Irreprochable concierto de la Orquesta Sinfónica de Galicia que comenzaba con un valiente y buen solo a la viola de Regozo. Selección impecable tanto de compositores como de repertorio, que como se vio, comulgan con el tipo de música que gusta lucir a nuestra orquesta. Había expectación por escuchar a uno de los mejores trompetistas del mundo como es Hakan Hardenberger, y no defraudó. El considerado en su momento intocable concierto de Tomasi fue desengranado con maestría por el maquinón sueco, que con una técnica impecable y un cálido sonido, bien aderezado con un vibrato de gran gusto, enamora a los oyentes. Es un concierto de los virtuosos, que Hakan domina y hace parecer sencillo, muy bien acompañado por la orquesta, que dejó grandes momentos de Landelle al arpa, Zandundo a la caja y Rodríguez al xilófono. Muy aplaudido, correspondió con un precioso bis, en el que en cada tema orientó la campana de su trompeta en diferentes direcciones del auditorio, plasmando diferentes sonoridades al oyente y jugando con las acústicas de esa bella melodía ancestral sueca. Magnífico el maestro Gabel, que muy activo durante toda la velada, hizo sonar increíblemente a la orquesta, seguramente debido a un gran trabajo semanal, donde cada sección podía escucharse perfectamente sin tener que forzar o hacerse sobresalir, como el sublime momento de las trompas en Strauss. Sería injusto no dejar algún comentario sobre cada sección, porque todas brillaron de una manera u otra: la cuerda en clímax y estirando sonido en Aubert con el gran apoyo en los contrabajos (se notó la presencia de todos los músicos de esta sección); los metales siempre en ese punto álgido sabiendo ocupar su sitio con afinación y en el plano exacto; las maderas encontrándose cómodas en un papel secundario o como cuando tienen sus destacados solos como el caso de Walker a la flauta o el resto de principales. Lo mejorcito de la noche, esa sección de la cantera gallega en los oboes, con una Ramos que cada noche crece y crece no solo en confianza sino en sonido y musicalidad y también una percusión liderada desde los timbales por Belmonte, con una gran sensibilidad, afinación y gusto hacia el parche, percusión que nunca puedes decir que estéticamente esté fuera del planteamiento musical de la orquesta, o que toque excesivamente fuerte ya que nunca pretende salir por encima. Gran concierto de inicio a fin con cada vez más público en las butacas.