José María Fenollera e Ibáñez nació en Valencia en 1851, pero, según señala su nieto y biógrafo Alfonso Fernández-Cid, fue un “pintor gallego por amor”. Se asentó en Santiago en 1887, y allí pintó los frescos del paraninfo de esa Universidad. Se casó con una aristócrata, Consuelo Velón y González-Pardo, que dio a la familia el Pazo de Lobaqueiras, y hasta se acercó al movimiento regionalista. Pintó a buena parte de los rostros gallegos del momento: Alfredo Brañas, a Montero Ríos... Y Emilia Pardo Bazán, en un cuadro de 1888 que se expuso hasta el mes pasado en el Kiosco Alfonso pero cuya propiedad corresponde al Circo de Artesanos.

La sociedad no tiene registros exactos de cómo llegó a su poder, aunque la relación de la escritora con el Circo les lleva a pensar que fue una donación que realizó ella misma. “Parece que el cuadro fue un regalo de Emilia Pardo Bazán a la Sociedad del Circo de Artesanos, de la que fue presidenta de honor” explica el gestor del área de Cultura de la asociación, Manuel Miragaia. “Toda su familia estuvo relacionada con el Circo”, pues su padre fue socio de la asociación, y su marido, José Quiroga y Pérez Deza, la dirigió.

El presidente de la Asociación de Vecinos As Atochas-Monte Alto, Xosé Vázquez Romero, aficionado al arte, señala que el cuadro “está fuera de catálogo”. Fenollera, al que considera “el retratista más importante de la época de la Restauración”, tiene 115 cuadros registrados, incluyendo una veintena de obras que están desaparecidas y de las que no se sabe la localización. “Quedan 95, y con esta serían 96”, señala Vázquez Romero. Miragaia señala que el cuadro ya aparece citado por la maestra coruñesa María Barbeito como propiedad del Círculo. El texto se puede consultar en el libro Notas sobre Emilia Pardo Bazán, que ha editado el Ayuntamiento de A Coruña por el centenario del fallecimiento de la literata.

Esta, explica Miragaia, tenía “un cariño especial” por la sociedad recreativa de San Andrés. “Quería potenciarlo y que A Coruña tuviese en él una sociedad de la categoría del Ateneo de Madrid” del que también fue socia. Vázquez Romero señala que en aquella época entre los socios de la entidad se encontraban “poetas, abogados, ingenieros, médicos”: era un espacio de socialización de las clases ilustradas de la sociedad coruñesa decimonónica.

Antes de cederse temporalmente para la exposición del Kiosco Alfonso, el cuadro estuvo colgado en el despacho del presidente de la entidad. Vázquez Romero señala que la asociación que preside ha pedido a la entidad que se ceda a un museo o un lugar “con más visibilidad”.

Miragaia indica que, aunque no hay planes para exponerlo en otro lugar, el cuadro se puede observar sin coste en la sede del Circo de Artesanos, sin que sea necesario ser socio para hacerlo. “Se puede ver, como otras cosas, en las visitas guiadas, gratuitas, que periódicamente organizamos”, explica el gestor cultural.