En el año en el que el coronavirus llegó para cambiar hábitos y reencontrarse con las viviendas, los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE) recogen que las licencias para rehabilitación multiplicaron casi por siete a las concedidas para construcción de edificios en la ciudad. El concejal de Urbanismo, Juan Díaz Villoslada, explicó a este diario que la tendencia se mantiene en 2021, ya que la rehabilitación sigue comiéndole terreno a las nuevas promociones de edificios.

La arquitecta Carmen Armada, del estudio coruñés Situacións Construídas, explica que el confinamiento hizo que muchas personas se diesen cuenta de que tenían una vivienda, “pero no un hogar” y que eso les empujase a iniciar reformas. En esta estadística, explica Armada, están los pequeños propietarios, pero también los que deciden invertir en la compra de un inmueble, rehabilitarlo y, después, alquilarlo, en ocasiones, para viviendas turísticas. “No es el modelo que más nos gusta, pero sí que se está dando en la ciudad”, comenta Armada, que apuesta por “no consumir más territorio” y por fomentar la rehabilitación de inmuebles ya construidos, para que la ciudad siga siendo compacta.

Apunta también a que la rehabilitación de una vivienda permite a los propietarios ver resultados casi inmediatos, mientras que la construcción de nuevas promociones es mucho más largo y también más costoso en cuanto a la burocracia necesaria para empezar las obras.

Tras la crisis económica de 2008, cuando el número de licencias en la ciudad cayó de 149 a 72 —contando nueva planta, rehabilitación y locales—, las nuevas promociones siguieron con su hegemonía hasta 2014. Entonces, se cambiaron las tornas y las actuaciones en edificios ya construidos empezaron a ganar peso en la cifra total, una tendencia que mantiene ahora. Aunque con unos números más bajos que los que se manejaban antes del estallido de la burbuja inmobiliaria. Frente a las 311 licencias concedidas en la ciudad en total durante todo el año 2000, están las 17 de 2011. De los 33 permisos que se concedieron en la ciudad en 2014, solo cinco fueron para inmuebles de nueva planta, frente a los 24 (para 21 edificios) de rehabilitación.

Al año siguiente, se otorgaron 37 licencias, de las que solo una fue para un edificio nuevo. En 2016, de las 24 totales, solo ocho fueron para nueva planta y en 2017, de las 61 concedidas 52 fueron para rehabilitación. En 2018, la proporción fue de nueve permisos para nueva vivienda frente a las 91 —para 82 inmuebles— de la rehabilitación. Al año siguiente, de las 65 licencias concedidas, solo siete fueron para nuevas viviendas.

Tanto Díaz Villoslada como Carmen Armada apuntan a que la concesión de ayudas públicas para fomentar la rehabilitación supuso un factor determinante para inclinar la balanza hacia la reforma de las viviendas, ya que los propietarios conseguían que parte de su inversión estuviese subvencionada.

El arquitecto Luciano Alfaya, del estudio MMASA, indica que estos datos marcan “un claro cambio de modelo” aunque alerta de que “también puede esconder riesgos en un escenario de tanta incertidumbre y en el que todavía sigue pendiente el reto de la rehabilitación completa de los edificios construidos en los últimos setenta años”.

“Por ahora solo aparecen estadísticamente como obras menores, de mejora energética. Pero es en estos edificios, en los que más pronto que tarde será necesario poner el foco de atención, tanto por volumen como por su coincidencia temporal en las necesidades de rehabilitación integral, más allá de factores térmicos o de su accesibilidad”, comenta Alfaya.

“Hay obra nueva, pero hay un incremento de actuaciones de mejora, de conservación y rehabilitación, creo que hay más sensibilidad a la hora de acometer obras de rehabilitación, porque la ciudad, frente a lo que pueda parecer, vuelve a ser atractiva”, asevera el concejal de Urbanismo, que indica, además, que hay más inversión municipal y “parámetros de aplicación del plan general y del Plan Especial de Protección y Reforma Integral de la Ciudad Vieja y de Pescadería (Pepri)” para estimular la demanda de la rehabilitación.

“Hay más conciencia social y más inversión y, ahora van a venir los fondos europeos Next Generation de reconstrucción, que van a incidir en los procesos de regeneración urbana, de eficiencia energética de edificios, accesibilidad...”, comenta el edil de Urbanismo.

Alfaya hace un estudio comparado de los datos en relación con el total de Galicia. “Los datos por meses que ya se conocen de este 2021, todavía condicionados por la situación de la crisis sanitaria, muestran a nivel gallego la misma tendencia que años anteriores [mas obra nueva que rehabilitación], aunque se observa una ligera disminución del número de licencias a nivel global y un progresivo incremento de la vivienda nueva en relación a rehabilitación”, explica.

La pandemia propició también que personas que tenían una casa fuera de la ciudad decidiesen invertir en su restauración para poder habitarla en caso de que se decretasen más confinamientos y para poder estar más aislados de los vecinos que en un piso, en el que han de compartir espacios.