Un grupo de unos quince jóvenes encontró la pasada noche en las calles de la Ciudad Vieja un centro de aventuras inesperado. Y convirtieron un colchón que estaba en la basura y un andamio en su lugar de operaciones. Los que los vieron en acción alucinaron con los saltos que daban en aquel colchón mugriento y se maravillaron también de que, a pesar de ir bebidos, no se abriesen la cabeza cuando trepaban por un andamio cercano. Cuando se aburrieron de saltar y de tirarse encima de la espuma, decidieron retirar las protecciones a la estructura metálica para luchar con ellas cual espada láser. Al final, se aburrieron de este chiquipark urbano y se fueron a seguir la fiesta.