La Opinión de A Coruña

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Lidiar con el duelo de una guerra

Profesionales prestan atención psicológica a refugiados ucranianos tanto a su llegada a A Coruña como en la frontera de Ucrania

Un bombero de A Coruña con una niña ucraniana a su llegada a la ciudad este domingo. | // CARLOS PARDELLAS

La incertidumbre del camino que queda por delante y el duelo por lo que se deja atrás. Son emociones que las miles de personas que huyen de Ucrania estos días para ponerse a salvo de los ataques rusos experimentan cuando cruzan las fronteras, y también cuando llegan a sus destinos provisionales en casas de acogida. Algunos, con sus viviendas destruidas. Otros, con pérdidas irremplazables de familiares y amigos. Todos, con la misma incógnita: si podrán volver a sus hogares y qué se encontrarán cuando puedan hacerlo.

Profesionales de la salud mental les acompañan, aquí y allá, en ese camino. La psicóloga Carlota Boyer lo hace desde Lviv, ciudad ucraniana de frontera con Polonia, de la mano de la ONG coruñesa Utopía Project. Allí atiende, desde hace una semana, a las personas que se desplazan hacia la frontera, en su mayoría mujeres y niños. “Cada persona tiene unas necesidades. Están las básicas: un lugar para dormir, darse una ducha, comer caliente. Les ayudamos a recuperar esa dignidad, por decirlo de algún modo. Luego les asistimos con el transporte para ir a España y a contactar con las asociaciones que están gestionando la acogida. Intentamos darles todo desde la cercanía y el respeto”, asegura Boyer.

El acompañamiento es un elemento especialmente necesario debido a los peligros que entrañan las fronteras en tiempos de conflicto, donde las mafias de trata aprovechan la vulnerabilidad de las personas desplazadas con fines oscuros. La mayoría llegan a las fronteras en shock, todavía sin asimilar todo lo que han perdido. “Llegan en estado de trauma, sin procesar que han perdido su casa o a algún ser querido. A diferencia de otras migraciones, el origen está muy cerca. No han podido pasar ese proceso de contener ese estado de nervios”, añade Boyer. A la labor de acompañar y asistir en la resolución de trámites básicos, se une la tarea de informar, con paciencia y tranquilidad, sobre los pasos a seguir. “Tienes que saber cómo hacerlo, repetir la información las veces que haga falta, escuchar, abrazar. Que sepan que no están solas”, ejemplifica la psicóloga.

En Lviv, una zona considerada aparentemente segura por las personas desplazadas dada su proximidad con la frontera con Polonia, sufrieron, hace cuatro días, los primeros bombardeos rusos. El sonido de las detonaciones y las alarmas previas acrecentaron el estado de nerviosismo de quienes iban llegando, que ya traían consigo situaciones emocionales límite. “Las familias se están teniendo que romper, porque los padres tienen que quedarse a combatir y las madres cruzan solas con los niños. Ahí aparecen las mafias, a veces antes que la ayuda humanitaria. Son carne de cañón para ellos. Tienen que estar muy alerta, les advertimos mucho de que no se suban a cualquier coche o furgoneta, llevadas por la desesperación”, advierte Carlota Boyer.

"Las madres cruzan solas con los niños. Son carne de cañón para las mafias. Les advertimos mucho de que no se suban a cualquier coche o furgoneta, llevadas por la desesperación”

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A su llegada a A Coruña, el apoyo continúa, esta vez de la mano de la psicóloga coruñesa Cristina Tejedor, que colabora con la asociación AGA Ucraína en el acompañamiento emocional a los refugiados que vienen. “Ahora mismo, estamos haciendo lo que se llaman primeros auxilios en crisis de emergencia: darles información, gestionar insomnios, ansiedad y los problemas más acuciantes”, refiere Cristina Tejedor.

A las dificultades para conciliar el sueño se une, en las personas que comienzan a llegar a la ciudad, un estado de estrés agudo y preocupación constante por lo que dejan a 4.000 kilómetros. También el proceso de adaptación con las familias que les acogen y el entorno que ahora habitan. La psicóloga, que les atiende en inglés o con la ayuda de una intérprete voluntaria, advierte no obstante de que lo peor, en términos emocionales, todavía está por llegar para ellas. “A medio largo plazo, tendremos que empezar a trabajar la aparición de los duelos. No solo de perder a la familia o a los amigos, sino el duelo por el país, por la cultura, por tener que empezar de cero. Eso será lo más difícil”, adelanta.

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