A Coruña vuelve a enseñar la cara. O, al menos, los que así lo han decidido en la primera jornada sin obligatoriedad del uso de la mascarilla en exteriores, en la que las calles de la ciudad arrojaron una estampa diversa. El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó el martes la modificación del decreto con la nueva norma, tras ser aprobada por el Consejo de Ministros y después del acuerdo del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS). Desde primera hora de la mañana, comenzaron a cruzarse por los barrios coruñeses las distintas formas de afrontar los estertores de la crisis sanitaria: desde los que prefieren mantenerla por precaución, hasta los que estaban deseando prescindir del complemento más popular desde el inicio de la pandemia.

Camino del ayuntamiento iba, por la mañana, Jesús Cecilia, jubilado, a cara descubierta y con actitud tranquila. “Estábamos deseándolo. Era lógico, llevábamos con ella demasiado tiempo. Sin ella se respira mejor”, asegura. Con todo, lleva la mascarilla prudentemente engarzada a la muñeca por cuestiones prácticas. “Al final, en los interiores necesitas tenerla puesta. Yo ahora voy a hacer unos trámites y me la pondré. Alivia un poco tener algo de sensación de normalidad”, afirma.

Como él, otras dos pensionistas, Maricarmen Sánchez y Maricarmen Carballo, que paseaban por la calle Real a la misma hora, optaron por contribuir a la sensación de normalidad prescindiendo de la mascarilla. “Estaba harta, no respiro bien y se me empañan las gafas”, asegura Carballo. “Yo siempre que caminaba sola por ahí me la quitaba. Llevarla por la calle a 200 metros del resto de la gente no tenía mucho sentido”, comparte Sánchez. Con todo, ambas la llevan a mano, “por si nos cruzamos con alguien”.

Ellas aprovecharon, durante su paseo, para sumarse a la actividad que muchos coruñeses emprendieron ayer: la de comprobar el éxito de la medida entre los transeúntes habituales. “Veníamos hablando del tema ahora mismo. Se ve menos gente llevándola, ves un grupo que la lleva y diez que no. Imagino que la gente irá por libre”, reflexionan. Un vistazo rápido a la calle confirma su parecer: aunque ya empiezan a vislumbrarse las facciones hasta ahora escondidas, y han comenzado a desaparecer las mascarillas “cubrepapada”, una gran cantidad de la población todavía no se han desprendido de la medida de prevención. Las razones oscilan desde la prudencia hasta el hábito.

Para Pedro Méndez, voluntario de Protección Civil que caminaba ayer por la calle con la mascarilla quirúrgica bien ceñida, ganaba la primera. “Decidí ponerme de alivio, con la quirúrgica, pero hasta ahora llevaba FPP2 o incluso, alguna vez, FPP3”, comenta. Los motivos están detrás de su ocupación, donde llevar la cara cubierta no es ninguna rareza. “Como estamos acostumbrados, no nos costó tener que empezar a llevarla”, asegura, mientras se señala el bolsillo, donde porta más mascarillas FPP2 “por lo que pueda pasar”. “No es por miedo, es por precaución y respeto hacia los demás. Todavía hay muchos contagios, y, ante la duda, creo que mejor llevarla”, recomienda.

Comparte la visión Elena Rodríguez, profesora, que paseaba ayer junto a su bebé, Eva. La madre con mascarilla, la hija, por motivos obvios, sin ella. El ámbito laboral vuelve a influir en la elección. “Estoy bastante acostumbrada a llevarla, por eso no me molesta. Es más costumbre que otra cosa, habrá momentos en los que iré apurada y agradeceré poder quitármela”, concede. En interiores, admite, la cosa cambia. “Creo que sería precipitado. Hay ámbitos, como el educativo, en el que iba a ser complicado quitarla ya”, juzga.

La obligatoriedad del uso de la mascarilla se mantiene en eventos multitudinarios que se desarrollen en espacios al aire libre cuando los asistentes estén de pie o, si están sentados, cuando no se pueda mantener una distancia de seguridad de al menos 1,5 metros entre personas o grupos de convivientes. También sigue siendo obligatorio el uso de mascarilla en los medios de transporte público, andenes y estaciones de viajeros. En cuanto al ámbito educativo, la Xunta aclaró ayer que aplicará la ley en la que se levanta la obligación de llevar mascarillas, pero insiste en la recomendación de emplearla en los patios de colegios y en las aglomeraciones de gente en espacios limitados.