Obdulia Taboadela (Madrid, 1964) es doctora en Sociología y profesora titular de la Universidade da Coruña. Fue subdelegada del Gobierno, edil socialista de Interior, Personal e Informática y de Urbanismo, y senadora. 

¿Por qué Polonia y por qué un trabajo en la embajada?

Surgió una vacante en la Consejería de Educación, me la ofrecieron y acepté. Polonia tiene atractivos. Está en Europa, es un país interesante y tiene una gran tradición de enseñanza del español en las últimas décadas. Muchos de sus estudiantes de Erasmus nos visitan y muchos alumnos españoles eligen Polonia como primer destino. El puesto es la representación del Ministerio de Educación y Formación Profesional y del Ministerio de Universidades en Polonia, a través de la embajada.

¿Qué responsabilidad conlleva?

Una alta, digna y honrosa representación de nuestro país en el exterior en cuanto a todos los niveles de educación. También la promoción de la lengua y de la enseñanza del español en el extranjero. Hay ahora 250.000 niños y jóvenes polacos que estudian castellano en Primaria y Secundaria. El Estado debe procurar una estructura para desarrollar el aprendizaje de la lengua en condiciones óptimas.

¿Difieren mucho los sistemas educativos español y polaco?

El espacio de educación superior común a países de la Unión Europea a nivel universitario es un hecho. Los estudiantes se sienten muy satisfechos con el sistema de créditos europeos. Son sistemas educativos homologables e intercambiables. La introducción del español en el currículo demuestra que su lengua, su literatura y su cultura interesan en Europa.

¿Cómo puede estrechar vínculos la Universidade da Coruña con las universidades polacas?

El intercambio Erasmus no solo es de estudiantes de máster, sino también de personal docente y administrativo que aprende metodologías y técnicas de docencia. Bolonia exige la internacionalización y el sistema universitario gallego está haciendo muy bien los deberes: cada año llegan miles de estudiantes y cientos de profesores que ven aquí un destino atractivo. Los convenios no deben limitarse a ello, hay más posibilidades en grupos de investigación, en prácticas en empresas. También la Formación Profesional está cada vez más internacionalizada: es más común que se viaje y se tengan periodos de docencia y adquisición de competencias transversales.

¿Pone punto y aparte en la Universidad o llega al fin del camino?

Mi trayectoria laboral siempre ha estado relacionada con el servicio público, bien en la Universidad o en puestos electos. Son facetas que he asumido de forma natural. No se va a diferenciar mucho de lo que vaya a hacer en Polonia porque es otro ámbito de desarrollo de mi carrera profesional y sigo vinculada a la UDC, donde está mi casa de origen y a la que espero volver. Siempre me han dejando marchar o he vuelto a ella con una sonrisa en los labios.

¿Qué ha añorado más, la docencia o la política?

Siempre he sido una profesora vocacional a la que le ha gustado mucho enseñar y aprender, porque el proceso de docencia es un proceso de aprendizaje mutuo. La faceta de investigación me ha dado muchas satisfacciones. También ha sido un honor representar a mi ciudad como concejal y a mi provincia como senadora. Me costaría un enorme trabajo decir cuál he echado más de menos: todas me dieron grandes alegrías y algún mal rato. En la enseñanza, en la política y en los lugares donde el camino me ha colocado, mi carrera se define por el aprendizaje permanente.

¿La política le ha cansado?

No. Lo personal es político. No concibo mi papel en la vida como ciudadana alejada de la política. Nunca la abandonaré, me ha hecho mejor persona.

Y ahora, ¿qué le atrae de vivir en Polonia?

Es un reto apasionante y con los cambios me crezco. Soy un espíritu libre y me era imposible decir que no a la motivación de este trabajo.