Vuelta a los conciertos de la OSG tras este parón navideño con dos estupendas noticias: la gran respuesta de público que asistió al Palacio de la Ópera, así a ojo un 80% de aforo lo cual es una alegría tremenda dada la baja asistencia en la primera parte de la temporada; y la otra oír a la estupenda violinista granadina María Dueñas, que defendía el impresionante Concierto para violín nº 1 de Shostakovich. Concierto exigente física y mentalmente para solista, donde hay que estar muy en forma para afrontar esta magistral obra, pero no menos exigente tampoco para director y orquesta. Dividido en cuatro movimientos, maravillas cada uno, la violinista de 19 años a los mandos de su violín Nicoló Gagliano de 17?4 nos dejó una gran interpretación del mismo, y aunque desajustado y embarullado por momentos el difícil Scherzo, lo mejor vino con la Passacaglia un movimiento que todos los violinistas desearíamos tocar de la manera que ella hizo, gran sonido, expresividad y fraseo que junto a la virtuosa cadenza fue lo mejor del concierto. Muy aplaudida su interpretación, nos obsequió con la transcripción de Ruggiero Ricci de Recuerdos de la Alhambra de Tarrega, donde plasmó la personalidad en su interpretación tal como hizo en las obras para violín solo del último concurso que ganó en 2021, el Yehudi Menuhin. Todo hace parecer que estamos ante una de las grandes figuras del violín del S. XXI, el tiempo lo dirá. Continuó el concierto con Sibelius y los cuatro poemas sinfónicos que conforman la Suite Lemminkäinen, esa suerte de brujo de la mitología finlandesa, que se interpretaban por primera vez por la orquesta. Muy densos los dos primeros, que quizás unidos a la longitud de la primera parte, se entendiera que “desaparecieran del repertorio durante 40 años” tal como apuntaba M. Baliñas en el programa de mano. Buena e implicada versión de Slobodeniouk en una obra en la que se le vio más cómodo que en la primera parte, con fantásticas intervenciones a solo de Mirás al chelo y de Ferreira al corno inglés.