El ex alcalde de A Coruña Francisco Vázquez hizo pública en verano de 2009, cuando era embajador ante la Santa Sede, su intención de volver a España como Defensor del Pueblo, pero su partido no lo respaldó. Vázquez mostró su descontento con el PSOE por esta y otras cuestiones, como su salida de la Alcaldía, en dos comunicaciones fechadas en marzo de 2011 y dirigidas al entonces presidente del Congreso, José Bono; cartas que ahora ha hecho públicas la Fundación Pablo Iglesias, ligada al PSOE, como parte de una colección documental cedida por Bono. En ellas se lee cómo Vázquez clama contra el PSOE por no respaldarlo “por ser católico” y oponerse al aborto y al nacionalismo periférico; al tiempo que maniobra para pedir apoyo a su candidatura, recordando sus servicios al partido.

La primera de las comunicaciones está fechada el 3 de marzo, y se dirige al “conocimiento exclusivo” del presidente del Congreso. En ella, Vázquez le remite a Bono dos noticias de diarios que reflejaban declaraciones de apoyo del ministro de Fomento, José Blanco, a la candidatura del ex alcalde. “Pepe Blanco ha cumplido su palabra”, afirmaba Vázquez, que señalaba que sus palabras aseguraban “su apoyo personal y el del Partido en Galicia”.

Tras este respaldo, defendía Vázquez, no cabía “justificación” para que no manifestase también su apoyo expreso el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Salvo, advertía, que “mi partido me vete por mi condición de católico”. Agradeciendo a Bono su “apoyo y constante preocupación”, Vázquez le pedía que mostrase las noticias a Zapatero y le instase a iniciar el procedimiento para convertirlo en Defensor del Pueblo.

La siguiente comunicación, más agresiva, es una carta manuscrita enviada el 16 de marzo por fax desde la Embajada española en Roma. El día anterior, Vázquez había recibido el placet del Vaticano al nombramiento de la embajadora que lo sustituiría, por lo que esperaba que su cese “se acelerará lo máximo”, impidiéndole estar en la beatificación de Juan Pablo II, prevista para el 1 de mayo. “La obsesión de Exteriores es literalmente echarme”, se quejaba el exalcalde, afirmando que “de todos los Embajadores Políticos, soy EL ÚNICO AL QUE SE CESA [sic]”. Esto le parecía injusto pues, consideraba, había conseguido las mejores relaciones entre España y el Vaticano de la Historia.

Pero, según reiteraba en la carta, desde el PSOE “SE ME VETA [sic] censurándome sectariamente” por su “condición de católico”. Para Vázquez, las presiones habrían venido de un “sector de las mujeres hostiles a mi postura en defensa al derecho a la vida” y “algunos sectores nacionalistas” por “mi defensa de la España Constitucional”.

Su partido, según Vázquez, le había permitido votar “en conciencia” en anteriores cargos políticos, pero ahora esto se le negaba y se prefería que siguiese como defensora del pueblo “una militante del PP”. Vázquez destacaba en la carta sus 36 años de militancia en el partido, con “una historia personal de prestigio y triunfos, reconocidos por propios y extraños”.

El exalcalde añadía que el PP aceptaba su candidatura, por lo que instaba a Bono a ayudarlo a acabar con una situación “injusta e inmerecida” y actuar rápidamente. “Estamos EN EL LÍMITE DE TIEMPO [sic]”, según remarcaba, pues luego vendrían las elecciones municipales de mayo y otros sucesos políticos que impedirían “solventar” el asunto antes del final de legislatura.

El Ejecutivo socialista fue sucedido por el Gobierno de Rajoy en diciembre, y, a pesar de las declaraciones de respaldo que la figura de Vázquez había recibido del PP gallego, se nombró a la popular Soledad Becerril como Defensora del Pueblo en 2012.

En su carta manuscrita, enviada, según manifestó Vázquez, por recomendación del exsenador socialista Manuel Aguilar, el exalcalde tuvo también palabras de queja por haber ido al Vaticano en 2006. De todos los embajadores políticos de Zapatero, denunciaba, “soy el único al que el propio Presidente personalmente le pide que acepte serlo y, al tiempo, renuncie “a sus cargos”: regidor coruñés y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias.

Y no fue para “recompensarme” o para darle una “compensación”, remarcaba el entonces embajador ante la Santa Sede, aunque no aventura el motivo en la carta. Sí que explica el “desgarro emocional” de dejar la alcaldía, algo que aceptó por “lealtad” a Zapatero y porque le dijeron que era “necesario” en el cargo.