No hace falta una máquina del tiempo para conectar pasado y presente. Desde la Universidade da Coruña (UDC), los profesores Begoña Bas, Roberto García y Montse Muriano han conseguido recuperar la historia de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1814) contra la viruela, la implicación de la enfermera Isabel Zendal y la huella del antiguo hospicio, que se encontraba en los terrenos del Menéndez Pidal, para traerlo a la actualidad y trasladar todos esos contenidos a los alumnos del instituto. Lo consiguieron también gracias a la implicación de 133 estudiantes universitarios.

El proyecto nació en el curso 2017-2018, mucho antes de que las vacunas y los negacionistas copasen todos los titulares. “Todo empezó con la ONG Arquitectos sin Fronteras, que promueve el derecho al hábitat. Nos planteó hacer esta actividad”, cuenta García. La idea fue partir de la expedición Balmis y el libro Los niños de la viruela, de María Solar, que leyeron tanto los universitarios como los escolares, para empaparse de historia. ¿Y qué relación tiene esto con el Zalaeta? Sobre esa parcela donde ahora hay aulas y muchos pupitres, a donde cada día van los alumnos, se encontraba el antiguo hospicio, de donde salieron los niños que llevaron la vacuna de la viruela a América. “Fue algo con un gran impacto social y científico y casi nadie cuenta esa historia. En el colegio nadie nos habla de eso”, comenta Mario Cambre, que junto a Fran Gavín y Mariña Bermúdez representa a los universitarios que llevaron a cabo la iniciativa. Se encargaron de investigar —apoyándose en los artículos de Antonio López Mariño y Joaquín Pedrido—, de crear actividades y de explicar todo ello a los alumnos de Secundaria del Menéndez Pidal, para que entendiesen la conexión entre lo de antes y lo de ahora. “Es una forma de conocer la historia y relacionarla con el entorno”, exponen.

También fue una forma de “salir del entorno universitario para crear vínculo”, detalla Montse Muriano. Tanto ella como Roberto García insisten en que “el alma máter” de este proyecto es su compañera Begoña Bas, ya jubilada. Los alumnos de la UDC y del Zalaeta, que también leyeron la obra A flor de piel, de Javier Moro, fueron “partícipes” de todo el proceso. “Es historia de la ciudad”, apunta Bermúdez.

Todos ellos participaron en una ruta por la ciudad, en la que visitaron espacios importantes y recordaron personajes ilustres, siendo, por unos días, profesores de instituto. “Fue un reflejo de la educación, nos encontramos con situaciones que no dominamos. Como una práctica de la vida real”, confiesa Fran Gavín, a la vez que su compañero Mario Cambre destaca que “si se quiere, se pueden hacer proyectos muy interesantes”.

Con esta iniciativa, además de conectar el entorno con hechos del pasado, se ha dado “protagonismo a las mujeres, como Isabel Zendal, a los niños, a la sanidad y a los derechos humanos”, resumen los tres docentes, a los que la experiencia también les ha enriquecido mucho, de ahí que la hayan presentado a la revista alemana Journal of Social Science Education, que recoge diferentes experiencias europeas de educación para la ciudadanía.

Profesores y estudiantes del grado de Educación Primaria destacan la “implicación” de la comunidad educativa del Zalaeta. “A todo nos contestaron con un sí”, recuerdan. También Marta Casal, de la ONG, y Antonio López y Joaquín Pedrido han dejado una huella importante en el proyecto, que se prolongó durante dos cursos. ¿Y volverá? “Ojalá”, dicen. Pero de momento no es fácil. “Tenemos muchas ganas, da pena que historias que suceden en A Coruña, como esta de la expedición Balmis, no se conozcan mucho”, concluyen.

La abuela de una estudiante que estuvo en la Casa de Expósitos

El proyecto sobre la expedición Balmis y su relación con el entorno actual unió a la Universidade da Coruña, la ONG Arquitectos sin Fronteras y el instituto Menéndez Pidal. Profesores y alumnos, además de investigar y empaparse de historia, han podido descubrir cosas del pasado que han hecho que la iniciativa sea todavía más especial. Un ejemplo es el caso de Mariña Bermúdez, como estudiante de Educación Primaria se adentró en este proyecto con un tema casi desconocido para ella, pero un recuerdo le estaba esperando. “Cuando les hablé del proyecto a mi madre y a mi tía me contaron que mi abuela estuvo allí, en la Casa de Expósitos, hasta que se casó con mi abuela. Fue muy emocionante”, relata. La joven pudo rescatar una fotografía de su abuela que enseñó a los alumnos del Zalaeta, lo que hizo que la historia fuese aún más real. Hubo más casualidades. Los participantes hicieron coincidir una de sus actividades con el nombramiento de la calle Isabel Zendal y también pudieron disfrutar de una obra de teatro sobre la expedición que protagonizaron los alumnos de Baio, los mismos con los que hizo prácticas Fran Gavín, uno de los universitarios implicados.