, pero no somos cómicos que podamos vivir del mismo chiste muchos años. Ahora estamos trabajando en la adaptación a la actualidad, será una reentré después de dos años sin hacerlo. También lo adaptamos un poco a la realidad gallega, en el sentido político, de poder comentar cosas de la ciudad, tocar un poco las narices.

Hay una fina línea entre hacer humor con lo propio de un lugar y caer en los estereotipos de siempre.

Es inevitable caer en el estereotipo en el humor. En la sátira, que además es muy grosera, es inevitable, y se tiene que ver desde ahí. Somos groseros y jugamos con estereotipos, ahí está la esencia de tu idea por el disfrute de provocar, y luego no tiene más historia. En el humor no puedes desembarazarte de los estereotipos, porque son formas lingüísticas que requieren de muchos sobreentendidos, tienen que ser rápidos. Si de pronto hago un chiste de un cojo o lo que sea, y me tengo que poner a explicar que el cojo fue porque tuvo una enfermedad y salió cojo, entre que explico y desbrozo el estereotipo, o digo que realmente los gallegos no son así, se pierde la gracia.

Hay que venir llorados de casa.

Sí, eso es muy importante. Adoro el teatro, porque quien viene al teatro sabe lo que va a ver, cosa que no pasa en la tele. Sabe nuestro tipo de humor, a pesar de que tenemos un gran problema: el espectáculo es muy para mayores de 18, se dicen chistes absolutamente ilegales y absurdos. Somos de los pocos espectáculos de sátira que no podemos promocionarnos con imágenes. Prefiero vender alguna entrada menos a que nos metan palante. Ya he estado en varios juicios y no me apetece volver.

¿Se mantiene el hilo conductor de los empresarios de izquierdas que quieren salvar su revista?

Sí, eso sigue. Vamos a hacer ese hilo conductor, lo vamos a cambiar un poco, vamos a decir que el circo cerró definitivamente porque no hemos podido mantenerlo con la pandemia. Volvemos al disfraz oficial de Mongolia, traje negro y camiseta. Han tenido también culpa los animalistas, que nos soltaron a los elefantes.

Solían hacer sátira de la derecha. Con el tema de los animalistas, se meten ya con luchas asociadas a la izquierda. ¿A quién enfada más su espectáculo?

Depende, ahí está. El primer musical que hicimos enfadaba más a la derecha, pero este enfada a partes iguales. Tienes que venir formateado, es un espectáculo libre en el que se expresa ese mare magnun que es Mongolia, con diversas opiniones, e incluso ponemos a prueba mediante la barbaridad, cosas que nosotros también compartimos, pero que pueden llegar límites absurdos. Por ejemplo, yo defiendo a los animales, pero también la experimentación animal. Criticar a gente que defiende que no debe haber experimentación animal, es una de mis peleas perdidas.

¿Es síntoma de que se deja atrás, tanto en el humor como en el discurso, ese mito de la izquierda pura y la derecha mala?

Esta visión siempre me ha parecido asquerosa. Yo no soy un hombre de derechas, pero así lo digo. Uno de nuestros problemas es que echamos a nuestro propio público, y porque no podemos echarnos a nosotros mismos. La idea de Mongolia es enfrentarte a la contradicción de estar riéndote de barbaridades en las que antes creías o defendías. Esto implica que mucha gente no es capaz. Nosotros hacíamos sátira del veganismo llevada a los extremos, y hay mucha gente a la que no le gusta, y eso nos congratula. Creamos una revista no para hacer humor para todo el mundo, y, sobre todo, para que no gustase siempre en todo, porque sino sería un panfleto. ¿Por qué no nos pueden gustar las cosas a ratos?

Habrá quien les diga, desde la izquierda, que le dan argumentos a la derecha.

Claro, eso es un golpe bajo. Eso es eliminar la teoría de la comunicación básica y eliminar el contexto. Una misma frase dicha por alguien de ultraderecha o dicha por nosotros, el contexto es otro, tiene otro sentido diferente. Si no entiendes esto, solo hay dos opciones: o eres imbécil, o estás utilizando eso de dar argumentos para hacerme sentir mal. Ninguna de las dos me vale, me parece una simplificación absurda.

¿Hay cosas en las que creían hace unos años que ahora les parecen caricaturas?

Sí, creo que es un proceso que todos vivimos. Hay cosas de la izquierda que no solo me parecen caricaturas, sino que se han asentado mucho más. Eso se ve reflejado en el espectáculo, todo cambia y evoluciona. En ese sentido, creo que somos de las publicaciones más libres. Uno de nuestros compañeros está denunciado por Jaume Rouras. Puede pasar que nos denuncie a la vez Ortega Cano. En Mongolia somos expertos en perder en el juzgado y poner el cuerpo para demostrar las contradicciones de la sociedad, pero es un orgullo que te denuncie a un tiempo un torero de derechas y un magnate de izquierdas. Fui árbitro muchos años, estoy cómodo en el medio mientras la gente me llama de todo.

Pero el árbitro se supone que es neutral.

Ahí me has pillado el argumento. No, no soy neutral, pero el árbitro tampoco, porque tiene un reglamento que seguir. Mi reglamento es el de la independencia y de decir lo que creo, y si no te gusta, no pasa nada, no soy Nelson Mandela.

¿Creen que nuestros políticos les hacen algo de intrusismo laboral a la hora de caricaturizar las posiciones del otro?

Creo que ahí si se nota la polarización, y cómo se ha abaratado la política. También por culpa de los votantes, prefieren ver a Rajoy bailando en el hormiguero que explicando sus medidas. A Rajoy y a quien sea. Aspiro a que los políticos, al menos, parezcan más listos que la población, que está empeñada en votar a la gente en función de con quién se tomaría una cerveza. Para gestionar lo público quiero a la gente mejor, y a la mejor pagada. No quiero tomarme una cerveza con Pedro Sánchez, quiero que gestione.