El pasado miércoles 23, Anna Chasnikova pasaba las vacaciones junto a su pareja en la ciudad ucraniana de Ivano-Frankivsk. Al día siguiente, despertaron con sonido de bombas y de sirenas. “Nunca imaginé que esto pudiese llegar a pasar. Civiles muertos, misiles...es surrealista, como en una serie. Parece Black Mirror”, asegura, con voz temblorosa. El teléfono móvil, siempre entre las manos a la espera de noticias de sus padres, su novio o sus amigos, que resisten como pueden la ofensiva rusa. “Es difícil decir cómo me siento. No puedo dormir por las noches, porque me despierto pensando en mis padres, mis amigos y mi novio, que están escondidos en Kiev. Pueden morir en un bombardeo en cualquier momento”, teme.

“No puedo dormir por las noches, porque me despierto pensando en mis padres, mis amigos y mi novio, que están escondidos en Kiev. Pueden morir en un bombardeo en cualquier momento”

Sus parientes no salen a la calle desde que estalló el conflicto, temerosos de ser alcanzados por los proyectiles aéreos. “No quieren salir por si cae una bomba y los mata. Ya hay casos de personas que han sido asesinadas mientras conducían. Simplemente, les paran y les disparan”, advierte. Siete días después de la madrugada que cambió el curso mundial de los acontecimientos, Anna rememora los hechos desde A Coruña, donde permanece refugiada en la casa de Natalia Afonina, la madre de su novio. El miedo y la incertidumbre la acompañan. También Andrey Rybalchenco y Olena Grydkovets, un matrimonio ucraniano que pasaba sus vacaciones en Galicia cuando estalló la guerra en su ciudad. Nunca pudieron volver a casa, ni saben cuándo podrán hacerlo.

Anna revive, todavía en shock, lo ocurrido en los primeros momentos tras la invasión. “Mi novio y yo intentamos coger un autobús para poder ir a la frontera. Había muchísimo tráfico, un atasco enorme, como de 10 kilómetros. Cuando llegamos a la frontera, los militares nos dijeron que los hombres no podían salir, solo niños y mujeres”, cuenta. Ella cruzó sola la frontera hacia Polonia y embarcó en Varsovia rumbo a Porto. Desde allí llegó en coche a A Coruña hace dos días, tras una larga travesía. Su novio tuvo que quedarse en Kiev, ciudad en la que ambos residen, debido a la Ley Marcial, que obliga a todos los hombres entre 18 y 60 años a permanecer en el país a la espera de ser reclutados para combatir.

VICTOR ECHAVE

El cansancio y la angustia están impresos desde entonces en el rostro de Anna, que nunca imaginó tener que huir de una guerra desatada en el país en el que nació y en el que vive desde siempre. Tampoco en los días previos al ataque, en los que empezaban a llegar las primeras noticias de las intenciones bélicas de Vladimir Putin. A su lado, Nagore Bermúdez comparte su angustia. Ella es coruñesa, pero residía en el país junto a su marido ucraniano. Voló a España en cuanto empezó a hablarse de un posible ataque por parte de Rusia. Su marido se quedó allí, junto a su madre, su prima y el bebé de esta. Ahora, él ayuda en el acondicionamiento de los búnkers y patrulla la ciudad y ella, desde A Coruña, espera el avance de los acontecimientos y la llegada de buenas noticias, aunque sean pocas.

"Nunca pensamos que se llegaría a esto. Toda nuestra gente está siendo bombardeada. Escuelas infantiles, hospitales... se ha asesinado a docenas de niños, miles de civiles han muerto”

“Conseguimos que su prima y su bebé pudieran llegar a Polonia, tras cuatro días en un coche con otras mujeres y sus hijos. Está asustada, como todos”, cuenta Nagore Bermúdez. La joven coruñesa coordina, desde la asociación AGA-Ucraína, de reciente creación, la ayuda que parte desde Galicia con destino país eslavo.

El destino quiso que ella pudiese prever lo que estaba por venir y salir a tiempo. A sus vecinos ucranianos, como a Anna, les sorprendieron las bombas. “Nos llegaban noticias de Estados Unidos que decían que Putin tenía ideas de guerra. Se habían avistado tropas militares en la frontera a la altura de Ucrania. Nunca pensamos que se llegaría a esto. Toda nuestra gente está siendo bombardeada. Escuelas infantiles, hospitales... se ha asesinado a docenas de niños, miles de civiles han muerto”, enumera la joven ucraniana. Difícil ponerse en su piel, fácil empatizar con su vivencia. Hace siete días, tenía una vida normal, con su familia, pareja, amigos y su trabajo en una empresa de telecomunicaciones. Hoy, todo eso ha quedado atrás. Es refugiada de guerra. Una realidad que intenta asumir desde su hogar de acogida, la casa de Antonio Corredoira y Natalia Afonina, integrantes de la directiva de AGA-Ucraína.

