Medio siglo salvando vidas

Voluntarios y trabajadores ligados a la Base de Salvamento Marítimo de Cruz Roja recorren lo vivido en sus 50 años de historia

A Coruña

Cincuenta años de historia que empiezan en 1973 con Juan Trigo y culminan en 2021 con Andrea Gómez. Él, el primer voluntario y posterior jefe de la Base de Salvamento Marítimo de Cruz Roja. Ella, patrona, socorrista y una de las personas más jóvenes que participan en la actualidad en las labores del operativo. En esos 50 años transcurridos desde la llegada de la embarcación de salvamento Blanca Quiroga hasta las complejas operaciones de hoy en día han pasado muchas cosas, pero, por encima de todo, se han salvado muchas vidas.

Trigo y Gómez, pasado y presente de la base, formaron parte, como piezas fundamentales de su historia, de un coloquio que se celebró ayer en la Autoridad Portuaria con motivo de esta efeméride, en el que también participaron el que fuera jefe de la base entre 1994 y 2010, Francisco Sánchez Fraga, y el técnico superior de Operaciones Especiales de Salvamento Marítimo, (Sasemar) Rafael Bautista. Los cuatro participantes, ligados a la base en distintos momentos de su historia, repasaron los grandes hitos y acontecimientos de estos 50 años: desde la llegada de la embarcación, pionera en España y que marcó la pauta de lo que sería el salvamento a partir de ese momento hasta trances como los accidentes del Urquiola o el Mar Egeo.

A veces, las mayores tragedias cobran sentido por el legado que dejan. La base de salvamento de Cruz Roja es “hija” directa de unos de esos desastres humanitarios de antaño, que perlaban las costas coruñesas de cuerpos sin vida de marineros. El incidente que hizo decir basta, en este caso, fue el naufragio del pesquero La isla, en 1970, que dejó 14 cadáveres y la sensación general de que algo como aquello no podía volver a repetirse. La desesperación de aquel día quedó grabada en la memoria de los presentes, entre los que se encontraba Juan Trigo. “La gente estaba en la costa oyendo los gritos. Murieron 14 personas. Fue demasiado cruel para A Coruña, todo el mundo se puso de acuerdo. Ahí nació el salvamento moderno”, recordaron. El golpe fue duro, pero sentó un precedente: la Cruz Roja del Mar se hizo cargo, entonces, de la Sociedad Española de Náufragos, inactiva hasta el momento por falta de medios.

Pie de foto para la fotografía de Faro.   | // FDV

Rafael Bautista, Andrea Gómez, Juan Trigo y Francisco Sánchez Fraga, ayer en el coloquio, moderado por Antía Díaz. / LOC

El destino pronto les puso a prueba: apenas dos meses después de su fundación, tuvieron que enfrentarse a su primer naufragio, el de un pesquero que embarrancó en Punta Herminia. “Justo contaban con dos lanchas inglesas que estaban ahí para hacer una demostración para saber si merecía la pena comprarlas. Automáticamente, salieron dos lanchas con tripulación mixta: la mitad ingleses, y la otra mitad de Cruz Roja del Mar”, relataron. Tras localizar las balsas de los tripulantes en medio de la niebla, y con la mente en aquellos 14 fallecidos que todavía dolían en A Coruña, esa operación se saldó sin víctimas mortales.

El resto de la historia no se escribe sin un nombre propio, Blanca Quiroga, la lancha que hoy descansa como una reliquia en el monte de San Pedro y que acumuló miles de travesías cruciales antes de su jubilación. “Otras ciudades tenían botes de remo. De repente, en A Coruña teníamos la primera embarcación de salvamento de la época moderna en España”, relataron. Así pues, A Coruña tenía, en dos años, una base, una embarcación de primer nivel, helicóptero y equipo de buceo. “Hoy en día el salvamento es eso. Nosotros ya lo teníamos en el 73. Adelantamos a los vascos y a los catalanes”, aseguraron los presentes. A veces, para salvar vidas. Otras, con menos fortuna, para salvar la memoria y recuperar y entregar los cuerpos a las familias.

En el recuerdo llevan, tras medio siglo de operaciones, a los que se quedaron por el camino en el ejercicio de su labor. No olvidarán, en el equipo, el nombre de José Ramón Taracido, voluntario que pereció, tras volcar la Blanca Quiroga, en las labores de rescate del carguero Mitera Sotidia, embarrancado en Bens tras un gran temporal. Desde la misma lancha se vivió, poco después y en primera persona, otro de los siniestros con nombre propio de la costa coruñesa, el naufragio del petrolero Mar Egeo. “Cuando explotó, la única embarcación que entró allí fue el Blanca Quiroga. Fue un acto heroico, porque rescató al capitán, a un marinero y a dos de los rescatadores que estaban a bordo en ese momento”, refieren.

En algo coinciden todos: nada habría sido posible sin la labor del cuerpo de voluntarios que nutrieron los equipos desde el año 73. Los miembros del club del Mar de San Amaro, avezados buceadores, fueron los primeros en nadar entre los restos de La isla en aquel octubre negro. Les siguieron cientos de profesionales que mejoraron las técnicas con formación exhaustiva y voluntad inquebrantable. De los voluntarios de la base de Cruz Roja salieron los trabajadores que hoy integran las filas de Salvamento Marítimo, sellando la cooperación y la coordinación entre ambos entes. Las historias de Juan Trigo a la de Andrea Gómez difieren en matices, pero la motivación es la misma. Como si no hubiesen pasado 50 años.

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