El Concello ejecutará de forma subsidiaria el derribo del edificio del número 8 de la calle Santa Lucía. Los propietarios tuvieron hasta el pasado día 17 de enero para responder a las peticiones del Ayuntamiento, que reclamó una protección urgente, pero no hubo respuesta. La calle permanece cortada desde octubre por los desprendimientos de esta fachada.

Fuentes municipales informan de que ya se ha encargado el proyecto para actuar de modo subsidiario. Se realizará la demolición y también el vaciado del inmueble. Se tirará todo el edificio por dentro y se conservará la fachada. Por el momento, el Concello no concreta plazos, aunque sí indica que el derribo se tramitará con carácter urgente.

De esta forma pondrá punto final a un problema que se ha enquistado durante más de un década, el tiempo que el edificio lleva deshabitado, lo que ha generado suciedad y caída de cascotes y, como consecuencia, las quejas constantes de los vecinos.

Para llegar a este punto, el Concello ha tenido que declarar en ruina el edificio de Santa Lucía. Ese fue el primer paso. Después, exigió a los propietarios que lo protegiesen, pero solo uno de ellos, que posee el 12,5% del inmueble, adoptó medidas de seguridad esporádicas. El dueño mayoritario, con el 43,5% de la propiedad alegó problemas de salud incapacitantes; y otros dos suman el 44%, pero nunca han respondido a las notificaciones municipales y tampoco han actuado tras la caída de parte de la fachada el pasado octubre, el incidente que ha acelerado este proceso. Además, la propiedad se encontraba en un procedimiento de extinción de la división horizontal y posterior subasta judicial, según informó el Gobierno local, lo que también motivó la inacción de los propietarios.

El abandono de este edificio ha generado muchos problemas en la zona, y lo sigue haciendo. Desde hace meses, por la caída de cascotes y el riesgo que eso supone para los viandantes, la calle Santa Lucía permanece cortada al tráfico, por lo que el acceso a Fernández Latorre es complicado para los vehículos. Vecinos y comerciantes se han quejado de que, para llegar ahí, hay que dar la vuelta primero en Ramón de la Sagra, entrar en Alfonso Molina, dar la vuelta en las Pajaritas dos kilómetros más adelante y entrar en Fernández Latorre antes de conectar con Linares Rivas. Unos quince negocios se han visto afectados por este corte. Y la movilidad no es lo único que les preocupa. Además de la inseguridad que genera tener un edificio en estas condiciones, ahora con una red de protección, los que habitan en los edificios contiguos han denunciado problemas de higiene y la aparición de ratas, que esperan que desaparezcan con el derribo.