Hay alumnos y coches, pero no hay profesores. En esta situación se encuentran las autoescuelas coruñesas, con escasez en la docencia y listas de espera en el alumnado, especialmente para las clases prácticas. No es algo coyuntural, aseguran los profesionales del sector, es algo “que viene de atrás”, que ocurre desde hace casi diez años. Las jubilaciones reducen de forma progresiva la plantilla de maestros de la conducción y a día de hoy “no hay relevo”.

La Asociación Provincial de Autoescuelas de Galicia engloba a unos 80 centros de formación, aproximadamente el 90% de todos los que hay en A Coruña. En la ciudad y la comarca hay alrededor de 60, con una media de dos profesores por autoescuela, aunque algunas, más pequeñas, solo cuentan con uno y un vehículo. Por eso es difícil precisar cuántos docentes hay en la actualidad. “Ahora estamos en una situación al límite y tememos que vamos a seguir perdiendo personal de enseñanza”, vaticina Pablo Pérez Mayobre, presidente de la asociación.

Al sector le cuesta creer que, siendo uno de los que por lo general no tienen paro, le resulte tan complicado ampliar su nómina de profesores. “No hay demasiada información sobre las autoescuelas, cuando apenas tienen desempleo. En dos años o menos tiempo una persona puede obtener el certificado de enseñanza y ponerse a trabajar”, asegura Silvia Vázquez Liñeira, vicepresidenta de la asociación, profesora desde hace más de veinte años y directora de la autoescuela Oza. Pero, ¿por qué no atrae el sector en términos laborales? El arraigo familiar tiene parte de culpa.

“En las autoescuelas siempre ha habido muchas familias trabajando, primero una generación y después otra. Pero eso se ha perdido, ya no hay repuesto. Y cuando alguien nuevo se decide a sacarse el título de profesor es porque algún familiar lo ha hecho antes y le ha animado. De cara a la calle no llega el mensaje de que estamos necesitados de docentes”, explica Vázquez.

El proceso consta de tres etapas: una prueba selectiva que se realiza en la provincia; otra a distancia por asignaturas; y una tercera presencial durante semanas en un centro de la Dirección General de Tráfico. Si se superan, entre un año y medio y dos años se consigue el certificado de docente.

Mientras tanto, sacarse el carné de conducir no es un propósito que haya perdido fuerza, por lo menos en A Coruña. Dice la directora de la autoescuela Oza que el auge demográfico de 2003 se nota casi veinte años después y quienes hoy llegan a la mayoría de edad se matriculan en las autoescuelas, “cada vez más”, aunque deben esperar para que un profesor les oriente o corrija en las clases prácticas porque no hay suficientes. “Hay mucho trabajo pero no podemos atenderlo. Para sacarse los exámenes teóricos no hay problemas, muchos acuden presencialmente o estudian online, algo que se acentuó en la pandemia; lo complicado es ponerse al volante”, aseguran los responsables de la Asociación Provincial de Autoescuelas.

Pérez Mayobre matiza no obstante que últimamente se retrasa más la edad para obtener el carné. Los jóvenes no tienen tanta prisa como antes para aprender a conducir, “se lo toman con más calma”, dejan pasar unos años sin sentirse necesitados de tener vehículo y finalmente se deciden a cubrir la matrícula y examinarse. Quizá esta actitud explica que en el conjunto de España sean ahora menos los jóvenes que se convierten en nuevos conductores cada año, una estadística que, según la asociación provincial, se nota más en las grandes ciudades que en los ayuntamientos medios y pequeños. De acuerdo con los datos de Tráfico, 2020 se cerró con 427.407 nuevos conductores, 94.520 menos que el año anterior; la cifra máxima desde 1990 es de 2008, más de 873.000 nuevos permisos de circulación, el doble que treinta años después.

Medidas contra la lista de espera para examinarse

No solo es escasa la plantilla de profesores de autoescuelas, también la de examinadores en A Coruña. La asociación provincial se concentró el verano pasado en las calles de la ciudad para protestar por una lista de espera de más de 4.000 alumnos que en ese momento estaban pendientes de hacer los exámenes prácticos del carné de conducir. La situación ha mejorado ligeramente desde entonces, después de la que la Dirección General de Tráfico habilitase a funcionarios interinos para realizar las pruebas en los meses de más colapso —la etapa estival y Navidad— e incluso permitiese el aprovechamiento de horas extraordinarias. “A A Coruña se trasladaron interinos para desatascar las listas de espera. Lo ocurrido no es nuevo, viene de muchos años atrás: se producían jubilaciones y la administración no reponía las plazas. Las medidas tomadas por Tráfico para paliar la falta de examinadores van dando frutos y la situación ha mejorado, a lo que debería contribuir la próxima oferta de empleo público”, describe Vanesa Vanesa Fernández, delegada autonómica de la Asociación de Examinadores de Autoescuela de Galicia. La asociación provincial cifra en la actualidad en diez el número de examinadores en las zonas de A Coruña y Ferrol, a los que hay que añadir siete en Santiago, quienes se encargan de hacer exámenes todos los días laborables. Con dos o tres funcionarios más la situación sería “más acorde con la realidad” en A Coruña, considera Fernández.