Simón García (Mugardos, 1977) es contrabajista, compositor y miembro de la Banda Municipal. Su música ha sido interpretada en 38 países de cuatro continentes por reconocidos solistas, ensembles y orquestas. Ahora da nombre a un aula del Conservatorio Profesional de Música Xan Viaño de Ferrol.

¿Cómo es ver su nombre en una clase?

Un poco raro. De broma pienso que debo de estar acabado ya, porque estas cosas siempre se hacen a título póstumo. Me llamaron en enero del año pasado para proponerme que el aula de contrabajo llevase mi nombre. Yo, encantado. Es una cosa muy poco habitual y es un gran honor. Son reconocimientos que uno nunca se espera, que vienen de sorpresa. Te quedas en estado de shock.

¿Qué queda de aquel Simón que acudía a las clases de este centro?

Queda la ilusión, la pasión por la música. Y la lucha diaria. Es una profesión muy larga, de por vida, en la que siempre tienes que estar al día y preparado para cuando surja la oportunidad. Si no estás preparado, la pierdes. Hay que estar un paso por delante de las cosas que puedan venir. No me obsesiono con eso, y lo que he conseguido, mucho o poco, no me lo había marcado como meta. Me he esforzado mucho tiempo en cosas que me parecían importantes y me han surgido oportunidades porque estaba en el sitio adecuado en el momento adecuado.

¿Quizá esa sea la clave, no perseguir el éxito y disfrutar del proceso?

El éxito al final no es nada, es un reconocimiento, pero lo que realmente se disfruta es el camino. Es donde se aprende, donde se conoce gente, donde se disfruta de lo que estás haciendo. Es como cuando haces un bizcocho. Lo comes y se acabó, pero lo bonito es el proceso, amasarlo, dejarlo reposar… Hoy en día, que vivimos en un mundo tan rápido y en el que todo el mundo quiere el éxito inmediato, yo siempre digo que el llegar no es imposible, dar un pelotazo es relativamente sencillo, el problema es saber mantenerse. Ahí es donde se ve que hay un trabajo de base y no es fruto de una suerte o una casualidad. Llegar puede llegar cualquiera, pero mantenerse no. Ahí está la dificultad. Cuando me encargan trabajos, me pregunto si podré llegar a las expectativas. Cada vez que me siento a escribir es un reto.

En ese camino, ¿cómo le afectó la pandemia?

La pandemia complicó todo muchísimo a nivel mundial. En mi caso personal, tuve bastante actividad desde casa. Me llegaron encargos, grabé desde casa, me invitaron a participar como jurado en concursos internacionales y también di masterclass online. Fue un momento de incertidumbre, todavía hoy, pero intenté mantenerme activo. Por mi salud mental y por mantener la ilusión y el trabajo, no caer en la desgana. Ahora he vuelto a viajar.

¿Y el trabajo con la Banda?

Estamos pasando unas dificultades importantes. Llevamos tiempo sin director. Se han hecho procesos de selección pero no han llegado a buen puerto. Estamos un poco a la deriva. No hay dirección artística ni musical. No tenemos todos los conciertos que nos gustaría, pero hay que pensar en el público e intentar sacar adelante el trabajo como se pueda. Estamos remando a contracorriente a ver si llega pronto la estabilidad, que sería bueno para los músicos y para la ciudad.

¿Se plantea otros retos?

Me encanta la ciudad y vivir aquí, de hecho fui poco a poco tirando para acercarme a casa y llevo aquí desde 2009. Me gusta tener aquí mi batcueva, hacer cosas fuera y poder regresar aquí. Mucha gente me pregunta por qué no doy clase. Me encanta enseñar y poder ayudar a los demás, pero a través de las masterclass, en las que llego a un sitio donde no soy el tutor, doy mi visión de la música y ya está. Trabajar día a día con alumnos no lo veo. Me parece una responsabilidad tan grande... Un maestro no solo enseña música, también filosofía de vida. Me siento mas cómodo en el papel de músico de atril. Estoy a gusto como estoy. Tengo tiempo para dedicarme a otras cosas además de la banda. Soy selectivo y hago lo que me gusta.