La exposición de fotografía promovida por Marta Ortega en el muelle de Batería evidenció que es posible hacer uso público de los muelles interiores sin necesidad de desafectar los terrenos. LA OPINIÓN ha consultado a diferentes arquitectos de la ciudad sobre las opciones que esta experiencia abre para el futuro.

Para el miembro de Ergosfera Iago Carro, la clave reside en que los terrenos no pierdan su condición portuaria porque, de ese modo, “salvo vivienda”, se podría hacer casi todo. Para el director de la Escola Técnica de Arquitectura da Coruña, Plácido Lizancos, sería necesario “auscultar” a la ciudadanía, ver cuáles son sus intereses y sus necesidades.

“Deberíamos no tratar de empezar las cosas por el final”, resume Lizancos, que cree que la apertura de los muelles interiores es una buena noticia, aunque haya sido “acotado” a tan solo unos días o unas franjas horarias determinadas.

Derribo de los silos de Alu Ibérica, en el muelle de la Batería. | // VÍCTOR ECHAVE

“Que sea la propia ciudadanía la que moldee lo que quiere hacer y, a partir de ahí, que se puedan determinar viabilidades, plazos, preferencias y líneas rojas”, defiende Lizancos, que considera, también, que la Autoridad Portuaria debe mantener algunas de sus estructuras, como los silos, para no volver a cometer, de nuevo, el error de años atrás, cuando derribó fábricas y naves que daban sentido a esta parte de la ciudad. Además, no hay que inventar nada, ya está todo probado y testado en otras ciudades, como Ciudad del Cabo, Rotterdam o Copenhague, que han reutilizado sus infraestructuras portuarias para acoger arte contemporáneo, centros sociales e, incluso, vivienda.

“Tenemos un patrimonio histórico legado por nuestros antepasados, que es memoria de muchas cosas, de historias que hemos vivido, políticas, sociales, colectivas, individuales... y que están plasmadas en esos edificios. Hay edificios que parecen irrelevantes a nivel arquitectónica, pero que, socialmente, tienen un gran peso”, explica Lizancos. En este punto, todos los profesionales consultados están de acuerdo en que la ciudad no debería perder esas señas de identidad portuaria y apuntan a que no debería haber prisa por demoler los silos, ya que, la exposición de Peter Lindbergh demostró que es posible dotarlos de contenido sin necesidad, como dice Iago Carro, “de mover un papel”.

Lizancos apuesta por la puesta en marcha de procesos participativos en los que se aporten datos e información sobre los muelles para que los vecinos y las entidades sociales puedan posicionarse sobre qué es lo que quieren para el futuro en esta parte de la ciudad condenada en los convenios de 2004 a la venta, aunque, tras el compromiso de la Xunta de mantener públicos Batería y Calvo Sotelo, el peso de la venta se traslada a San Diego.

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, había dicho en marzo, cuando se abrió el muelle de Trasatlánticos al público para el paseo, que la venta de San Diego tendría como objetivo paliar la deuda de la Autoridad Portuaria por la construcción de la dársena exterior de Langosteira y también para “seguir construyendo ciudad”, para que la “gente pueda vivir cerca del mar”. Con el paso de los meses, Concello, Xunta y Autoridad Portuaria fueron acercando cifras y haciendo propuestas y el acuerdo al que se esperaba llegar en 2021 para la venta de Batería y Calvo Sotelo —con el fin de que sean de uso y de titularidad pública— no llegarán hasta la próxima primavera. Sobre la mesa, incluso con una moción aprobada por unanimidad en el Pleno, y con la presión social de mano de Defensa do Común sigue la condonación de la deuda, una posibilidad que, si bien el Estado concedió a Valencia, no está dispuesto a ejercer en A Coruña.

El presidente de la delegación coruñesa del Colexio de Arquitectura de Galicia, Roberto Costas, considera que la mejora manera de afrontar la transformación de la fachada marítima es haciendo concursos de ideas. “Podría decir que lo ideal sería que hubiese equipamientos deportivos, culturales, que se pudiese combinar con verde, con algún negocio hostelero... Si se convoca un concurso de ideas saldrán proyectos mejores”, reconoce Costas.

Una cosa que sí que tiene clara es que hay que respetar los silos y “recuperarlos”, no solo “por su belleza, que también”, sino por su memoria. “Nos empobreceríamos si olvidásemos de toda nuestra memoria. Perdimos joyas en el puerto, había unos edificios preciosos, no podemos volver a cometer el mismo error. Lo que tenemos es patrimonio, además de buenas estructuras”, resume.

Iago Carro formó parte de la redacción de la propuesta Porsuporto, que resultó ser la mejor valorada por el jurado del concurso convocado por el Concello para abordar la transformación de la fachada marítima en 2018, que se resolvió al año siguiente. Para entonces, su propuesta ya señalaba que los muelles interiores podían dar cabida a necesidades que tenían y siguen teniendo los barrios del centro, como la falta de instalaciones deportivas.

