El uso de maquinaria, la acumulación de residuos sólidos voluminosos o de restos de corta y cultivo por laboreo, repoblaciones forestales, el uso intenso ganadero o la introducción de especies exóticas. Estas son algunas de las prácticas que más perjudican al bosque de ribera del río Barcés y, por tanto, en último término, al agua para consumo que llega a las viviendas de A Coruña. El estudio elaborado por la Universidade da Coruña (UDC) en colaboración con la Reserva de Biosfera Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo, financiado a través de la Cátedra Hijos de Rivera de Desenvolvemento Sostible, analiza el estado ecológico de las márgenes de este afluente del río Mero, que desemboca en el embalse de Cecebre, principal fuente que da de beber a la ciudad. Los investigadores de la UDC Jaime Fagúndez y María José Servia han estudiado la situación del bosque de ribera del Barcés y han planteado medidas iniciales para mejorar su estado o contener su deterioro, a falta de siguientes fases del proyecto que ahonden en la investigación y la propuesta de actuaciones.

Cuidar los bosques que nos dan de beber

El estudio realizado dentro de la primera fase del proyecto recoge los principales impactos para el bosque de ribera asociados a diversas prácticas detectadas en esas superficies. Con los cultivos, el laboreo de la tierra, el uso de maquinaria, la acumulación de restos orgánicos en área de contacto con el bosque de ribera, la presencia de flora arvense (que crece en los sembrados) y nitrófila (que necesita mucho tierras ricas en nitrógeno) y la pérdida de naturalidad son los efectos más destacados. Las mayores amenazas que entrañan los prados de siega son el uso ocasional de maquinaria, la posible introducción de especies generalistas y la posible afección a áreas próximas de contacto.

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En las zonas de prados de diente (de pastoreo), afecta el uso de maquinaria, la introducción de especies generalistas y nitrófilas, la afección sobre el lecho por acceso del ganado y la desestabilización de la ribera. Las repoblaciones forestales conllevan el uso ocasional de maquinaria, cambios en las condiciones del suelo y del dosel (techo) arbóreo, eutrofización (incremento de sustancias nutritivas que provoca un aumento de fitoplancton) moderada, la introducción de especies generalistas y la pérdida de naturalidad.

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Las prácticas perjudiciales que supone el ajardinamiento y el uso recreativo de zonas de la ribera son el uso de maquinaria doméstica, la acumulación de restos, la introducción deliberada de especies alóctonas (foráneas), cambios en las condiciones del bosque y pérdida de naturalidad.

Cuidar los bosques que nos dan de beber

En cuanto a las infraestructuras, la eliminación del bosque en tramos de paso, la alteración de lechos y bosque adyacente, la eutrofización y la entrada de especies oportunistas asociadas a apertura do bosque constituyen las amenazas más destacadas, revela el análisis de los investigadores.

Cuidar los bosques que nos dan de beber

Los investigadores abogan, en general, por la restauración pasiva por regeneración natural en áreas con un nivel medio de degradación y por medidas de reforestación en zonas que se encuentren muy degradadas. El estudio concreta sugerencias para cada tipo de problema.

Cuidar los bosques que nos dan de beber

Ante los casos de “árboles poco desarrollados de alturas limitadas, sin estratos definidos”, “bosques de ribera restringidos a una franja de árboles en la margen y primeros metros de la vega del río” y “bajacobertura arbórea por claros en la estructura y baja densidad de árboles en la estructura lineal del bosque”, los investigadores Fagúndez y Servia proponen la restauración del bosque mediante repoblación con caducifolias del área. Frente a los casos de alteración del lecho por uso intensivo ganadero, con desprendimientos en las márgenes, limitación del desarrollo de la vegetación, erosión y arrastre, plantean habilitar abrevaderos e infraestructura alternativa para el ganado. En cuanto a los problemas derivados de cambios en los usos del suelo, con zonas con repoblaciones en las márgenes del río, y a la acumulación de restos de corta y cultivo por laboreo, apuestan por la limitación de usos en la zona de ribera.

Los investigadores plantean la continuidad de esta iniciativa. Apuntan a actuaciones de colaboración y financiación e iniciativas de monitorización de medidas.

Eucaliptos y vertederos, historial de amenazas del ENIL Río Abelleira

El Espazo Natural de Interese Local (ENIL) Río Abelleira, (afluente del Barcés) en Carral, es una de las zonas con valor ambiental de la comarca que, pese a contar con protección, se ha visto amenazado por prácticas como una plantación de eucaliptos o vertederos incontrolados, como había denunciado el BNG en noviembre de 2017, solo siete meses después de su declaración provisional como ENIL. El Concello había aprobado solicitar esta figura ya en 2008. En 2021, la Xunta tramitó el Plan de conservación del espacio natural de interés local Río Abelleira, que identificaba como riesgos para los valores naturales el deterioro ambiental por uso excesivo, la introducción de especies invasoras, los vertederos incontrolados y la presión urbanística por la proximidad a la Nacional-550.

A Gándara, el humedal que obligó la Xunta a modificar la vía ártabra

Tras reiteradas demandas de colectivos vecinales y del Ayuntamiento de Cambre, que la Xunta había desechado en inicio, el Gobierno autonómico anunció en enero de 2020 que accedía a modificar el trazado de la vía ártabra (AG-13), en de la Nacional-VI a la autopista AP-9, en atención a las peticiones de preservar los valores del humedal de A Gándara. La Consellería de Infraestruturas e Mobilidade inició a final de ese mismo año los trámites para la modificación del trazado, “atendiendo a la petición del Concello de Cambre”, con la que se desplazaba “todo lo posible” la traza para “minimizar la afección al río de A Gándara y al área natural asociada” y se evitaba “hasta donde es posible las canalizaciones y las actuaciones sobre los ríos”, afirmó la Xunta.