El trompetista sueco Hakan Hardenberger actuará hoy y mañana en el Palacio de la Ópera, a partir de las 20.00 horas, como solista con la Orquesta Sinfónica de Galicia. Lo hará siguiendo la batuta del director Fabien Gabel. Está considerado uno de los mejores trompetistas del mundo, tanto por su dominio del repertorio clásico como del contemporáneo. En estos conciertos interpretará obras de Louis Aubert, Henri Fredien Tomasi, Richard Strauss y Florent Schmitt.

¿Qué tal están yendo los ensayos y el reencuentro con la orquesta?

Muy bien. Me gusta esta orquesta y he estado antes aquí, creo que la última vez fue en 2016, ya nos conocemos, incluso tengo a algunos alumnos en la formación.

Hay caras nuevas en la orquesta desde 2016...

Pero ahora con las mascarillas ya no les veo las caras (ríe).

¿Cómo serán los conciertos, qué va a escuchar el público?

Escucharán una pieza muy famosa que siempre tocamos los trompetistas, la de Tomasi. Pero ahora tiene algo nuevo porque con la ayuda de Fabien Gabel, hemos encontrado una parte de la obra que se había perdido. A mí siempre me pareció genial el primer movimiento, el segundo también, pero el tercero me parecía demasiado corto, era como raro. Y siempre me fijaba en los números y me parecían extraños. Así que Fabien, que tenía contacto con el hijo de Fredien Tomasi, le preguntó si podría consultar los archivos de su padre y encontró la pieza. Descubrimos que la había cortado y encontramos dos minutos más y esos trozos hacen que el tercer movimiento sea mucho más lógico y mucho más completo. Estamos muy contentos por eso. Lo grabamos así, pero será la primera vez que se pueda escuchar en España así. La pieza es de 1948, pero nadie sabía de la existencia de estos dos minutos.

En otras actuaciones suele dirigir a la orquesta, en estos conciertos estará solo como solista, ¿es más cómodo o prefiere la dirección?

No, es diferente. Esto [mueve la mano como si tuviese una batuta] es más fácil. Esto [hace como que toca la trompeta] es disciplina y practica. Con la batuta tienes responsabilidad sobre otra gente, aunque a mí me gustan ambos trabajos. Creo que todo se trata de la música. Es hacer que la música viva. Tengo sesenta años. No sé cuánto tiempo voy a poder tocar la trompeta. Así que dirigir es mi seguro de jubilación.

¿Piensa mucho en su retiro y en cuánto tiempo le queda de poder seguir tocando la trompeta y viajar por los escenarios de todo el mundo?

La verdad es que no. Cuando era joven pensaba que seguramente el pico de mi carrera sería a los 45 y que, después, iba a decaer e iba a tener problemas para seguir tocando, sin embargo, el otoño pasado estrené una pieza de Jörg Widmann, un compositor alemán. Esta pieza es enorme, dura unos cuarenta minutos y es muy, muy difícil y muy bonita. Y estoy completamente seguro de que no podría haberla tocado como lo hice si fuese más joven y está bien que así sea. Por ahora, aún no he visto el declive.

¿Hay repertorio o piezas que requieran más madurez en los intérpretes para tocarlas?

Creo que hay piezas hechas especialmente para gente joven. Cuando eres mayor adquieres otros matices, por ejemplo, el Concierto para trompeta, de Tomasi, es una pieza que llevo tocando desde los 16 años, ahora, cuando la toco es diferente. Es como un árbol al que se le van marcando los anillos en el tronco. Con 16 años tocaba desde un punto, ahora, que tengo 60, lo hago con mucho más recorrido, puedo contar más historias, y eso es lo que hace que la música sea maravillosa.

¿Cada actuación es diferente o es un mito?

Definitivamente es diferente. Tengo algunos amigos que son músicos de jazz, a veces piensan que los músicos clásicos tocamos solo lo que dice la partitura, pero nunca es lo mismo. La orquesta no es lo misma, los músicos no se sienten igual, yo tampoco. La energía diferente... Eso es lo que distingue a las grandes obras. La música aburrida es siempre igual. Pero una muy buena pieza musical cambia y es orgánica.

Sigue dando clase en el conservatorio de Malmö, a pesar de ser uno de los mejores trompetistas del mundo, ¿qué tiene la enseñanza para que siga siendo profesor?

Siempre me ha gustado porque estás dando a los demás lo que tus profesores te dieron a ti, además, ayudándoles a ellos, me ayudo yo. Tengo que formularme preguntas como por qué me gusta una cosa, por qué no me gusta otra y tengo que pensarlo mucho para dar una respuesta. Yo no creo que sea uno de los mejores, la verdad. Las dudas creo que son también un buen combustible para generar energía. Si te ves al espejo y piensas que eres el mejor, eso no te va a hacer ningún bien.

¿Tienen los jóvenes ahora más facilidades para dedicarse a la música de las que tuvo usted hace 50 años?

Algunas cosas son más fáciles, aunque no sonaré original, yo vengo de una familia en la que mis padres no eran doctores ni nada de eso, así que, en aquellos días era raro que un chaval como yo quisiese aprender música clásica, pero tenía otra cosa. No tenía tantas distracciones como hay ahora [señala el teléfono móvil]. Los jóvenes lo tienen más difícil para centrarse en algo. Es como ir a un restaurante chino. Entras y ves que hay 150 platos de pollo, 150 de ternera... y es imposible decidirse y decir: “Yo voy a dedicar mi vida a esto, a tocar la trompeta y voy a ensayar ocho horas cada día”. Me dices que soy un reconocido trompetista, pero los chicos no me ven a mí en sus móviles, no soy el primer resultado que les sale, para encontrarme a mí tienen que ir casi al subsuelo de internet (ríe). Es muy difícil que un niño o una niña de nueve años vea un vídeo mío y diga: “quiero ser como él”. Eso era más fácil antes.

¿Cómo interfirió la irrupción de la pandemia en su carrera, más allá de que ahora tengan que mantener la distancia y usar mascarilla?

Yo pasé por varias etapas. Primero, como tenía una gira en primavera de 2020 por Corea, pensé que no podía ir, que estaba bien, pero que no podría ir. Después, cuando me di cuenta de que esto iba para largo, no quería ni levantarme de la cama. Luego, me di cuenta de que tenía la música y me sentí agradecido por ello y por poder hacer algo, así que, decidí practicar mucho y fui mejorando cada vez más y eso me permite ahora poder tocar con orquestas. Lo peor fue para los jóvenes, porque hemos perdido a muchos que tiraron la toalla y eso es terrible. Creo que hay puntos positivos también, porque muchas orquestas tuvieron que llamar a solistas locales, a directores locales y eso es bueno. Podemos celebrar cuando viene alguien de fuera, pero tener a la gente volando de un lado a otro todo el día era una cosa decadente. La gente, las ciudades incluso los países e instituciones tenemos que parar y ver un poco más hacia nosotros mismos y hacia lo que tenemos más cerca, porque eso tiene que ser bueno. Algunas instituciones y ciudades también se rindieron y se quedaron paradas, porque era lo más fácil.