A pesar de que la Autoridad Portuaria había elaborado un proyecto para eliminar los silos en Batería y Calvo Sotelo, se paralizó para que la que será presidenta de Inditex a partir del 1 de abril, en sustitución de Pablo Isla, Marta Ortega, pudiese llevar a cabo la exposición Untold Stories, justo como Peter Lindbergh la había diseñado. Entonces, se licitaron contratos para la puesta en marcha de esta iniciativa.

“Esto mandó un mensaje extraño a la ciudadanía, porque parece que los edificios que han perdido sus usos originales solo pueden ser dotados de otros usos si lo hace alguien con dinero. Todos nos acordamos de cuando los skaters de la ciudad construyeron en A Insumisa una pista gigantesca interior que podía utilizar cualquier persona. Hay mucho tejido social en la ciudad que podría hacer uso, aunque fuese solo temporal, de estas naves, pero por ahora solo se ha permitido este. No creo que haya nadie en contra de que se le dé uso, pero que sea solo a ella, es un poco raro. No sé tampoco si esto le hará repensar al Puerto su idea de tirar los silos”, comenta Iago Carro, que apunta también que la Autoridad Portuaria hizo una inversión de “casi 400.000 euros” para poder acondicionar el terreno para que se pudiese inaugurar la exposición.

También tuvo que hacer una inversión para poder llevar en verano los conciertos al muelle de Trasatlánticos y para poder abrir este espacio, Batería y Calvo Sotelo a los peatones.

Carro se posiciona a favor de mantener los silos y las naves pero también de que se haga un estudio de los usos que se le pueden dar contando con el tejido asociativo y sus necesidades. “Así se daría el mensaje de que realmente se abre a la ciudad” y considera que una Autoridad Portuaria “implicada realmente en la ciudad” se preocuparía de hacer procesos participativos para que los vecinos pudiesen decidir.

Para la arquitecta Carmen Armada, del estudio Situacións Construídas, y también coordinadora de Esquerda Unida en A Coruña, es importante “evitar la especulación con los terrenos”, aunque eso no signifique que, hasta que esté todo resuelto no se puedan hacer actuaciones en estos muelles.

“La arquitecta que hizo la intervención ya dice que esta obra tiene vocación de permanencia. A mí me parece una muy buena iniciativa porque, además, es un ejemplo de lo que podríamos hacer en esa escala urbana a corto plazo, una intervención temporal. Me da pena que tenga que ser una iniciativa privada la que sea capaz de hacer esto y que no parta de las administraciones”, relata Armada, que se muestra partidaria de “no hacer tabula rasa” en los muelles interiores .

“Las infraestructuras que hay no son una piedra en el camino sino que son lo que le da categoría a estos terrenos”, resume Armada, que considera que no es necesario desafectar todos los terrenos sino “solo los necesarios” para nuevos usos y que, de este modo, los muelles interiores no pierdan su actividad pesquera y económica. Apuesta por conseguir una “conexión real de la ciudad con el mar”. Ella, como sus compañeros, considera que es también una oportunidad para que el futuro de la fachada marítima pueda ser pensada en común. “A escala de barrios, se podrían hacer aperturas de los muros para que el puerto pueda participar de la vida de los vecinos; a escala de ciudad, significa recuperar la fachada litoral y, a escala metropolitana, puede ser el punto de acceso del tren de cercanías”, describe Armada, que se posiciona en contra de los usos residenciales, al menos, “en principio” porque, si finalmente, tienen que darse, por ejemplo, en un “3% de los terrenos desafectados”, cree que tendría que tratarse de “vivienda pública y no abierta a la especulación, incluso con un laboratorio de ideas sobre cómo se podría habitar de una forma diferente para evitar seguir consumiendo terreno”.

El catedrático emérito de Urbanismo de la Universidade da Coruña Xosé Lois Martínez explica que, a partir del siglo XIX, la franja de mil metros de largo, desde Puerta Real a la plaza de Ourense, el relleno, se convirtió en un símbolo de identidad de la ciudad. Entre 1940 y 2000, según explica Martínez, el Puerto siguió creciendo “tras una verja”, mientras que la ciudad lo hizo con nuevos barrios carentes de espacios libres y en los que residen vecinos, muchos de ellos, trabajadores portuarios que ayudaron a que creciese la ciudad.

“En 1870 con 27.000 habitantes, los dirigentes exigieron la cesión al Estado de los terrenos de los rellenos para destinarlos a espacios públicos para uso de los ciudadanos. Hoy, con 270.000 habitantes en el término municipal y 420.000 en el área, debería mantenerse el mismo criterio para los que viven en los barrios a lo largo de los dos kilómetros de frente litoral. Nada justifica modificarlo, las 10 Hectáreas de 1870 deberían ser hoy 100 hectáreas a lo largo de la ría”, concluye.