La Asociación de Bulimia y Anorexia de A Coruña (Abac) ha dejado atrás un año difícil, en el que los casos han aumentado. Para 2022, la presidenta, Manuela Naya, pide “más espacio” para atender a “todo el que entre por la puerta”. Para conseguirlo, las aportaciones de Administraciones y entidades son fundamentales.

¿En qué situación se encuentra actualmente la asociación?

En este momento, el gran problema, ya de pedir socorro, es la falta de espacio. El local es del Ayuntamiento, nos lo cedió y lo arreglamos nosotros. Para atender a 80 o 90 usuarios nos llegaba. Ahora tenemos 126 personas, nueve en valoraciones y cuatro entradas programadas para enero. Nos resulta imposible llegar a todo. Esa es una parte esencial en el tratamiento. Nos están llegando casos graves, que necesitan el comedor sí o sí. Ya no sabemos cómo hacer. Estamos apelando a las Administraciones y a cualquier entidad privada para que nos ayuden y nos cedan un espacio.

¿Cuál es la respuesta de las Administraciones?

La Xunta nunca nos ha ayudado. Y en este momento, hay que decirlo. Les estamos quitando un problema muy grave de encima, evitando ingresos hospitalarios, intentamos atender a todo el que viene por la puerta. Hemos reforzado el equipo para poder hacerlo. Estábamos trabajando con dos psicólogos y ahora tenemos una más. Todos con formación específica en esto porque no sirve cualquier persona. Hemos hecho un esfuerzo tremendo. Los medios humanos, que es lo más importante, los tenemos. Pero el espacio no. Lo urgente es eso. Ni siquiera pedimos dinero. El Concello nos cedió el local y tenemos un convenio de 12.000 euros, que en un presupuesto de casi 300.000 euros no es mucho. La Diputación y Gadisa también aportan.

¿A qué se debe el crecimiento de casos?

El número se disparó después del confinamiento, pero creemos que una de las causas son las redes sociales. Es lo que tienen en común todos los casos. En 25 años, sí hemos tenido algún repunte, pero no esto que está pasando ahora. La única explicación que encontramos son las redes sociales. El estatus social da igual, afecta a todos por igual. Para la gente que no puede pagar el tratamiento, tenemos becas.

¿En algún momento han sentido que el problema se ha dejado de lado?

No, no creo que se haya olvidado. De hecho, nosotros hacemos la parte de prevención en los colegios, que ahora no podemos hacer con la pandemia. Mandábamos a las psicólogas para dar charlas.

Además del aumento de casos, ¿qué otras cosas han cambiado en los últimos tiempos?

Me llama la atención que ahora veo más padres en la asociación, que aportan muchas ideas. Antes solo había madres. Se ha enriquecido mucho en ese sentido y ha habido un cambio. Vemos más implicación en la mentalidad de los padres. Lo entienden mejor que antes y aportan.

¿Qué otros retos tiene Abac?

Los que nos permita el futuro. A nivel profesional, fuimos los primeros en España que pusimos un preparador físico a los usuarios, que suelen perder masa muscular. Es parte del tratamiento. En prevención, haremos todo lo que podamos. Lo mejor sería recuperar todo lo que hacíamos antes de la pandemia. Sabemos que no vamos a llegar a todos. A veces son adolescentes y no están todo lo receptivos que debieran. Pero vamos a intentarlo todo. Si concienciamos a cuatro o cinco, ya es algo.