Las entidades vecinales consideran que el incremento de las viviendas turísticas en la ciudad, que ya llegan a 572 —según los datos de la Xunta y del Área de Estudios e Investigación Turismo de Galicia— tiene que ser regulado por las administraciones para evitar la despoblación en los barrios, sobre todo, en los del centro de la ciudad, que son los que más presencia tienen de este tipo de negocio, que no ha dejado de subir a pesar de la pandemia y de las restricciones a la movilidad.

La presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de A Coruña y Área Metropolitana, Luisa Varela, considera que es imprescindible facilitar el acceso al alquiler de las familias que quieren vivir en la ciudad y que no consiguen hacerlo porque no encuentran un alquiler que se adapte a sus necesidades. Y es que, la proliferación de las viviendas turísticas altera también el mercado del alquiler, toda vez que los propietarios sacan más rendimiento de la renta que ofrecen los visitantes durante unos días que de un alquiler estable durante todo el año. “Hay que evitar que se produzcan los abusos que hay ahora con los alquileres, que piden precios altísimos por pisos que no están bien”, comenta Varela.

Para Pedro Roque, que es presidente de la asociación vecinal de la Ciudad Vieja, la proliferación de los pisos turísticos en su barrio —donde se han duplicado en tan solo dos años, pasando de 47 a 95 viviendas— responde a una estrategia política deliberada, que pretende convertir el centro en una parte de la ciudad consagrada al turismo. “Es fundamental el abandono del espacio público, eso hace que la Ciudad Vieja no sea un lugar amable para vivir, hay dificultades para aparcar, las infraestructuras no están insonorizadas... No hay rehabilitación y eso lleva a la degradación de las viviendas y eso a que la gente no quiera vivir en ellas”, indica Pedro Roque, que considera también que, actualmente, “no hay problemas con los turistas” que eligen quedarse en el barrio. La asociación de vecinos apuesta por fomentar que se asiente población en la Ciudad Vieja de forma estable, para crear comercio”, relata Roque.

En la misma línea se manifiesta el presidente de la asociación vecinal Ensenada do Orzán, José Luis Méndez, que considera que ha de haber una regulación que no permita que, en una comunidad de vecinos, haya pisos turísticos. “Entiendo que nuestro barrio es ideal para eso, porque está en el centro, está al lado de la playa... Pero no es el tipo de barrio que estamos intentando recuperar, en el que haya familias y comercio, porque, además, las viviendas turísticas encarecen los alquileres”, comenta el presidente de la asociación vecinal, que se queja, además, de que los residentes en una comunidad tengan que convivir con turistas diferentes todas las semanas, personas a las que no conocen y que no saben si harán ruido o si serán irrespetuosos en las zonas comunes del edificio.

Para esta entidad vecinal, la solución que conjugaría los problemas actuales pasaría por que quienes quisieran ofrecer pisos turísticos lo hiciesen en un edificio entero dedicado a ese fin y no en comunidades de vecinos ya asentadas.

A Coruña es el cuarto municipio de Galicia con más plazas de viviendas turísticas, en total, 2.642 para una población que no llega a los 248.000 habitantes. Sanxenxo es el que lidera la tabla, con 11.128 y una población estable que no llega a los 18.000 habitantes.

Santiago de Compostela es el segundo Concello que más plazas oferta con 3.679 y una población de casi 98.000 habitantes, le sigue el Ayuntamiento de Vigo, que cuenta con 2.669 plazas de pisos turísticos y 296.692 vecinos en el censo de 2020.

Los distritos formados por Ciudad Vieja, Atocha y la zona entre la Marina y Panaderas, Torreiro y el inicio del Orzán, que es el 15001, y Monte Alto, que es el 15002, registran cada uno 95 viviendas turísticas.

La tasa de basuras, única normativa municipal

En diciembre de 2019 el Ayuntamiento indicó a LA OPINIÓN que el número de pisos de alquiler turístico no se consideraba “preocupante” , y no era necesario desarrollar normativa municipal para corregirlo. Desde entonces el número de viviendas de uso turístico ha subido casi un 60%, pero en la ciudad no se ha desarrollado ninguna norma reguladora, si bien, según recuerdan fuentes municipales, se ha aprobado una tasa específica de basura para estos pisos. Al igual que en la mayoría de Galicia, las viviendas de uso turístico rigen por un decreto autonómico de 2017, por el que el único documento municipal que se requiere para iniciar la actividad es un certificado de habitabilidad o equivalente. Sin embargo, la normativa también establece que los propietarios deben expulsar a los usuarios que incumplan ordenanzas de convivencia del Concello, y que deben someterse a las “normativas sectoriales y municipales” que le sean de aplicación. En el caso de Santiago, el Ayuntamiento asumió la competencias urbanísticas del Casco Histórico y trató de prohibir crear nuevos establecimientos en el casco histórico, así como cerrar otro ya existente, pero estas decisiones han sido contestadas por la Justicia. El Concello compostelano sí que realizó, legalmente, un rastreo de pisos no registrados, obligándolos a emitir licencia, una investigación que el de A Coruña contemplaba realizar hace dos años pero de la que no se tiene noticia.