La Opinión de A Coruña

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Gustavo Freire Conductor de autobús que ha viajado cuatro veces de A Coruña a Ucrania con ayuda humanitaria

“Estoy en contacto con todos los ucranianos que he traído a España”

“Muchos de los que van en el autobús, piensan que les van a engañar y los van a llevar para Rusia”

Gustavo Freire, izquierda, y Víctor Sousa, conductores de autobús que trasladan refugiados desde Polonia a A Coruña Marcos Rodríguez

La ciudad ha sido testigo, estos días, de cómo decenas de refugiados ucranianos se han ido convirtiendo, a su llegada, en sus nuevos vecinos. Detrás de los autobuses que trasladan a las cientos de personas que huyen del terror de las bombas a un lugar seguro, se encuentran multitud de iniciativas solidarias, pero, en la mayoría de los casos, el mismo conductor los trae hasta A Coruña. Es Gustavo Freire Pinto, portugués de Pombal y conductor de la empresa Autocares Sánchez, que emprende estos días su cuarto viaje a la frontera de Polonia con Ucrania. Gustavo, dedicado al transporte internacional desde hace trece años, se ha convertido, casi sin querer, en experto en transporte humanitario y es, en el terreno, quien mejor sabe qué hay que hacer y qué no cuando se trata de transportar personas que dejan tanto atrás y que no saben a ciencia cierta qué destino les espera. Estos días se turna el volante con Víctor Sousa, natural de Aveiro, que emprende en esta ocasión su primer viaje a la frontera ucraniana, pero no es ajeno al mundo de la ayuda humanitaria. En 1999, Víctor Sousa pasaba tres meses en Timor Oriental para prestar ayuda durante el genocidio que sufrió la población. Allí estuvo tres meses y vivió, entre otros trances, la masacre del cementerio de Santa Cruz. Hoy, revive aquellos días, junto a Gustavo, desde la ciudad polaca de Rzeszow.

Es su cuarto viaje humanitario a la frontera polaca con Ucrania. ¿Qué hacía antes?

Hacía servicios de transporte internacional con el grupo Socitransa y Autocares Sánchez, hacía la ruta Lisboa-Mainz. Surgió la ocasión de venir a Polonia para ayudar a Ucrania. El jefe me llamó y aquí estoy yo. Ya llevé cuatro autobuses, y aquí estamos para continuar.

¿Cómo fue ese primer viaje a la frontera para recoger gente, sin saber lo que se iba a encontrar?

Fue bastante complicado. Veníamos dos chóferes, nadie más. Íbamos de un contacto a otro, no conocíamos nada, no sabíamos a quién íbamos a coger. Eran personas que venían directamente de Ucrania, directamente de la guerra. Gracias a Dios, todo fue bien.

¿Qué aprendieron en la vuelta que les sirvió para viajes posteriores?

Intentamos atender a las personas lo mejor posible. Si veíamos que ya estaban dentro del autobús más de 17 horas, en el control de frontera preparamos todo con agua, con comida, con todo lo que necesitaban. Las cosas cambiaron mucho desde el primer viaje. En el primero, llegabas a la frontera, recogías a las personas y ya está. Ha habido refugiados que me han comentado que hay asociaciones en Ucrania que les están cobrando por un servicio que es gratuito en el resto de países. Están cobrando dinero a los propios ucranianos por salir del país. También sé que mucha de la ayuda que viene para Polonia cuando llega a Ucrania, la cobran.

¿No hay control en términos de ayuda?

Control en términos de ayuda, nada. En el pasaje de personas, a partir del sábado pasado, sí. Ahora solo pasan personas que vayan a irse fuera de Polonia. Los que se quedan en Polonia ya no pasan.

¿Hace esto por trabajo, o por solidaridad?

El primer viaje que hice, estaba de vacaciones. El jefe me llamó y me preguntó si podía venir. No sabía lo que me esperaba, ni lo que me iba a encontrar. A partir del primer viaje, me ofrecí para venir a todas. Es una labor humanitaria, y a mí me gusta ayudar a la gente. Sigo manteniendo el contacto con los grupos que fui trasladando a España, lo cual también ayuda un poco en este viaje y en los otros que haré, porque así voy sabiendo cosas de ellos.

¿Y qué sabe de las personas a las que trajo?

Les va bien. La gente que va para España y desea una vida allí está contenta. Hay otros que piensan que van a volver pronto a sus casas, no están muy contentos. Muchos de los que van en el autobús, piensan que les van a engañar y los van a llevar para Rusia. Muchas veces, para que haya un poco de confianza con esta gente, tengo que mostrar las fotos que tengo de los otros grupos. Así saben que es verdad, que van para España. En el último autobús, hubo una señora que no quería venir, estaba muy asustada. Tenía mucho miedo de que la mataran.

¿Había hecho alguna vez algo como esto, de trasladar refugiados?

No, pero a partir de ahora lo haré siempre que pueda. Con gusto.

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