Antonio Corredoira y Natalia Afonina, miembros de la directiva de AGA-Ucraína que acogen a refugiados en su hogar VICTOR ECHAVE

Desde hace tres días, su vivienda es un trajín de gente y sus teléfonos no paran de sonar con llamadas de personas que se ponen en contacto con ellos para saber cómo pueden ayudar, ofreciendo sus casas para acoger refugiados y poniendo a disposición de la asociación sus negocios como punto de recogida de alimentos y enseres de supervivencia. Por ahora, Antonio y Natalia brindan refugio a tres ucranianos huidos de la guerra, pero este fin de semana se espera la llegada de diez personas más, que tendrán un hogar en A Coruña en casa de las personas que se han ofrecido para acogerlas . “Estos días están siendo duros. Atendemos a gente desde las 06.00 de la mañana hasta las 00.00 de la noche, sin parar. Estamos contentos con cómo ha respondido la gente, todos quieren ayudar. Falta organizarse y tener un equipo, porque el volumen de trabajo es enorme”, asegura Natalia Afonina, en calidad de presidenta de AGA-Ucraína, donde buscan voluntarios con disponibilidad horaria para ayudar en los trámites y gestionar los almacenes de provisiones que se acumulan con destino a Ucrania.

Esa es también ahora la principal pretensión de Anna: seguir presente para los suyos desde A Coruña. “Intentaré ayudar desde aquí a encontrar sitios donde vivir a los ucranianos que vengan. Le propuse a una de mis compañeras que viniese a A Coruña. Tiene dos hijos de uno y tres años y no tiene a donde ir”, relata.

“Intentaré ayudar desde aquí a los ucranianos que vengan. Le propuse a una de mis compañeras que viniese a A Coruña. Tiene dos hijos de uno y tres años y no tiene a donde ir”

Sus planes, en un futuro inmediato, los tiene claros, pero si intenta mirar un poco más allá, el horizonte se desdibuja. A 4.000 kilómetros de su familia y su país, la joven manda un mensaje de advertencia, e insiste en la necesidad de no creer a quienes dulcifican la ofensiva o justifican las intenciones del gobierno ruso. “Putin es como Hitler, un monstruo. Quiere ocupar Ucrania, quiere matar. Ha amenazado con utilizar armas nucleares y ya ha ocupado la zona de Chernobyl. Mañana podría empezar la tercera guerra mundial. No sabemos qué es lo siguiente que puede pasar”, lamenta, e invita al pueblo ruso a no creer en la “propaganda” y levantarse contra su gobierno como la única vía posible para la resolución del conflicto. “Putin dice que viene a salvar a los ucranianos, pero es mentira. Hay bombardeos en ciudades, civiles muertos. Puedo enseñar fotos de mis familiares. Nuestros niños, nuestra gente, están sirviendo de escudo entre Putin y Europa. Cualquiera puede ser el siguiente”, avisa.

Nuevas concentraciones en apoyo a Ucrania

El pasado domingo, ciudadanos ucranianos residentes en la ciudad se manifestaron de forma espontánea en María Pita para pedir el cese del ataque sobre Ucrania, el cierre del espacio aéreo y para mostrar solidaridad con sus amigos, parientes y compatriotas que sufren el horror de los bombardeos en su país.

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Manifestación de apoyo a Ucrania en María Pita Víctor Echave

La próxima semana, la comunidad ucraniana de la ciudad y los colectivos sociales han convocado una nueva manifestación en la ciudad este domingo a las 12.00 de la mañana. La marcha, convocada por la Rede Acampa pola Paz, partirá del Obelisco, bajo el lema Paz para Ucraína. Saída negociada xa! , y estará secundada por una veintena de organizaciones sociales, políticas y en defensa de los Derechos Humanos.

“Nos oponemos a esta dinámica criminal. Exigimos a los gobiernos de Rusia, Ucrania, Estados Unidos y Europa que se sienten a negociar la paz de forma inmediata, evitando el sufrimiento innecesario de la población”, demandan en su manifiesto, que será leído por el músico Xurxo Souto y en el que piden el cese del fuego, la retirada de las tropas y la acogida inmediata de todas las personas refugiadas que huyan de Ucrania.