El ecosistema industrial coruñés cada vez es más reducido. Si en 2012 el Instituto Nacional de Estadística registraba 1.958 sociedades dedicadas al sector en la comarca, el 1 de enero de 2021 apenas quedaban en activo 1.557, un descenso del 20,5%; en el mismo periodo, el número conjunto de empresas permaneció casi invariable. Entre 2019 y 2021 las sociedades cayeron un 4% en general, pero en el sector industrial el desplome fue del 11,6%.

“La caída de empresas ha sido muy notable en los últimos años” valoran fuentes de la Confederación de Empresarios de La Coruña (CEC), que apuntan a la “especial incidencia” de la crisis de 2008. Esta es también la lectura del especialista en historia de la economía y profesor de la Universidade da Coruña (UDC) Jesús Mirás Araújo, que señala que la concatenación de la depresión económica de aquella época y la actual ha sido “catastrófica” para el sector en la comarca, con la pandemia asestando el “golpe de gracia”.

Empresarios aprecian baja productividad del trabajo, escasa atracción de inversiones exteriores, falta de estímulo al emprendimiento y exiguo gasto en i+D

En su opinión, el descenso se debe sobre todo al cierre de establecimientos. Según indica, es cierto que la comarca es la que genera mayor valor añadido de Galicia, y que ha habido un crecimiento de la producción, si bien “irregular”, pero hay “baja productividad del trabajo”, escasa atracción de inversiones exteriores y falta de “estímulo al emprendimiento”. También denuncia el “exiguo gasto en I+D” debido al “reducido tamaño de las unidades productivas”. Este es un factor que resalta la CEC, que señala que hay una “enorme atomización empresarial” en la comarca.

En Arteixo, el polígono de Sabón supone el principal polo industrial de la comarca, pero incluso en este municipio el número de sociedades ha caído a ritmo similar que en los vecinos. La gerente, Marta Marzoa, advierte de que no todas las empresas han desaparecido por dificultades económicas: “aquí tenemos solo empresas industriales de tamaño mediano o grande, con alguna logística auxiliar, y no ha habido demasiados cierres, aunque sí algunos al principio de la década pasada”.

Vista del polígono industrial de Sabón VICTOR ECHAVE

Si las sociedades disminuyen, considera, es porque ha habido un “elevado grado de concentración: tenemos empresas que necesitan cada vez más suelo, y este es un polígono antiguo, ocupado desde hace muchos años. Eso lleva a que algunas empresas se deslocalicen”, cediendo sus terrenos a otras que se amplían y abriendo instalaciones en nuevos pastos. Según denuncia la CEC, la falta de “espacios en condiciones favorables” es uno de los factores que juega en contra de la industria coruñesa.

Los sindicatos, por su parte, critican la marcha de fábricas de la comarca. Según denuncia el secretario comarcal de la CIG, Xabier Filgueira, “se ha fomentado la deslocalización, como pasó con el textil entre los años 2012 y 2014”. Para el secretario general de la Federación de Industria de Galicia de Comisiones Obreras (CC OO), Víctor Ledo, esta “política agresiva de deslocalizaciones” disminuyó la soberanía industrial, y sería necesario revertirla.

"Una economía sana debe tener un porcentaje de peso de la industria sobre el PIB por encima del 20%"

Pero, en cualquier caso, Marzoa considera que la balanza de la industria está desequilibrada en la comarca. “Una economía sana debe tener un porcentaje de peso de la industria sobre el PIB por encima del 20%”, señala, una aspiración que consideró en su momento estratégica el expresidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y que la comarca está lejos de cumplir.

“Lo tuvimos” indica el secretario comarcal de UGT, Ángel Iglesias “pero estos últimos años estamos en torno al 12%. Aunque A Coruña siempre ha sido una zona de servicios cada vez tiene más peso ese sector y disminuye el del industrial”.

Lo mismo denuncia el secretario comarcal de la CIG, Xabier Filgueira, que critica el proceso de “cerrar industrias y consolidar los servicios, que ya suponen el 86%” de la riqueza que se genera en la zona. “Hemos visto el cierre de industrias de referencia, vinculadas al textil, de estructuras metálicas, Isidro 1952 [la antigua Isidro de la Cal, de producción y procesamiento de productos del mar]. Ledo es claro: “queremos el 20% de la industria sobre el PIB”.

Las chimeneas de la Refinería, con A Coruña al fondo J.Roller

Caída del empleo de calidad

En septiembre de 2014, de acuerdo con datos del Instituto Galego de Estadística (IGE) el 13,2% de los trabajadores residentes en la comarca estaban empleados en el sector industrial. En septiembre del año pasado, el último dato disponible, habían caído al 12,5%. En el municipio de A Coruña el porcentaje ha bajado del 9,3% de 2012 al 8% de 2020. Las fábricas cada vez dan de comer a menos gente.

