La llegada este martes de polvo en suspensión del norte de África a la Península, ha provocado que muchas zonas, sobre todo en puntos del sureste, del centro y del noroeste peninsular, se vean afectadas por un episodio intenso de calima, lluvias de barro y un empeoramiento de la calidad del aire. En A Coruña, el medidor de calidad del aire de la Torre de Hércules alcanzaba esta mañana 70 mg por metro cúbico, según la metodología de la EPA (Agencia Americana de Protección del Medio Ambiente). Aunque no llega a ser un índice desfavorable, sí es superior al nivel máximo establecido por la Organización Mundial de la Salud, que indica que no se debe estar expuesto a un nivel superior a 50 mg por metro cúbico.

Los índices de calidad del aire que presenta este martes la ciudad de A Coruña se consideran aceptables, pero existe una preocupación moderada para la salud para un pequeño número de población debido a algunos agentes contaminantes. Por ejemplo, las personas que son sensibles al ozono pueden experimentar síntomas de afección respiratoria.

El polvo en suspensión característico de la calima está compuesto por aluminosilicatos (óxido de aluminio y sílice), arcilla, yeso, calcita y otros minerales. También contiene partículas microscópicas de otras bacterias, hongos, polen y contaminantes, que emiten las industrias de Marruecos, Argelia y Túnez. Las partículas que miden menos de diez micras (PM10) entran a nuestro organismo a través de las vías respiratorias llegando a los pulmones.

Esta situación se ve favorecida en gran parte por la borrasca Celia, que impulsa fuertes vientos procedentes del desierto del Sáhara. Estas son algunas de las claves para entender el episodio que ha teñiido de naranja la ciudad, según la Aemet:

¿Qué es la calima?

Una entrada de polvo en suspensión procedente del desierto del Sáhara ha dado lugar, desde el lunes por la tarde, a un extraordinario episodio de calima con reducciones en la visibilidad por la presencia de partículas secas (en contraposición con la bruma o niebla, compuestas por partículas acuosas) y que deja el cielo con tonos ocres.

¿Hasta cuándo puede afectar?

Lo más probable es que esta situación se extienda durante este martes y mañana, miércoles.

¿Cuáles son las causas?

Las causas hay que buscarlas en la borrasca Celia que, centrada en el Golfo de Cádiz, impulsa desde el desierto hacia la península vientos intensos cargados de partículas de arena. Esas partículas viajan en capas bajas de la troposfera, por debajo de los 4 kilómetros hasta alcanzar la península, y debido a su alta concentración caen por la acción de la gravedad -deposición seca- dando lugar a una extensa capa de polvo que de deposita sobre casas, calles y coches.

Cuando las lluvias y nevadas arrastran polvo hasta la superficie, se dice que hay una deposición húmeda del polvo. Son las conocidas como "lluvias de barro", que en algunos puntos del país ya se han registrado.

¿Se trata de un episodio aislado?

En España estos episodios no son "ni extraños ni aislados", especialmente en puntos de las Islas Canarias, donde son habituales. Según datos de Aemet, entre 2004 y 2009 hubo polvo en suspensión hasta un 30 por ciento de los días en el sureste peninsular, un 18 por ciento de días en el centro del país y un 10 por ciento de los días en el noroeste de la península.

¿Es el episodio más intenso de los últimos años?

Es difícil de determinar por la falta de datos, pero los especialistas creen que en algunos puntos como Murcia se pueden alcanzar niveles muy altos. El presidente de la Asociación de Geógrafos Españoles (AGE), el catedrático de la Universidad de Alicante (UA) Jorge Olcina, señalaba ayer, al inicio del episodio, que se trata de "una llegada de polvo sahariano como hacía décadas que no se registraba en España".

¿Influye el cambio climático en estos episodios?

No está muy claro, aunque es cierto que en los últimos 100 años el desierto del Sáhara ha aumentado en un 10 por ciento su superficie lo que supone una mayor fuente de partículas; además el cambio climático favorece la aridez e influye en la frecuencia e intensidad de los patrones meteorológicos como las borrascas, que necesitan de viento para arrastrar el polvo.