Empezar una nueva vida es una decisión complicada en cualquier caso. Si poner tierra de por medio y hacerlo al otro lado de un inmenso océano es todavía más difícil; emprender esa travesía dos veces en la vida es un acto reservado para los valientes. Sin embargo, no son pocos los que, habiendo migrado en su día a latitudes lejanas, recorren el camino de vuelta y no lo hacen solos: se traen toda una vida de experiencias, recuerdos y, a menudo, a sus familias consigo. En la Oficina Integral de Asesoramiento y Seguimiento al migrante retornado ofrecen una guía para volver a empezar a los miles de gallegos en la diáspora que cada año deciden regresar o ponen las primeras piedras para hacerlo en un futuro.

En la oficina coruñesa les esperan, con los brazos abiertos, Raquel Andrade y Teresa Vázquez, las trabajadoras del servicio. Los perfiles son diversos y, sus experiencias, todavía más. “Aquí se centraliza la información para personas migrantes que retornan a Galicia y sus familias. El migrante gallego o descendiente de gallegos a menudo regresa con sus hijos, sus nietos o lo cónyuges de estos, que no son españoles”, aprecian.

Ante ellos, además de un proceso de adaptación y el trance emocional de lidiar con la nostalgia del mundo que queda atrás, se abre todo un camino de trámites y burocracia interminable imposible de resolver sin una mano amiga. La encuentran en Monelos: la oficina coruñesa resolvió, desde marzo de 2020, 6.863 consultas tanto presencial como telefónicamente. “Hacemos de todo: desde certificados de nacimientos, gestiones ante el Consulado... a veces vienen sin documentación”, explican.

Latinoamérica sigue siendo, como ya es norma desde hace algunos años, el lugar de procedencia mayoritario de estos gallegos retornados, aunque, dentro del continente, la tendencia ha variado sensiblemente: si antes venían de Venezuela, ahora lo hacen, sobre todo, de Cuba y Argentina. “La situación en esos países está empeorando. No hay trabajo y la asistencia sanitaria es precaria. Hemos detectado que hay gente que tiene interés en volver, pero con las limitaciones y la administración de sus países paralizada, se está retrasando el retorno”, observan.

Aunque sus vecinos comienzan a darse prisa por hacer las maletas, los gallegos de Venezuela que toman la determinación de volver a casa siguen siendo mayoría, sobre todo, en el caso de los descendientes de las primeras generaciones de migrantes. El camino, no obstante, es similar para todos los que carecen de nacionalidad. “Tienen que hacer el DNI, buscar vivienda, tramitar posibles ayudas temporales para migrantes retornados, escolarizar a sus hijos, luego hay promoción del empleo autónomo...”, enumeran. A través de la plataforma Retorno Dixital, de la Secretaría Xeral de Migración, se presta asesoramiento tanto al que ha vuelto como al que piensa en hacerlo.

En la oficina destacan, de entre la maraña de papeleo, la complicada situación que enfrentan los migrantes que retornan con estudios universitarios, que experimentan demoras de años hasta que ven su titulación homologada, lo que les obliga a vivir “de lo que pueden” mientras tanto. “Tenemos médicos trabajando de repartidores. Es el gran hándicap, porque el trámite corresponde a la Administración del Estado. Es una pena, los retrasos son una barbaridad”, observan. “Recomendamos homologar el título de Bachillerato, que es más fácil y rápido, y tenerlo abre muchas puertas”, recomiendan.