Juez precoz y escritor en tiempo y forma. José María Asencio combina, en su actividad profesional, la toga, que empezó a vestir a los 24 años, y la pluma, con la que se estrenó casi diez más tarde. Mañana visitará A Coruña con su primera novela, En busca de la irrealidad, un envidiable debut literario que incluso le ha valido ya una placa conmemorativa en el barrio en el que sitúa su acción, el Raval de Barcelona, cuya esencia reivindica frente al canibalismo de la expansión urbana. Presenta la obra en la librería Berbiriana a las 19.30 horas junto al escritor y concelleiro Alberto Lema.

Le iba a preguntar por su primera novela, pero, visto el éxito de acogida que ha tenido, casi le pregunto cuándo sacará la segunda.

Estoy escribiendo la segunda, llevo un tiempo ya. Nunca me gustó la producción en cadena, y nunca he tenido la intención de sacarla pronto. Quiero reflexionarla. Creo que, cuando escribes algo, tienes que dejarlo reposar y volverlo a leer. Creo que tardaré todavía bastante.

La acción de En busca de la irrealidad se desarrolla en el barrio del Raval, en Barcelona, que tiene gran protagonismo en la historia. ¿Por qué escogió esta localización tan singular?

Yo siempre he dicho que hay que escribir sobre lo que uno conoce. Si uno escribe sobre lo que no conoce, corre el riesgo de que, aunque la prosa sea limpia, la historia tenga defectos sustanciales. Elegí el Raval porque viví allí cuando me trasladé a Barcelona. Es un barrio que, aunque ha sido denostado por los medios de comunicación durante los últimos años, conserva una esencia peculiar, que es característica de ciertos barrios que antiguamente eran el centro de algunas ciudades y que han sido abandonados por los poderes públicos, pero que siguen siendo un reducto de libertad. Lugares en los que los vecinos, los que viven allí o los que se trasladan allí, tienen otra concepción de la vida. Allí la gente no espera a que los poderes públicos les solucionan los problemas. Lo hacen ellos: cuando hay un incendio en el Raval, los vecinos, aparte de llamar a los bomberos, sacan los colchones a la calle para que la gente se tire, no esperan a que lleguen los bomberos. Es un barrio muy curioso. Cuando llegué allí me enamoré del barrio, de la gente, de la libertad y de la concepción de la vida antigua que tienen.

¿No encaja un barrio como el Raval en el relato que se vende sobre la ciudad de Barcelona de puertas para fuera?

Sí, pero es un barrio que es necesario conservar en su esencia. Sería un craso error que barrios que todavía conservan la identidad de las ciudades cayesen en manos de especuladores que destruyan su alma.

En la imagen que se ha trasladado, a veces, prevalece la cuestión de la marginalidad y la delincuencia. ¿Se ha contado mal?

Totalmente. No sé si será por intereses oscuros, pero se ha vendido como que es un barrio donde la heterogeneidad cultural genera delincuencia, y eso es totalmente erróneo. La heterogeneidad cultural en las ciudades genera riqueza; que las ciudades sean cosmopolitas es algo de lo que tenemos que estar orgullosos. Lo que genera la delincuencia es el abandono, la falta de iluminación, de recogida de basuras o que no se rehabiliten los edificios.

Escribió esa novela a raíz de trasladarse al barrio. ¿Tiene algo autobiográfico?

Si, por supuesto, pero es que toda novela tiene tintes autobiográficos, incluido Harry Potter. Es imposible desviar de forma absoluta el personaje del escritor, porque uno descarga sobre el pergamino esas manchas de tinta, que no son otra cosa más que el reflejo de uno mismo. De hecho, algunos personajes son personas reales a las que conocí a lo largo del tiempo.

¿Y qué opinan de que les haya convertido en personajes de ficción?

Yo pido permiso (ríe). En este caso se concedió, aunque evidentemente cambio muchas cosas, al fin y al cabo si se concede este permiso, se permiten estas licencias poéticas.

En busca de la irrealidad explora el mundo de los sueños, de lo onírico. ¿Tira hacia la magia y la fantasía, o se ciñe al existencialismo?

Depende de lo que entendamos por magia. En el libro, Barcelona se presenta como una ciudad mágica en la que todo puede ocurrir, y donde la caída del sol representa el tránsito entre dos universos dispares: el diurno, donde todo es predecible, y el nocturno, donde cualquier cosa puede ocurrir, y, efectivamente, ocurren cosas que podríamos calificar de extrañas, que no son tales. Cuando se dice en busca de la irrealidad es porque reclamo reflexión en este mundo tan rápido, reclamo pararse, y conceder importancia a lo que sucede en el sueño. Es una oda a lo onírico.

¿Qué es eso que sucede en los sueños y a lo que deberíamos darle más importancia?

Lo que sucede es, precisamente, todo lo que no es material ni tangible, como lo metafísico. La evolución no proviene del momento en el que estamos viviendo, porque todo va demasiado rápido, sino del momento en el que estamos reflexionando e incluso soñando. Por eso le doy una importancia absoluta al momento del sueño; de hecho, el libro comienza con un sueño y, en muchas partes del libro, no se sabe realmente si el personaje principal, Manuel, está despierto o soñando.

Es valiente escribir una novela de reflexión y reposo en un momento en el que lo que triunfa en el panorama literario es la acción y el thriller.

Es que, para mí, los escritores que me han influenciado a la hora de escribir este libro han sido Hermann Hesse, puesto que El lobo estepario es uno de mis libros de cabecera, y también Henry Miller, en Trópico de Cáncer. Son libros que podría recitar al revés, que me han influenciado mucho, y en ninguno de ellos hay acción, prima la reflexión.

Cuesta, como dice, encontrar el momento para reflexionar en un mundo tan rápido.

Es que es necesario. Al final, esa es la diferencia entre existir o vivir. Hay gente que existe pero no vive. Hay un filósofo, Byung-Chul Han, que ha escrito varios libros en la editorial Pensamiento Herder, que tiene uno, La agonía del Eros, que es magnífico. En él dice una frase que utilizo y desarrollo en la novela, que es que “hoy en día estamos demasiado vivos para morir y demasiado muertos para vivir”. Es una frase acerca de la cual los personajes reflexionan largo y tendido en una de sus veladas.