Un paseo nocturno por Monte Alto permite comprobar el ingenio que tienen muchos conductores a la hora de aparcar su vehículo. Si no hay sitio para estacionar, se inventa. Estas conductas se repiten con demasiada frecuencia y son condenables. Ahora bien, hay situaciones que pueden ser tolerables, ya que cualquiera puede tener un percance con el coche. Un ejemplo de ello es el caso de un conductor que ayer por la mañana, en el mismo barrio, dejó su vehículo estacionado encima de un paso de cebra en un cruce y se marchó del lugar. ¿Cuál era el motivo? Había sufrido un pinchazo en una rueda. Ante el temor de que una patrulla de la Policía Local pasase por la zona y le multase, depositó un papel con el siguiente mensaje: “Por favor, no me multes que he pinchado”. Toda precaución es poca. Imagínese regresar y encontrarse el parabrisas lleno de boletines de denuncias como en aquel episodio de Los Simpsons en el que Homer encuentra su vehículo en Nueva York. Prevenir es curar.