El Premio Nacional del Cómic 2020 Javier de Isusi recibió, de parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la encomienda de narrar en viñetas la aventura que llevó al doctor Balmis, a la enfermera coruñesa Isabel Zendal y a 22 niños al otro lado del océano con la misión de llevar a América la vacuna de la viruela. Javier de Isusi recoge el guante y retrata la epopeya con maestría en el cómic El mar recordará nuestros nombres, editado por Planeta y que deja, como regalo, algunas estampas de la A Coruña del XIX que vio partir la corbeta María Pita de sus costas.

¿Cómo llega hasta usted esta historia de la vacuna de la viruela?

El encargo me lo hace el CSIC del Ministerio de Innovación y Ciencia, al calor del momento pospandémico en el que estamos. Se ve la necesidad de dar a conocer un poco más esta historia, que tristemente es bastante poco conocida por la población general. Aparte de un libro que han sacado con Susana Ramírez, que estudia desde un punto de vista amplio lo que rodeó la exposición, se quería hacer algo más divulgativo. Ahí entro yo. El formato cómic es un formato más ligero. Lo gracioso es que yo esta historia la conocía de antes. Hace 20 años, oí hablar de esto en México, y claro, aluciné. Me sorprendió doblemente. Pensé: ¿cómo es posible que me cuenten aquí esta historia, que ocurrió en España, y de la que yo no he oído hablar en mi vida? En ese momento, ya pensé que merecía un cómic. Lo que no sospeché es que lo haría yo.

Es una historia apasionante, pero, como dice, poco conocida. ¿Cómo abordó el tratamiento gráfico al haber pocas referencias de la época?

Hay referencias gráficas de la época, pero es verdad que no hay retratos de los protagonistas de la expedición: ni de Balmis, ni de Isabel Zendal, ni dibujos de cómo era la corbeta María Pita. Hay documentación parecida: nos podemos hacer una idea de cómo era Balmis porque tenemos dibujos de los uniformes de los médicos militares. Hay una descripción de la María Pita, que se dice que era una corbeta de tres palos, de velas cuadradas y de 200 toneladas. Hay una serie de referencias que utilizo. Me sirvió mucho una película que se hizo hace 10 años, que en el apartado de ambientación está muy lograda. Dada la premura con la que hice el libro tras recibir el encargo, aproveché ese trabajo previo que estaba bien hecho.

La historia es fácil de entender, pero el tema tiene sus controversias si se mira con ojos de hoy. ¿Cómo explica lo que se hizo y por qué se hizo?

A la hora de afrontar una historia que tiene, además, tantos lugares desde donde verla, con muchos personajes fascinantes, el tema médico y el sociopolítico, muy candente en la historia de España, había que dar pinceladas de todo aquello, pero sin perder de vista que la centralidad tiene que tenerla la historia. Lo otro tiene que ir ocupando pequeños puntos, que tienen que aparecer. Ahí está un poco el oficio de narrador: tienes que ir dando con el punto de equilibrio, de cómo ir metiendo los ingredientes de una manera equilibrada sin que uno destaque demasiado. Es una historia que, en vez de las 90 páginas que tiene, merece por lo menos 500.

Es un cómic con vocación didáctica. ¿Para qué público lo recomienda?

Es un cómic para el que yo creo que la expresión “para todos los públicos” es especialmente adecuada, porque realmente es para todos los públicos. Lo puede leer gente adulta que no conozca la historia, o que sí la conozca pero que le quiera ver un enfoque distinto. La gente que la conozca, va a disfrutar leyéndola en viñetas. Es muy adecuada para que jóvenes y niños descubran esta aventura y quienes fueron Isabel Zendal o Balmis.

“Los movimientos antivacunas del siglo XIX tienen algunas similitudes con los de ahora”

¿Qué tal funciona el cómic para divulgar sobre temas científicos?

Lo que ocurre con el cómic es que es un medio de comunicación súper eficaz. Con el texto puedes aportar mucha información, pero el dibujo te da una inmediatez, aparte de ser atractivo. El cómic entra por un lugar distinto a la mente que la letra, que entra por un sitio más cognitivo. El dibujo es más emocional. El cómic te ataca por más frentes a la vez, por eso sirve para transmitir cualquier tipo de mensaje, sea científico o social. Este cómic, en realidad, aúna las dos cosas. Aparte de un aventura interesante, te está contando un hecho muy especial a nivel social.

Antes apelaba a la idoneidad de recuperar el tema en tiempos de pandemia. Salvando las distancias temporales, ¿encontró paralelismos entre la época de Zendal y Balmis y lo ocurrido en nuestros días con el COVID?

Una cosa que me hizo muchísima gracia fue que, aunque no estaba tan de actualidad en aquella época, ya había antivacunas. En una sociedad totalitaria como era aquella, el Rey mandó vacunar y se acabó, pero sí que existieron movimientos antivacunas. Me sorprendió un montón que, sobre todo en Inglaterra y sobre todo un poco más adelante, hubo movimientos que tenían similitudes con los de ahora.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, ahora se dice que con la vacuna va a cambiar la especie humana y el ADN. Antes se decía que, con la vacuna, las personas no iban a ser personas, porque se les mezclaba el fluido de un animal. Hacían incluso caricaturas de gente vacunada con cuernos. Otra cosa que hacían era apelar a la libertad individual para no vacunarse, cuando la vacunación no es un acto individual, sino un acto colectivo. De hecho, hasta que población mundial no se coordinó, en los años 60 del siglo XX, no se erradicó la viruela. Cuando se hizo, se erradicó. Este debate ya estaba en esa época.