Juan Trigo del Río puso la primera piedra de la Base de Salvamento Marítimo de Cruz Roja que conocemos hoy. Él mismo fue a buscar a Francia la embarcación Blanca Quiroga, que hoy descansa en el monte de San Pedro pero que, en el año 1973, supuso toda una revolución para las operaciones de rescate de náufragos. Tuvo que ser una desgracia, la del pesquero La isla, que dejó 14 fallecidos frente a las costas coruñesas, la que diese el golpe en la mesa necesario para que las cosas cambiasen. Juan Trigo rememoró esta y otras anécdotas esta semana, en la celebración del aniversario de los 50 años desde que se articuló la base coruñesa.

Vivió en primera persona los inicios del salvamento tal y como lo conocemos hoy.

Fui el primero de todos. A mí me llamaron para ofrecerme montar todo el sistema de salvamento que tenía A Coruña en aquella época. A partir de aquel momento, tuve que poner en marcha el invento. Podría decirse que fue invento mío.

El naufragio de La isla fue el detonante. ¿Qué había antes?

El naufragio de La isla fue lo que hizo que esto arrancase. Antes no había nada en A Coruña. A nivel estatal, había una sociedad española de salvamento de náufragos, que creo que había dejado de funcionar hacía siglo y medio. En algún sitio todavía se conservan las embarcaciones que usaban, que eran de remo. Cuando pasó lo de La isla, en A Coruña les oían pedir auxilio a los náufragos desde las casas, y no tenían con qué salir. Estaba todo cerrado en niebla. Murieron todos en la puerta de casa, delante de la Torre. Hubo una movida en A Coruña diciendo que eso no podía volver a pasar. El alcalde de A Coruña dijo aquello de que no iba a haber fiestas de la ciudad hasta que hubiese una embarcación decente.

¿Cómo se puso en marcha?

Las primeras secciones las puso en marcha el Club de los Leones, pero tampoco tenía posibilidades, entonces se metió Cruz Roja. Con dudas, con oposición interna, porque entonces se dedicaban a labor asistencial y querían hacer un hospital. Esto fue engordando, se trajeron las lanchas inglesas. Se hizo un salvamento con una de ellas, el de un barco de Gran Sol que embarrancó en la Torre, el Carmen Vilariño. Se recogió a los náufragos y no murió nadie, y dijeron que eso había que impulsarlo. Vino a ver cómo era el tema el presidente de Cruz Roja Española, salió a navegar en una de las lanchas inglesas y así nació todo.

¿Por qué decidieron contar con usted?

Yo estaba de profesor interino en la Escuela de Náutica, era un pipiolo recién llegado de navegar. Así estuve, desde el principio de todo hasta que gané una oposición. Solo había cinco escuelas de Náutica en toda España. Sacaban las plazas según se iba jubilando la gente. Yo me presenté a la de Bilbao y la saqué y me fui para allí en el 78.

Hasta entonces, pudo vivir algunos de los acontecimientos más críticos del salvamento coruñés.

Cuando se hundió el Rytterholm yo no estaba, por ejemplo. Estuve cuando fue lo del Urquiola. Yo había ido a hacer la declaración de la renta al cine Avenida. Cuando salí, vi una nube de humo negro. Cuando llegué a casa, estaba mi mujer esperándome abajo para decirme que estaba ardiendo un petrolero, y que me habían llamado de Cruz Roja para ir. Fui en el coche a toda velocidad pitándole a la gente por el camino desde la avenida Finisterre hasta llegar a la base. Cuando llegué, la Blanca Quiroga ya había salido. Al rato, llegó mi hermano, que también era voluntario. Echamos una zodiac para ver si podíamos ayudar, y en la punta del dique de Abrigo nos cruzamos con la Blanca Quiroga, que volvía de vuelta. Nos dijeron que no había nada que hacer. Dimos la vuelta al barco y volvimos cargados de petróleo, negros de arriba abajo. Ya estando en tierra, avisamos de que había aparecido el práctico. El capitán apareció flotando junto al dique de abrigo dos días después.

La embarcación Blanca Quiroga, ¿cómo cambió el salvamento desde ese momento?

Fue formidable cuando llegó, aunque había otras mejores, como las inglesas. Esos barcos tienen una vida limitada, de 20 años más o menos, luego se van deteriorando y averiando y llegó un momento que había que retirarla. Cuando llegó estuvimos encantados, porque fue la primera embarcación de salvamento seria que hubo en España. Cuando estábamos peleando por la embarcación, nunca nos creímos que íbamos a ser los primeros. Pensábamos, ¿se van a dejar ganar los vascos y los catalanes? Pues sí, les ganamos a todos.

¿Cuántas vidas pudo haber salvado esa embarcación?

Es imposible de saber, pero muchas, seguro. En el naufragio de La isla murieron 14, pero en el Rytterholm, por ejemplo, se salvaron todos menos uno. Fue aquí, en las Ánimas. Ahí está la boya del chino. Es una boya verde que está marcando el canal. Ahí está hundido el Rytterholm. Le llaman la boya del chino porque el cocinero del barco era chino, y no quiso salvarse. Se negó a saltar y se fue con el barco al fondo.