Arrancó Van Morrison con el saxo para iniciar su regreso al Coliseum, 22 años después de su primer concierto en A Coruña en el que repasó repertorio propio y ajeno de soul, blues y jazz. Batería, contrabajo, guitarra, saxofonista, teclados y una corista acompañaron al de Belfast en una propuesta íntima, alejada del sonido de un concierto de masas, pese a las miles de personas que ocupaban con emoción la pista y las gradas del auditorio coruñés.

Con una luz iluminando al artista y la banda y el resto del universo en total oscuridad, con su voz y su sobriedad de siempre, sin descubrir su mirada detrás de sus gafas tintadas y bajo el ala del sombrero, el músico repasó temas como Days like this, Someone exactly like you —con un solo de la corista que entusiasmó al público— And it stoned me y Baby please don’t go —tema para el que sacó la armónica—. En los bises no fallaron sus clásicos, también los que todos esperaban. Brown eyed girl y Gloria. Se fue cantando el temazo con el micrófono inalámbrico dejando a la banda y al público mano a mano, coreando y tocando, con un despliegue de solos que pusieron la coda al concierto. Una ovación en pie del auditorio, con él ya recogido en el camerino, cerró la noche tras casi dos horas.