"Antes teníamos aquí empresas en las que se negociaban buenos convenios. Lo que marca el peso y la dignidad de los salarios es la industria"

Y esto es, según denuncian los sindicatos, un problema para los trabajadores. Todas las agrupaciones consultadas coinciden en que el empleo en el sector secundario está mejor remunerado y es más estable que la media del terciario. El antiguo secretario comarcal de UGT, José Carrillo Souto, recuerda que en décadas pasadas “teníamos aquí empresas en las que se negociaban buenos convenios” y ayudaban a presionar para negociar los de otros sectores. “Lo que marca el peso y la dignidad de los salarios es la industria” defiende “y teníamos una potencia que sigue existiendo, pero que está muy disminuida. Han desaparecido empresas que daban buenos sueldos: si tienes una comarca pobre en industria, esto se traslada y perjudica a la economía, y también al apoyo sindical”.

Y, según recuerda Xabier Filgueira, “se destruyen puestos cualificados y con importante formación, y en muchos casos no hay alternativas de empleo”. Según afirma, como el mercado laboral de la comarca no absorbe a los expulsados de la industria, a los jóvenes se les “fuerza a emigrar” para seguir en la profesión. Los mayores, con cargas familiares o más dificultares para reciclarse y conseguir un nuevo empleo, pasan a engrosar las estadísticas de “parados de larga duración”.

Factor arrastre

¿Por qué? Las empresas industriales no existen en el vacío, sino que forman parte de un sistema integrado, en el que tienen proveedores y clientes. “La industria es mucho más tractora que el resto de actividades: genera empresas y empleo a su alrededor” defiende Marzoa. La presencia de una fábrica potente genera puestos de trabajo indirectos, industriales o no, y cuando cae una, en especial si es importante, los efectos se sienten en el conjunto de la economía. “Es una cadena” explica Ricardo Tormo, presidente de la asociación de empresarios de Pocomaco, y la decadencia de la industria es “desastrosa” para otros sectores como el logístico o el transporte.

"El cierre de grandes empresas ha arrastrado a otras de menor tamaño que les daban servicio"

Y A Coruña ha vivido estas caídas en racimo, señala la CEC: “el cierre de grandes empresas ha arrastrado a otras de menor tamaño que les daban servicio”, indican los empresarios, y Ángel Iglesias concuerda en que ha ido desapareciendo “la industria auxiliar”. “Si dejamos caer al sector, la economía acabará contrayéndose, y los servicios resistiéndose”, critica el secretario de UGT.

El resto de sindicatos concuerdan. “Un empleo industrial genera cuatro en el sector servicios” calcula Ledo y se genera alto valor añadido”. La mayor rentabilidad y los salarios más altos, defiende, permiten también generar riqueza con la que financiar servicios básicos.

Protesta de los trabajadores de la fábrica coruñesa de Alu Ibérica para pedir una solución industrial, el mes pasado. | // CARLOS PARDELLAS

El impacto del COVID

La pandemia también ha acelerado cambios perjudiciales para la industria de la comarca coruñesa que ya existían antes. Según señala Tormo, “en esta situación de crisis todos tiramos a gastar cuando menos mejor, y al precio más ajustado posible” , y esto “no favorece a la sociedades desarrolladas, sino a mercados marginales en los que nos hemos acostumbrado a comprar: el chino, el coreano, el vietnamita…” dado que fabricar en A Coruña, y en general en Europa, es más caro que en estos países. “Yo lo veo claro: estamos sufriendo una tercera guerra mundial, y la están ganando otras economías que no son la nuestra” defiende.

En el sector textil, destaca Ledo, los negocios se basan cada vez más en el negocio online, potenciado por la pandemia, y el cierre de tiendas “afecta a un tejido muy extenso de pequeños talleres que surgieron alrededor de Inditex, para hacer estantes o mueblería, y que, como el Grupo Caamaño, abastecen a locales que abren por todo el mundo”.

"El cierre de tiendas afecta a un tejido muy extenso de pequeños talleres que surgieron alrededor de Inditex, para hacer estantes o mueblería"

Por su parte, la CEC señala que la pandemia ha venido a ayudado a empeorar la situación de la industria. No solo el virus ha cortado la actividad económica, sino que la situación se ha visto agravada por el “desabastecimiento de suministros y materias primas esenciales” y el encarecimiento de los abastecimientos que necesita. En particular, y sobre todo para las industrias intensivas eléctricamente, la subida de la energía.

