Algo extraño pasa con Pokémon que sus productos se extravían. No hace mucho que una familia difundió la imagen de la mochila de su hijo perdida en la plaza de María Pita; en su interior había cartas de la serie animada a las que el crío tenía cariño. Ayer otro papel con un número de teléfono de contacto, escrito por un niño, contaba que en la plaza Pablo Iglesias había perdido su álbum de Pokémon. Si alguien lo encuentra, pondrá “muy contento” a Hugo. Pero ¿y si no se han perdido? ¿Y si hay un mercado negro de merchandising nipón infantil y bandas organizadas en nuestra ciudad? Las autoridades guardan silencio; quizás tengan miedo.