La Opinión de A Coruña

La Opinión de A Coruña

Actor y cantante, actúa este sábado con su dúo Mastodonte en Inn Club

Asier Etxeandia: “Estoy en una búsqueda desesperada de hacer arte, algo que conmueva a los otros”

“Cantar es más liberador aun que interpretar: ahí soy yo a lo bestia, no hay personaje”

Asier Etxeandia y Enrico Barbaro, integrantes del dúo Mastodonte. | // L.O.

El actor Asier Etxeandia (Bilbao, 1975) ha trabajado bajo la dirección de Menem o Almodóvar, ha sido nominado a dos premios Goya y participa en dos series de Netflix, Sky Rojo y Érase una vez... pero ya no. Este sábado a las 23.00 horas estará en Inn Club (Avenida do Porto, 3) con su proyecto musical, Mastodonte, un dúo con Enrico Barbaro nacido en 2018. Presentan un nuevo espectáculo, con set electrónico, en Simplemente Perfecto Tour.

Definen el espectáculo como “ritual colectivo”.

Es un concierto, pero como para mí debe serlo: no alguien cantando sus canciones y “Hola, buenas noches”. Para transmitir una emoción tienes que utilizar todas las herramientas que tengas. En esta sala, será algo más rock and roll, artesanal, crudo, no vamos a poder llevar todo el vestuario y parafernalia que nos gusta llevar. Pero aunque no esté eso, en Enrico y en mí existe generosidad y necesidad de contar lo que estamos cantando. Darse entero. Para mí eso es ritual, en la performance, pintura, cine o teatro. No soy muy fan de las bandas que se sientan a tocar y a demostrar lo virtuosas que son, creando casi una cuarta pared. Para nosotros el público es un instrumento más. El ritual se crea con las ganas de que entienda el mensaje, no solo el sonido. Bebemos de los discos conceptuales, que buscan una atmósfera, estado de ánimo, energía.

¿Y cuál es el concepto, la idea, de Simplemente Perfecto?

Creamos el tour a partir de la pandemia. Antes nos poníamos casi doce en el escenario; Enrico y yo somos Mastodonte, pero involucrábamos a técnicos de sonido, iluminación, músicos... Con la pandemia queríamos hacer conciertos, los teatros y las salas no podían pagar lo de antes. Teníamos que ir a lo sencillo, lo simplemente perfecto. Utilizamos como leitmotiv la canción homónima, que está en la banda sonora de Sordo [filme en el que actuó Etxeandia además de componer]. Creamos todo nuestro repertorio a partir de un hilo, con arreglos más cerca de la electrónica. Solo está Enrico como músico y yo como intérprete.

¿Cómo trabaja con Barbaro?

Nos complementamos muy bien. Yo me grabo cantando, hago las letras y las canto con estrofa, estribillo... Lo atiborro a cine, a vídeos, a canciones, a estilos, sonidos... Bebemos de muchísimos estilos diferentes y creo que eso es lo que nos caracteriza. Esa es nuestra personalidad, que no tenemos personalidad (ríe).

¿Y eso es positivo?

Es acojonante, te crea una libertad y un abanico fuera de prejuicios. Cualquier herramienta es interesante para contar algo. Y luego Enrico hace magia. Todo lo que imagino en la cabeza lo supera. Y trabaja con muchos sonidos. Yo lo llamo el Björk napolitano, porque es alucinante las cosas que hace. Su bajo, sobre todo, es muy potente, y yo siempre pienso en la línea del bajo a la hora de crear una canción. Y ahí empezamos a jugar: Él se mete en las letras, yo en los sonidos. Vamos creando poco a poco el Lego hasta hacer la canción.

Tiene la doble vertiente de intérprete y músico.

Yo me considero artista, y no porque crea que lo que hago es arte, sino porque estoy en una búsqueda desesperada de ello.

¿Y qué es el arte?

Conmover. El arte es cualquier herramienta que hace que el otro se conmueva y que no pase la cabeza. Si conmueves a alguien estás educándole, estás transformándole, estás amándole y también al propio artista. Y es generosidad absoluta, y emplear todo lo que sea posible...

¿Y las diferentes artes?

Necesitamos idiotas todo para no sentirnos idiotas, pero eso tiene que ver mucho más con el que escucha, con el que oye, con el que quiere entender de qué va esto. Y todo no se tiene que entender. Interpretación, música, pintura, danza, cine. ¡Cojones! Lo más acojonante es cuando se mezcla todo. Y sobre todo, si es verdad. Todo son herramientas interesantes, y eso es lo que estoy buscando. Cantar es más liberador todavía que un texto, ya que ahí no hay personaje, soy yo a lo bestia, sin máscara, me siento más unido.

Habla de “si es verdad”. ¿El público es capaz de percibirlo?

Por supuestísimo. Yo no subestimo al público. Se le subestima mucho y por eso comemos tanta mierda. Para mí es una presión acojonante, es como operar a corazón abierto. Tienes la oportunidad de hacer que al público no se le olvide en la vida o que sea pasajero y piensen que han gastado el dinero en nada. Yo lo vivo así y Enrico también.

Ha hecho cine, televisión, teatro... ¿Qué es lo más satisfactorio?

Todo es para mí satisfactorio cuando se hace bien. He tocado el cielo cuando me ha dirigido Almodóvar o he pasado por directores que sabían lo que hacían, y me he sentido una mierda cuando me han dirigido como una mierda (ríe). He tocado con bandas que sonaban a mierda, y ahora que estoy haciendo la puta gloria siento que es lo más importante que he hecho en mi vida. Siempre utilizo lo mismo: mi cuerpo voz, mis traumas, mis alegrías... Es el material.

¿Cuándo decidió que quería dedicarse a hacer eso?

Lo he sabido desde que nací. No he querido ser otra cosa. Soy fracaso escolar, no he estudiado otra cosa, y aparte de trabajar en otras cosas para sobrevivir, he invertido mi tiempo, trabajando sin cobrar ni un duro, en ser artista.

¿Nunca le ha dado miedo?

Claro que me da miedo, pero el arte y el amor son para los valientes, amigo.

Compartir el artículo

stats