El problema de la energía

La electricidad afecta directamente a la planta coruñesa de Alu Ibérica, una empresa para la que el administrador concursal ha pedido el concurso de acreedores, pues la producción de aluminio precisa de mucha energía. Para Ángel Iglesias, el problema deriva de que se mantuvo a la planta, que perteneció a Alcoa, con ayudas y beneficios relacionados con el suministro que no les obligaban a quedarse en el territorio. “Las empresas que buscan exclusivamente su propio beneficio se van cuando es más barato producir en otros puntos del planeta. Todo se va globalizando, y estos son los efectos negativos” explica. Como solución, defiende que “habría que articular una fórmula para que, cuando alguien se beneficie, arraigue el empleo industrial al terreno”.

"Es necesaria una tarifa energética gallega que dote a la comarca de ventajas competitivas”.

Filgueira explica que la CIG reclama la “intervención directa” de la planta por parte de las administraciones, pero, con carácter general, considera que es necesaria una tarifa propia para ayudar a la industria de la comunidad. Coincide en esto con Jesús Mirás. El economista recomienda “modificar el modelo energético”, y, en su opinión, habría que potenciar las renovables y diversificar las fuentes de electricidad, desarrollando una “tarifa energética gallega que dotaría a la comarca de ventajas competitivas”.

Desde Comisiones Obreras reclaman una “política energética a largo plazo” que apueste por energías verdes; esto tendría el bonus, afirma Ledo, de aumentar la soberanía, tras la “mala transición” desde las fuentes tradicionales con el cierre de centrales.

“Aquí tenemos mar, viento y biomasa, y más sol que en otras zonas: habría que desarrollar una normativa con componente local, para que en la fabricación e instalación haya empresas locales” defiende el secretario sindical de Industria, que indica que esto “se está planteando en los borradores del Ministerio para la Transición Ecológica”. Ledo también critica el “frenazo y apuesta poco decidida” de la Xunta por las renovables, algo en lo que coincide Carrillo Souto: “en energía eólica íbamos muy bien, pero eso se cortó y las empresas del sector han desaparecido”.

Trabajadores de Alu Ibérica se manifiestan en A Coruña VICTOR ECHAVE

Deberes a la administración

En su análisis del declive del sector secundario, la CEC enumera factores como la evolución demográfica de la comarca o la “no potenciación de los valores del emprendimiento”, pero también señala directamente a las administraciones por las que considera que han sido “escasas políticas de apoyo a la industria”. Para la gerente del polígono de Sabón, Marta Marzoa, cambiar la situación es “responsabilidad de todos, pero esto debe empezar por la cabeza: los que están al mando de las políticas económicas en la administración central y autonómica deberían potenciar la industria con una línea estratégica clara”.

A estas voces se suman los sindicatos consultados por este diario, que consideran que ha habido una falta de políticas públicas favorables al sector. “No ha existido una apuesta decidida, ni por el Gobierno central ni por la Xunta” resume Carrillo Souto “la industria siempre ha sido el pariente pobre dentro de las actividades económicas”.

Considera que el Instituto Galego de Promoción Económica (Igape) debería haber hecho un “apoyo potente y fuerte” que no llegó, y compara la situación con otras comunidades, en especial País Vasco y Navarra. “Ahí están con el oído pegado y ha habido un ambiente proindustria que daba facilidades, también por parte de las diputaciones y ayuntamientos”.

El profesor Mirás apuesta por una planificación a “medio-largo plazo”, “consensuada”, sostenible y que potencie la “imagen de marca del país”. En este aspecto, considera que la industria debería aprovechar los recursos naturales gallegos del sector primario gallego: pesca, madera, agricultura y ganadería, y, dada la “estrechez” del mercado regional, explorar el mercado global.

"En el País Vasco y Navarra ha habido un ambiente proindustria que daba facilidades"

Otras de propuestas del economista dirigidas a la administración pasan por aliviar la fiscalidad de las empresas de pequeño tamaño, y consolidar el eje de Galicia con el norte de Portugal. “Sería necesario impulsar el desarrollo e nuevos sectores y actividades, explotando el capital humano”, algo en lo que, considera, las universidades tienen un papel “fundamental”.

Ángel Iglesias también apuesta por la investigación, en especial con colaboración público-privada, que considera “fundamental” para arraigar la industria. “Si se vincula al territorio, haría que estas empresas fijen en el territorio porque aquí tengan un valor añadido, que haga que su competitividad mejore, y no estemos hablando de donde es más barato producir”, señala.

Por su parte, Tormo reclama también al Gobierno que fomente el consumo interno, y, con ello, la industria propia. “Los países en los que compramos más barato tienen regímenes escasamente democráticos, y otras derivas sociales: los europeos tenemos que mirar más adentro, pensar que lo que hacemos tiene buena calidad y que al comprarlo nos estamos ayudando a nosotros mismos”.

También al reducir la dependencia. “No olvidemos la crisis que hemos tenido en el sector del automóvil por la falta de chips, que pudo ser programada o no por otras economías que intentaron venderlos más caros”.